Fanáticos del running: lo recomiendan, pero con recaudos

“Simplemente hazlo”, “Vos podés” o “Correr duele, pero más duele darse por vencido”, profesan algunas de las publicidades que pretenden fomentar el running. La imagen de los corredores, enfundados en atuendos fluorescentes, con cuerpos atléticos y transpirados se convirtió en un aspiracional de época. Ser deportista cotiza; ser runner, más. Muchos, envalentonados por el márketing, participan de una maratón tras otra sin contar con la preparación necesaria. Especialistas alertan sobre los riesgos que esto supone.

“Correr es bárbaro para la salud, para el cuerpo y para la cabeza. Pero correr no es lo mismo que el running, que es una moda que va creciendo y se va haciendo gigantesca. Se volvió algo comercial. Hay cierto caos por consumir lo que te están vendiendo”, dice la ultramaratonista Susana Segurel, y explica: “Hay muchos que quieren participar en todas las carreras para tener las remeras, porque eso te da cierto estándar en el grupo. Pero eso es peligroso. Es necesario entrenar, ponerse fuerte y elegir a lo sumo cuatro carreras cortas al año”, afirma.

La especialista plantea que esta especie de fiebre maratónica que se desató en los últimos años lleva a que muchas personas se anoten en competencias para las que no están preparados.

“Hay mucha inconsciencia y de ahí vienen los accidentes, las lesiones, muertes súbitas o las escenas cardíacas. Para correr toda la vida hay que estar centrados y hacerlo responsablemente. No es algo para tomárselo a la ligera”, sostiene.

De la mano con el aumento de runners se multiplicó la cantidad de carreras que se organizan por año. En la Ciudad, casi todos los fines de semana se desarrolla alguna y en Capital hasta tres o cuatro.

Según datos del Gobierno porteño, unas 500.000 personas participan anualmente de las carreras que se corren en Capital. Mientras que en 2008 se inscribieron 1.900 runners en la única media maratón (21 kilómetros) que se realizó en el año, para 2013 la cifra de participantes ascendió a 18.000 y se multiplicó la oferta de competencias. Ya para la última media maratón (septiembre de este año) se anotaron 22.000 corredores.

Además de fomentar la actividad física y la vida sana, estas carreras también suponen un negocio. No sólo en relación a la indumentaria que mueven, sino también desde lo recaudado con las inscripciones y la publicidad: participar de una media maratón suelen costar arriba de 300 pesos.

“Algunas veces no tienen en cuenta las necesidades del deportista: faltan puestos de hidratación o te obligan a llevar la remera de la maratón, con el logo del auspiciante, y no es recomedable usar ropa nueva el día de la carrera porque la tela lastima”, cuenta la maratonista Cecilia Cámara.

“Correr es bueno para la salud, pero es importante hacerse los chequeos correspondientes”

Segurel remarca las ventajas de lo que está ocurriendo con las carreras: “Es buenísimo que año a año aumente la cantidad de corredores y tener una población físicamente activa. Pero no nos tenemos que dejar llevar por la vorágine del momento. Es necesario crear consciencia y explicar los recaudos que hay que tomar para que no se convierta en un arma mortal”, dice la maratonista, y agrega: “La mayoría de las personas no se hacen estudios antes de largarse a correr”.

En abril del año pasado, Ezequiel Ponce, que tenía 23 años, murió de un paro cardiorespiratorio mientras le entregaban el diploma por haber participado de la media maratón que se corrió en la ciudad de Córdoba. Además de este joven, otros participantes se descompensaron en el evento y cinco de ellos tuvieron que ser derivados a una clínica. Ese día la temperatura rondó los 20 grados. Con el pago de 180 pesos en concepto de inscripción el corredor quedaba habilitado para participar de la competencia. Lo que ocurrió en este evento no fue un caso aislado. En otras maratones se vivieron situaciones similares.

“Correr es bueno para la salud. Los corredores no tienen más riesgo de muerte súbita. Eso es algo que le puede pasar a cualquiera. Pero sí es importante hacerse los chequeos correspondientes, como una ergometría. Hay muchos que se mandan así nomás”, dice Cámara, y cuenta que la mayoría de las personas que entrena tienen entre 35 y 40 años y no realizaban actividad física antes de arrancar a correr: “Se engancharon con la moda. Guiarlos es una lucha constante porque hay un furor por consumir kilómetros: los preparo para cinco, se anotan en una de diez y después ya quieren una de quince. Intento pararlos porque después vienen las lesiones, pero a veces es difícil porque se enojan. Cuesta que entiendan que el entrenamiento es un tratamiento que lleva tiempo”.

El médico deportólogo Rubén Argemi, director del Centro Especializado en Medicina del Deporte y del Ejercicio (CEMDE), plantea que toda persona que comienza un programa deportivo debería hacerse una evaluación cardiológica.

El especialista explica que tradicionalmente la regla deportóloga señalaba que cuando los hombres superaban los 40 y las mujeres los 50, se les indicaba un electrocardiograma, una ergometría, un examen nutricional y otro postural. Pero hubo una modificación: actualmente se indica a los hombres a partir de los 30 y a las mujeres a los 40. El estudio se redujo 10 años.

“Las carreras en sí mismas no son peligrosas, el riesgo comienza cuando las personas pretenden superar etapas rápidamente. Para participar en una maratón (42 kilómetros) se necesitan años de entrenamiento”, asegura Argemi, y agrega: “Como mínimo se deben correr entre 50 y 60 kilómetros por semana para después competir”.