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Información General |LOS RIESGOS DE UN UNA GENERACION “HIPERCONECTADA”

Reglamentos familiares: cada vez más padres buscan fijar “horarios sin pantallas”

Reconocen estar preocupados por el creciente sedentarismo y aislamiento de sus hijos, pero también que no es fácil ponerles límite

Reglamentos familiares:  cada vez más padres buscan fijar “horarios sin pantallas”

Un 80% de los chicos argentinos pasa entre 4 y 6 horas diarias frente a una pantalla

30 de Agosto de 2015 | 02:22

A principios de este año, al notar que su hijo Marcos, de 7 años, no hablaba casi de otra cosa que de un juego de computadora que ella apenas era capaz de pronunciar, y que Micaela, la mayor, que tiene 12, había dejado de mirarla a los ojos porque casi no levantaba la vista de la pantalla del teléfono, Cecilia Oviedo tuvo la sensación de que en algún momento su familia había traspuesto un límite que no estaba dispuesta a admitir. Pero la gota que colmó el vaso, cuenta, tuvo lugar unas semanas más tarde cuando fue a buscar al más chico a un cumpleaños y descubrió para su asombro que, en lugar de estar correteando entre ellos, cada uno de los pequeños invitados estaba conectado a una consola jugando videojuegos en soledad.

Recomendaciones para ponerle límites

“Me chiflé mal –confiesa Cecilia-. Pero es que de verdad me dio miedo lo que sentí. Los chicos creían que estaba enojada con ellos cuando les dije que así no íbamos a seguir y les corté de un día para otro no sólo las horas de tele, sino la computadora y el celular. Fue un poco brusco, lo reconozco, pero fue lo primero que atiné a hacer. Realmente sentí que en el último año había accedido sin darme cuenta a un montón de cosas que nos estaban desconectando como familia y que si no hacía algo tal vez más tarde ya no hubiera marcha atrás”.

“Algunos cuentan que les han prohibido que vean tele durante las comidas; otros, que sacaron los televisores de sus dormitorios o no les permiten encenderlos al irse a dormir”

 

La preocupación que reconoce Cecilia (que no es precisamente una tecnófoba ya que ella misma trabaja en el campo de la informática) se ha vuelta en los últimos años mucho más común de lo que se suele pensar. Ya sea porque perciben la tendencia al aislamiento que conlleva pasar demasiado tiempo frente a una pantalla, pero también porque notan que sus hijos se vuelven más sedentarios, empiezan a ganar peso, duermen mal o bajan su rendimiento en la escuela, cada vez son más los padres que tratan de limitar las horas de encendido en el hogar.

Las modalidades aplicadas son de lo más diversas: algunos cuentan que en el último año han prohibido que se vea televisión durante las comidas familiares; otros, que sacaron los televisores de los dormitorios de los chicos o que ya no les permiten que los enciendan al irse a dormir. Y los más extremos reconocen haber impuesto estrictas pautas de uso para todo tipo de pantallas en los momentos compartidos en familia: desde los celulares de los hijos adolescentes hasta las tablets que usan los más chicos para jugar. En todos los casos reconocen sin embargo que se trata de un cambio de vida tan beneficioso como difícil de sostener.

UN FENOMENO GLOBAL

Lejos de ser sólo una preocupación de algunos padres, los efectos la presencia excesiva de pantallas en la vida de los chicos se ha vuelto en los últimos años objeto de numerosos estudios de investigación. Y es que además de comprobar que cada nueva generación pasa más horas frente a las pantallas que la anterior, se ha visto que los chicos que hacen un uso excesivo de ellas pueden ser multifuncionales pero pierden la capacidad de concentrarse en cosas concretas así como también cierta cualidad crítica para el pensamiento profundo y la resolución de problemas.

Uno de los últimos relevamientos hechos en nuestro país en torno a la cantidad de horas que pasan los chicos frente a las pantallas –el realizado desde el programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación en 2011- puso en evidencia que un 80% de los chicos argentinos de entre 11 y 17 años pasa de 4 a 6 horas diarias frente a la computadora, el celular y el televisor, y que su porcentaje se duplicó en los cinco años previos como parte de un fenómeno mundial.

“Hoy los chicos pasan más tiempo con los medios de comunicación y las tecnologías que con cualquier otra actividad, incluyendo la escuela”, señala Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación de la Universidad de París, autora del libro “Los chicos y las pantallas” y la principal responsable de aquella investigación. “Para las pantallas no hay feriado, vacaciones ni recesos. Por el contrario, en las pausas escolares el tiempo invertido aumenta”, menciona la investigadora al aclarar que se trata de un fenómeno universal.

