Padres y docentes, una relación cada vez más marcada por la desconfianza

En medio de una clase de natación infantil, un joven profesor tiene un extraño gesto con uno de sus alumnos: lo besa delante de los otros chicos para alentarlo a nadar. No está claro si el beso es en la mejilla o en la boca, pero basta que la situación llegue a oídos de las familias para que quede en evidencia hasta qué punto, entre los padres y el docente, no existe demasiado margen para evitar que todo escape de control.

La historia, que es la de “El Principio de Arquímedes” -una obra teatral que se encuentra por estos días en la cartelera porteña- no sólo describe muy bien un tipo de conflicto cada vez más frecuente en nuestra sociedad sino que muestra cómo los dos principales referentes en la vida de los chicos (sus padres y sus maestros) hoy parecen muchas veces formar parte de bandos rivales siempre dispuestos a cuestionarse entre sí o directamente saltarse a la yugular.

Porque lo cierto es que ahí donde antes existía una relación colaborativa, hoy se observa con frecuencia antagonismo y disputas; donde solía haber una relación de mutuo respaldo hoy prevalece la desconfianza; y a falta de un diálogo regular, cada vez son más lo que adoptan actitudes defensivas o, por el contrario, no dudan en recurrir a la agresión.

Ahí donde antes existía una relación colaborativa hoy se observa antagonismo y disputas; donde solía haber mutuo respaldo hoy prevalece la desconfianza y el temor

Si bien esas agresiones constituyen la manifestación más visible del fenómeno, la crisis entre padres y maestros se hace evidente en un gran número de actitudes impensables hace pocos años atrás: desde docentes de jardines de infantes que evitan tener contacto físico con los chicos por temor a ser denunciados hasta padres que ponen tantos reparos para permitir que sus hijos realicen paseos con sus maestros que algunas escuelas optan ya por suprimir toda actividad extraescolar.

ACUSACIONES CRUZADAS

Más allá de situaciones puntuales, al indagar las causas que generan resquemores entre padres y docentes surgen a menudo acusaciones cruzadas de falta de compromiso o idoneidad. “Cada vez tenemos que hacer más cosas que no nos corresponden”; “hoy las familias son muy cómodas: esperan que la escuela se ocupe de lo que ellas no hacen y después vienen a quejarse”, se escucha decir con frecuencia a los docentes. “Tienen una formación tan pobre que algunas hasta corrigen con faltas de ortografía” y “hoy no tienen la más mínima vocación para educar”, señalan por su parte algunas mamás.

La falta de colaboración y compromiso de los padres con la escuela constituye una de las lamentaciones mas frecuentes de las maestras Y aunque muchas de ellas, por ser también madres, reconocen las presiones laborales con que se vive en la actualidad, no por ello dejan de ser causa de cortocircuitos habituales en su diálogo con las familias, en especial cuando éstas se acercan en actitud de demandar más.

“Por estar desbordada por problemas cotidianos, la escuela siente que los padres se acercan sólo para formular críticas o para delegarle una carga todavía mayor; y muchas veces es así. Pero cuando los padres se acercan de otra manera, las escuelas también tienen dificultades para acoger sus iniciativas, para retenerlos o para sumar a otras familias en alguna actividad común”, explica la profesora en Ciencias de la Educación Julia Zafra, quien se especializa en atender diversas problemáticas entre en el aula y el hogar.

Lo cierto es que a esos obstáculos que suelen entorpecer el diálogo entre padres y docentes se le ha sumado en los últimos años un elemento que no contribuye precisamente a mejorar la situación: el Whatsap. No son pocas las directoras de jardines y escuelas primarias que reconocen que además de multiplicar rumores, los grupos de Whatsap entre mamás terminan muchas veces contribuyendo a que los reclamos no se plateen en forma directa y, de este modo, crezcan sin alcanzar una resolución.

LA ESCUELA NO ES UNA ISLA

En ese “divorcio” que suele darse hoy entre padres y maestros, las denuncias por abusos se han vuelto un fantasma siempre presente tanto en la escuela como en el hogar. Tanto es así que pese que el contacto físico y las manifestaciones corporales de afecto son parte esencial en la etapa de educación inicial, hay guarderías y jardines que se resisten a cambiar a los chicos cuando se ensucian y las preceptoras han comenzado a trabajar siempre de a dos.

“Siempre se debe trabajar en pareja. Cuando yo cambio a un nene hay alguien conmigo, pero las preceptoras hoy también participamos de la tarea pedagógica acompañando a la docente, al profesor de educación física o de música”, cuenta María Angeles Grizia, preceptora del Jardín de Infantes 985, al describir algunos de los recaudos que hoy se han vuelto rutina en muchos establecimientos de educación inicial.

Pero el temor no es sólo de los docentes. “Hay padres que hoy en día están asustados por un montón de situaciones críticas que ven y que los medios reproducen mil veces, y esos temores los llevan a mal interpretar cualquier situación o incluso a hacerle preguntas al niño induciendo una respuesta”, comenta Verónica Asato, directora del mismo jardín.

Lo cierto es que “el jardín de infantes no es una isla. Estamos en una sociedad que nos atraviesa. Somos parte de ella”, comenta la directora provincial de Educación Inicial, Adriana Corral. Y lo mismo señala la profesora Julia Zafra al explicar el deterioro de la relación entre padres y docentes como parte de un fenómeno mayor.

La crisis entre padres y docentes no puede interpretarse al margen de otros fenómenos que se dan en nuestra sociedad -dice-: el debilitamiento de las familias en su función socializadora, la pérdida del prestigio de las instituciones, la violencia como modo habitual de resolver los conflictos, la tendencia de los medios a resaltar los conflictos entre la escuela y el hogar...”.

Lo cierto es que familia y la escuela “son, durante muchos años de la vida de un chico, los contextos más significativos en la construcción de su identidad. Y si bien cada una cumple funciones diferentes en su desarrollo, existe un espacio en común: el de constituirlo en un sujeto social”, explica la especialista al señalar que “en este escenario de crisis y cambios”. reconstruir la relación entre ellas constituye “una tarea urgente” que ambas deben asumir.