Le implantan prótesis a un joven sin brazos

Un joven jujeño de 25 años que perdió ambos brazos en un accidente laboral logró recuperar parte de la autonomía perdida gracias prótesis confeccionadas por médicos y expertos del Hospital provincial de El Dique. A Rodrigo Tolaba, albañil, casado y padre de dos hijos, le habían presupuestado más de 700 mil pesos para acceder a las prótesis. Desconsolado por su imposibilidad de comprarlas, buscó ayuda y la encontró en el sistema de salud Bonaerense.

Y es que “el Hospital de El Dique cuenta desde el año pasado con un equipo especializado en la confección de prótesis para personas sin obra social”, explican desde el ministerio de Salud.

“Son muchas las cosas que no se pueden hacer sin los antebrazos: comer, beber, bañarse, vestirse, ir al baño, casi todo es imposible sin ayuda”, señalan los médicos Germán Tovar, Miriam Sánchez y Patricia Nucettelli, quienes confían en que su trabajo le devolverá joven jujeño parte de su movilidad.

En el Hospital El Dique, un centro de la Provincia especializado en rehabilitación, los médicos ya lo vieron varias veces, y este sábado volvió a Tilcara con los primeros equipos pre-protésicos para entrenar.

En un par de meses, Rodrigo tendrá las prótesis definitivas: un brazo derecho mioeléctrico, similar por forma y color a un brazo humano, y una prótesis izquierda mecánica. Con la prótesis derecha podrá tomar y soltar objetos y hasta rotar la “muñeca”. Del lado izquierdo, le colocarán una prótesis mecánica sostenida por un arnés. Con el movimiento del hombro le podrá dar movimiento para asir y sostener lo que precise.

El segundo de seis hermanos nacidos en Maimará, en medio de la quebrada de Humahuaca, Rodrigo tuvo el accidente que derivó en la perdida de sus brazos en junio del año pasado mientras trabajaba como albañíl.

Rodrigo amuraba una rejilla en el exterior de la vivienda cuando el viento empujó una de las escaleras metálicas que estaba apoyada en una pared y se enredó en unos cables de alta tensión. El joven sintió el ruido y dio media vuelta con los brazos extendidos para frenar la escalera que lo golpeó. “No sé qué pasó porque ahí me desmayé, me electrocuté y me desmayé, se me puso todo negro y no me acuerdo más nada”, cuenta él.

Despertó tendido en el piso y al ver los ojos desorbitados de su patrón lloró del susto pero no de dolor, porque no sentía nada. Las manos le habían quedado en puño y no podía abrirlas. Lo llevaron al hospital Salvador Mazza para las primeras curaciones y después al Pablo Soria, de San Salvador. “Estuve internado ahí dos semanas más o menos, en esos días empecé a mover un poco las manos pero después ya no me respondieron más”.

Un avión sanitario lo trasladó con su madre al Hospital del Quemado en la capital federal, donde le terminaron por practicar la amputación.