Pero no menos universal, como advierten desde la Organización Mundial de la Salud, es la epidemia de sobrepeso y obesidad infantil que tiene entre sus principales causas la tendencia al sedentarismo por el abuso de las nuevas tecnologías. Sucede que más allá de que las horas de videos o televisión van en detrimento de las horas de juegos o actividades físicas, los chicos quedan expuestos además a un enorme caudal de publicidades de alimentos que en un 80%, como acaba de alertar la Fundación Interamericana del Corazón, contribuyen a generarles obesidad.

EL PESO DEL EJEMPLO

Lo cierto es que si bien el común de los padres reconoce que mirar demasiada televisión o pasar muchas horas al día en la computadora puede perjudicar el desarrollo físico, social e intelectual de sus hijos, no todos manejan los mismos parámetros sobre lo que es “demasiado” y, por otra parte, quienes intentan ponerles límite reconocen en su mayoría que no sólo implica un desafío grande sino uno bastante difícil de sostener. “Todo el tiempo estoy tratando de que miren menos tele pero me cuesta muchísimo hacerlo porque yo también miro bastante televisión”, reconoce Marcela, mamá de dos hijos adolescentes de 13 y 16.

“No importa tanto lo que se les dice como el ejemplo que uno les da, y hoy muchos chicos ven a sus padres muchas horas frente a una computadora o con el celular”

 

Uno de los principales obstáculos que advierten psicólogos y psicopedagogos en los intentos de los padres por limitarles las horas de pantallas a sus hijos es precisamente que ellos mismos tampoco lo hacen ya sea por placer o por necesidad laboral. “No importa tanto lo que se les dice como el ejemplo que uno les da, y hoy muchos chicos ven que sus padres pasan muchas horas frente a una computadora o con el celular”, dicen.

“Es comprensible que no muchos no consigan establecer y hacer cumplir normas adecuadas para el uso de los medios electrónicos por parte de sus hijos cuando ellos mismos están constantemente conectados a internet o recibiendo y enviando mensajes en el celular en momentos inapropiados”, señala la doctora Catherine Steiner, autora del libro “La Gran Desconexión: proteger la infancia y las relaciones familiares en la era digital”, quien sugiere a los padres evitar revisar el correo o atender constantemente el teléfono frente a sus hijos cuando no hay necesidad.

Lo mismo señala la psicóloga María Stoika, cofundadora de la Escuela para Padres de La Plata. “Para ponerles límite a los hijos los adultos debemos preguntarnos antes cómo nos relacionamos nosotros con ella. Porque más allá de que los chicos aprenden de lo que ven, a veces también se encierran frente a una pantalla porque sienten que a sus padres no les interesa jugar con ellos o porque no les ofrecen otras alternativas para construir esa relación”, dice al señalar que si bien “no resulta fácil poner límites hay que tener presente que los limites no son un castigo sino una forma de cuidado y contención”.

“VALOR Y DETERMINACION”

Claro que si no resulta fácil ponerles límite a los chicos en el uso de las pantallas no es sólo por las dificultades para hacerlo uno mismo como adulto sino también por la enorme resistencia que este tipo de medidas encuentra por parte de los chicos; en especial cuando la mayoría de sus amigos hoy usan la computadora o miran televisión sin restricciones.

Sin restarle importancia a las reacciones y protestas de los chicos frente a este tipo de medidas, la doctora Susana Stiffelman, autora de “Paternidad con presencia”, recomienda “no tener miedo, actuar con determinación y evitar ponerse a negociar con ellos”. “Reconozca que su hijo está enojado sin dar grandes discursos acerca de por qué no puede hacer lo que quiere. No hay problema en que los chicos se enojen, se aburran o se pongan ansiosos por perderse lo que hacen sus amigos online. Por el contrario, al enfrentar desilusiones los chicos se convierten en adultos más perseverantes al crecer”.

Stiffelman como otros investigadores que se han dedicado a trabajar sobre el tema insisten en la importancia de que los padres fijen horarios en los que no se usan pantallas en la casa, como la primera hora después de salir del colegio y la hora antes de acostarse; y en prohibir que los chicos miren tele o usar celulares durante las comidas o momentos de reunión familiar.

Consciente de las dificultades que encuentran muchas familias en el intento por aplicar reglas de este tipo, expertos de la Escuela de Salud Pública de Harvard publicaron una guía gratuita con recomendaciones. En ella resaltan tanto el valor de predicar con el ejemplo como la importancia de estar preparado para ayudar a los chicos a lidiar con el aburrimiento sugiriéndole otras actividades, al menos durante las primeras semanas hasta que aprendan nuevamente a entretenerse solos, como lo han hecho siempre.

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