Teléfono en la cárcel de Romero: llamó el Papa

Nadie lo tenía previsto, pero el teléfono sonó en medio de la clase y lo que era impensado entonces ocurrió: el papa Francisco llamó desde el Vaticano a 170 detenidos de la Unidad 45 de Melchor Romero que participaban de un taller de escritura y, en un tono amistoso y campechano, les envió saludos, consejos y un claro mensaje: “cada uno de nosotros tenemos problemas, pero los problemas son para superarlos y no para dejarse aplastar por ellos”.

La comunicación se produjo el 28 de agosto último, pasadas las 17, cuando los detenidos -reclusos de entre 18 y 25 años- participaban del taller de alfabetización, escritura y lectura “Cuenta Conmigo”, un voluntariado de educación no formal en contextos de encierro que se lleva adelante en la unidad carcelaria de 520 y 176.

UNA VOZ AL TELEFONO

Una de las instructoras del taller, Karina Valenti, contó que todo surgió de la iniciativa de la docente Paula Argañaraz, quien “conoce al Papa desde que era Jorge Bergoglio y le había hablado de nuestra labor, de los avances de los chicos y de cómo trabajan. Ella pautó la llamada pero no estábamos seguras de que fuera a concretarse porque el Papa tenía muchas reuniones para ese día”.

Como no estaban seguras, las docentes prefirieron no decir nada a sus alumnos y siguieron con su clase habitual. Pero el teléfono sonó y Paula puso la comunicación en altavoz para que todos en el taller pudieran escucharla. “Estamos haciendo una crónica literaria y los chicos no saben quién los está llamando y quién sos y me gustaría que vos los saludes”, dijo la docente a quien oía al otro lado de la línea. Hubo algunos murmullos y a los pocos segundos se oyó una voz cálida y amistosa que decía: “Bueno, buenas tardes chicos. Yo le prometí a Paula que los iba a llamar. Los llama desde Roma el Papa Francisco. A Paula la conozco, sé que trabaja con mucho cariño con todos ustedes y me habla muy bien de ustedes, de las ganas que tienen de salir adelante, de luchar”.

Varios de los reclusos se miraron y se preguntaban sin poder salir del asombro: “¿Es el Papa Francisco, de verdad...?”

Antes de que las dudas siguieran, el Papa continuó al otro lado del teléfono: “Miren, no hay peor cosa que un joven jubilado antes de tiempo. No se jubilen, la vida necesita de ustedes. Cada uno de nosotros tenemos problemas o hemos tenido problemas pero los problemas son para superarlos y no para dejarse aplastar por ellos. Un joven tiene como misión el salir siempre adelante, con esperanza, gozo, con la cara alegre y no con la cara triste”.

A esa altura era todo emoción y sonrisas en el taller de la Unidad 45. “¡No sabés lo que eran las caras de los pibes! Casi se les cae la mandíbula”, recordó Valenti y, entre risas, reveló que uno de los detenidos le comentó: “cuando le cuente a mi abuela, que es súper creyente, no me va a creer y va a pensar que volví a drogarme”.

Otro de los detenidos, Santiago (20), contó que el llamado lo sorprendió por completo. “Quedé impresionado -detalló-, con la sensación de que tengo que poner todo para seguir adelante. Yo ya terminé la secundaria y el año que viene quiero empezar la universidad”. Franco (21), otro de los reclusos que escuchó el mensaje del Papa, relató que al oír la voz de Francisco pensó que todo se trataba de una broma. “No lo podía creer -contó-. Nos pidió que recemos por el él y nos dio una bendición, fue algo increíble”. Es verdad: para cerrar la comunicación -que se extendió durante casi tres minutos-, Francisco expresó: “Bueno, yo los quería saludar, Paula me lo pidió y lo hago con mucho cariño, les pido que recen por mí y yo rezo por ustedes. Muchas gracias, que Dios los bendiga y recen por mí por favor”.

Ni bien la llamada se cortó, los internos, entre atónitos y asombrados, reaccionaron con un largo aplauso. “Sin dudas, la comunicación con el Papa quedará en la memoria de los 170 jóvenes privados de la libertad, instructoras y agentes penitenciarios, y servirá para motivarlos a poner energía para superarse”, aseguraron las autoridades de la cárcel.