Tránsito fatal: 21 muertos por día y los índices estancados desde los ´90

La historia de Víctor González y su hijo Diego es una de las tantas que aparecen detrás de la fría estadística de accidentes de tránsito en la Argentina, una flagelo que provoca 21 muertos por día, cifra que - pese a leves oscilaciones - se mantiene desde los años ´90, según indican desde la ONG Luchemos por la Vida.

“Estamos en el ´ Decenio de Acción para la Educación Vial establecido por la Organización de las Naciones Unidas, que comenzó en 2011 y tiene como objetivo que las víctimas fatales por accidentes de tránsito se reduzcan a la mitad en el 2020. Sin embargo, entre 2011 y 2014, en la Argentina, ese indicador sólo se redujo en un insignificante 0,6%”, dice la licenciada María Cristina Isoba, Directora de Investigación y Educación Vial de esa entidad.

El problema de los accidentes de tránsito volvió a colocarse en el centro del debate la última semana a raíz de la muerte del futbolista de Lanús Diego Barisone, fallecido en un accidente de ruta cuando viajaba desde Santa Fe a Buenos Aires.

Barisone murió el ultimo lunes cuando el auto que conducía chocó de atrás a un camión en la autopista Rosario-Santa Fe, a la altura de la ciudad de Coronda. El accidente ocurrió pasadas las 5 en el kilómetro 111 de esa autovía, donde el futbolista se trasladaba a bordo de un coche Volkswagen Scirocco y por causas que se trataban de establecer, el rodado embistió por la parte trasera a un camión que circulaba en su mismo carril, en sentido norte-sur.

Barisone, de 26 años, regresaba desde Santa Fe hacia Lanús para comenzar con la semana de entrenamientos luego de haber tenido el lunes libre tras el partido del domingo ante Defensa y Justicia.

“Amesetados”

Según los datos manejados por Luchemos por la Vida “mientras otros países logran reducir sus muertes por accidentes de tránsito, nosotros estamos prácticamente amesetados desde los años ´90. La mayoría de estos últimos años ha habido oscilaciones insignificantes en el número de muertes, por lo tanto no se puede hablar de ninguna mejoría”, dice Isoba.

A la hora de analizar las causas que explican esta situación, los especialistas mencionan múltiples factores. Entre ellos, los controles insuficientes, erráticos o ineficaces; las fallas de una infraestructura vial, que, consideran, atrasa entre 30 y 40 años y el escaso control del parque automotor, en un país donde pocas provincias tienen establecida la verificación técnica vehicular obligatoria.

Otros expertos apuntan a la ligereza con la que se extienden las licencias de conducir, sin exámenes adecuados y al escaso impacto logrado por las campañas de educación vial (ver aparte).

Para María Cristina Isolba, “mientras en los países más avanzados en materia vial se multiplica la presencia de radares en rutas para evitar el exceso de velocidad, aquí se reduce y ese es sólo uno de los aspectos de los controles y sanciones que son cuestionables. Por ejemplo, no sirve tener cámaras si después no se concreta ningún tipo de sanción al infractor. Y esa falta de sanción tiene que ver con falta de decisión política. La inexistencia de juzgados de faltas en muchas localidades atravesadas por rutas son una muestra de eso; la falta de capacitación de los policías encargados de hacer multas, también”.

En Luchemos por la Vida también cuestionan los controles de alcoholemia, porque son discontinuos, porque son fijos (no rotan y por lo tanto son predecibles) y muchas veces los inspectores se quejan de que las sanciones quedan sujetas a favores y relaciones.

Los expertos también dirigen sus cuestionamientos al estado de la infraestructura vial.

De ésta dicen que su diseño en muchos casos atrasa entre 30y 40 años, que la mayoría de las rutas fue construida en la primera mitad del siglo pasado para automóviles que circulaban a máximas de entre 70 y 80 kilómetros por hora y que no están preparados - su peralte, el diseño de sus curvas - para transitar a máximas de ente 110 y 130.

También se habla de la falta de mantenimiento de las rutas, que a veces no están marcadas, aparecen poceadas o con sus banquinas ganadas por pastizales.

“La falta de control también se nota en el estado de muchos de los vehículos que circulan por las rutas nacionales u provinciales, con los neumáticos gastados, sin espejos o con problemas en las luces”, agrega Isolba.

Mientras esto sucede aquí , sostiene la especialista, en países que está a la vanguardia en la prevención de accidentes, como Suecia, se instala el concepto de “Misión cero”. ¿Qué implica?: Que directamente no es aceptable que haya heridos o muertos a causa de la movilidad.