Los juegos de azar amplían su oferta y generan adictos cada vez más jóvenes

Ocurrió hace poco en San Miguel pero es una imagen que se repite cada vez con más frecuencia: las cámaras de seguridad de un bingo registraron el momento en que un padre encerraba en el auto a su hijo chiquito para irse a jugar. Algunas horas después, cuando los vecinos advirtieron la situación y la policía hizo llamar al padre, el hombre salió de la sala de juegos y sólo atinó a decir una cosa: “Estoy enfermo, soy ludópata y no lo puedo evitar...”. Increíble pero real, los casos de padres que encierran a sus pequeños para irse a probar suerte con la ruleta o las tragamonedas representan un fenómeno que pone en evidencia otro más terrible y creciente: el de los estragos que genera la adicción al juego.

Grotescas, lamentables y siempre patéticas, historias como la de este padre que dejó a su hijo encerrado para ir al bingo son un lugar común en la línea del Programa Provincial de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo, donde todos los meses se reciben algo más de cien llamadas buscando ayuda por una adicción compulsiva al juego. De esos llamados, se apunta, la mayoría corresponde a personas cada vez más jóvenes, algo que los especialistas vinculan a la desmedida proliferación que experimentaron en los últimos años los llamados juegos online.

“Cada paciente que concurre al programa lo hace acompañado de su familia, a la cual también se le brinda atención -informan desde programa provincial-. Esto multiplica considerablemente la cantidad de personas que son atendidas en todos los servicios que hay en la región”.

Este sistema se puso en marcha en septiembre de 2005. Desde entonces y hasta diciembre de 2014, el servicio atendió a un total de 6.340 personas, de las cuales casi 900 fueron de La Plata.

“Los ludópatas no juegan para divertirse, ni siquiera para ganar. Juegan para jugar. Y aunque suene paradójico, juegan para perder: pierden plata, pero también tiempo y la confianza de sus seres queridos. Estas pérdidas reafirman su sentimiento de culpabilidad, que luego tratan de aliviar con una nueva apuesta”, explica la psicóloga Débora Blanca, especialista en adicción al juego e integrante de la ONG Entrelazar.

Lo que apunta la especialista cobra una dimensión preocupante si pone el tema en contexto. Y el contexto indica que nuestro país fue escenario de una escalara alarmante en los últimos años de la cantidad y el volumen de las salas de juego. Actualmente funcionan 502 salas de juego y casinos y llegó a estimarse un promedio de 100 mil habitantes por sala. En Santa Fe, por ejemplo, había una por cada millón de habitantes y en San Luis y La Rioja, una cada 20 mil.

La Asociación de Loterías, Quinielas y Casinos Estatales de la Argentina estimó que en todo el país hay 70.419 máquinas tragamonedas, de las cuales 21.870 están instaladas en la provincia de Buenos Aires. Hace poco, el libro de los periodistas Ramón Indart y Federico Poore (“El poder del juego”) reveló el conflicto que afrontó el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, por el retraso del pago del aguinaldo a los trabajadores de la provincia en el 2012. “En ese marco, se habló de estatizar el juego”, señaló Poore. “Scioli tuvo que salir a pedir un adelanto a los ‘bingueros’ a cambio de ampliar los plazos de las concesiones”, agregó Indart.

En nuestra provincia, concretamente, están habilitadas 3.070 agencias oficiales de lotería, 46 bingos, 46 oficinas de apuestas hípicas, 11 casinos y 5 hipódromos.

EN TRATAMIENTO

Como la mayoría de los adictos, los jugadores compulsivos llegan casi obligados a la instancia de rehabilitación, porque sus familiares insisten. Se los entrevista y, a partir de ahí, se evalúa si merecen una terapia grupal o individual. El nivel de abandono es realmente muy alto, algo a lo que también contribuye la creciente oferta que existe a la hora de jugar.

Según los datos que maneja el programa provincial, entre los jugadores la mayor adicción está referida a las máquinas tragamonedas con el 65% de los casos, seguida de lejos por la ruleta electrónica con el 13% y, más atrás, con el 8%, la ruleta común (ver gráfico).

“Los ludópatas no juegan para divertirse, ni siquiera para ganar. Juegan para jugar. Y aunque suene paradójico, juegan para perder”

Al tratamiento llega un arco de pacientes que va desde los 18 hasta los 80 años, pero son los cuarentones la franja más vulnerable a la ludopatía. Los más jóvenes, como se dijo, son los que se vuelven adictos mediante Internet y motivados por la oferta cada día más amplia de juegos online.

Desde Entrelazar, una ONG referente en el tema desde hace años, apuntan que “las variables sociales y económicas se conjugan alrededor del negocio del juego como un campo fértil, y se abonan con personas que creen encontrar allí una salida a su problema. Los ludópatas no son sin embargo sólo fruto de la instalación de casinos. Encontramos en cada uno de ellos una adicción particular: a perder”.

Lo que dicen en Entrelazar encuentra eco en las palabras de los distintos expertos que tratan la problemática, quienes coinciden en que la oferta de casinos, bingos, máquinas tragamonedas y lotería se multiplicó a niveles que escandalizan y que ponen al descubierto una doble moral por parte del Estado, quien por un lado lanza un programa para ayudar al ludópata y su familia y, por el otro, promueve que las salas de juego se sigan expandiendo como un negocio millonario.

La ludopatía, hay que decir, fue definida como un impulso de carácter irreprimible, que se concentra en el juego de apuestas. Se manifiesta aunque exista conocimiento de los perjuicios que origina y es más fuerte que el deseo de inhibirlo. Por lo tanto, se trata de una perturbación en la capacidad de control del sujeto que tiene semejanza con las adicciones, si bien en este caso no hay ingestión de sustancias

Según se explica, el adicto al juego desarrolla una incontrolable necesidad de desafiar al azar y experimentar a la vez la adrenalina que le brinda la posibilidad de perderlo todo. Se trata de una patología que afecta a quienes son vulnerables y tienen la creencia de que le pueden ganar al azar. Según estudios sobre el tema, entre el 1 y el 2% de la población está predispuesta a la ludopatía. La contención de familiares y amigos, se explica, es clave para llevar al adicto a iniciar un tratamiento.