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Información General |Muerte digna

Un drama entre el cine y la dura realidad

La última película de Darín reinstala el debate en torno a un derecho que nuestra sociedad no termina de asimilar

Un drama entre el cine y la dura realidad

“Cada uno muere como puede”, dice Julián, el personaje que encarna Darín en “Truman”, quien padece una enfermedad terminal

4 de Octubre de 2015 | 02:15

En Truman, la última película protagonizada por Ricardo Darín, su personaje -un actor argentino que vive en España- tiene un cáncer que se ha extendido al punto de constituir ya un cuadro terminal. Consciente de que le queda poco tiempo y que no puede elegir demasiado, elige al menos la forma en que quiere morir; o en todo caso, la forma en que quiere vivir los días que le restan: y su elección es la de dejar de ser un paciente para asumir el mando, “como puede”, de su propio e inminente fin.

Tres formas de morir, sólo una legal

En una sociedad que en las últimas décadas ha tendido a medicalizar cada etapa de la vida desde el nacimiento a la muerte, la elección de la que habla el film parece tener una vigencia cada vez mayor. Prueba de ello son los diversos reclamos que dieron lugar a la Ley de Muerte Digna, un fuerte reconocimiento del Estado al derecho de cada persona a elegir cómo quiere morir.

¿En qué medida sin embargo esa Ley ha incidido en el comportamiento de la comunidad? A juzgar por lo que cuentan médicos, colegios profesionales y autoridades sanitarias, la respuesta parece ser “muy poco”.

En los tres años que lleva vigente la Ley no parece registrarse en la Región un aumento de casos en los que se la haya invocado.

 

En los tres años que lleva en vigencia la ley nacional de Muerte Digna (o los dos años de su par bonaerense) no parece registrarse al menos en nuestra región un aumento de casos en los que se la haya invocado para limitar el esfuerzo terapéutico en pacientes terminales, ni tampoco conflictos generados por médicos que se nieguen a respetar el nuevo marco legal. ¿Pero es ese un dato desfavorable? Hay quienes aseguran que no.

NI SOLICITUDES NI QUEJAS

“La Ley de Muerte Digna es un recurso que tiene más aplicación en las situaciones de terapia intensiva que entre personas que desarrollan una enfermedad terminal”, comenta la doctora Cecilia Jaschek, jefa de la Sala de Cuidados Paliativos del Hospital Rossi, al señalar que no es común que pacientes como el que encarna Darín en “Truman” se amparen en el nuevo marco legal.

“Sucede que en el caso de los pacientes con enfermedades terminales suele haber un tiempo para dialogar con ellos y establecer qué es lo que quieren hacer llegada tal o cual situación. De hecho la Ley no ha cambiado mucho nuestro trabajo -dice la médica-. Ya desde antes de que existiera veníamos reconociendo la autonomía de las personas con enfermedades irreversibles para decidir no tratarse, una opción que muchas eligen y que nunca ha estado reñida con la legislación”.

“Por eso -agrega- el tema pasa más por situaciones propias de la terapia intensiva, como el caso de alguien que tiene un accidente de tránsito y que de pronto se encuentra en estado irreversible sin que haya dejado directivas expresas. Es ahí donde suelen darse conflictos que hoy la Ley de Muerte Digna permitiría resolver mejor”.

¿Pero se están dando situaciones así en las terapias intensivas? Sin ser ésa su especialidad, el doctor Julio César Moreno, secretario general del Colegio de Médicos de La Plata, entiende que no. “Tal vez haya algunos casos, pero nosotros no tenemos conocimiento de situaciones en las que se haya invocado la nueva Ley para limitar los esfuerzos terapéuticos de algún colega sobre un paciente terminal”, dice.

Lo mismo señalan desde el Programa de Prevención y Asistencia Médico Legal del ministerio de Salud bonaerense. “Desde que se sancionó la ley provincial en 2013 no hemos tenido rebotes de su funcionamiento en tanto no han habido conflictos, reclamos ni quejas que demandaran nuestra intervención, lo que nos hace presumir que los posibles casos se están resolviendo naturalmente entre los pacientes y los equipos de Salud”, afirma Cecilia Pozo, su titular.

HACIA UNA ”BUENA MUERTE”

Que a tres años de entrar en vigencia la Ley de Muerte Digna casi no se registre su aplicación constituye un fenómeno que puede explicarse en múltiples causas; entre ellas, el hecho de que la existencia del propio marco legal –como señalan algunas organizaciones de pacientes- haya incidido sobre la actitud de los médicos al atender a personas en estado terminal. “Los médicos que peinamos canas fuimos formados para mantener a las personas con vida y esta Ley vino a recordarnos que llegado el caso, si el paciente no quiere tratarse, tenemos que aceptar su voluntad, algo que nos cuesta, pero que tenemos que aceptar”, reconoce el doctor Moreno.

“La formación médica ha sido descuidada en lo que hace a lidiar con el dolor, el sufrimiento y la muerte. En primer lugar porque el sufrimiento tiene de alguna manera un valor religioso en tanto se lo ve como algo que puede enriquecernos espiritualmente; pero también porque la medicina ha tendido a considerar a los cuidados paliativos, tan valiosos para tener una buena muerte, como un fracaso profesional”, explica el doctor José Alberto Mainetti, director de la Escuela Latinoamericana de Bioética y profesor titular de la cátedra de Bioética en la facultad de Medicina de la UNLP.

“La Ley vino a recordarnos que llegado el caso, si el paciente no quiere tratarse, tenemos que aceptar su voluntad, algo que nos cuesta”

 

“Es cierto que por la formación que recibimos desde el pregrado los médicos estamos más preparados para curar que para ayudar a morir”, reconoce la doctora Cecilia Jaschek al explicar que algunos colegas suyos siguen viendo la decisión de los pacientes terminales de no recibir tratamiento como “una forma de deslealtad” hacia ellos “cuando en realidad no es más ni menos que lo que esa persona está eligiendo hacer con el tiempo que le queda por vivir”.

“Pero lo cierto es que las opciones no se limitan necesariamente al encarnizamiento terapéutico o el abandono total del paciente -señala la médica-. En cuadros terminales, el patrón de intervención puede ser muy flexible: dejar de recibir un tratamiento específico no implica de por sí renunciar al acompañamiento que puede brindar un equipo de salud, ya sea tratando los síntomas para ayudar a transitar la etapa final de una enfermedad, como acompañando con su conocimiento al paciente y la familia en esa decisión que tomó”.

Con o sin Ley, “la medicina tiene el deber de atender el final de la vida con los cuidados necesarios para que se puede morir dignamente. Una buena muerte se puede lograr en casi todos los casos con cuidados paliativos”, sostiene el doctor Mainetti.

A su entender, “no es sólo la medicina la que se ha ido alejando del valor que tiene el buen morir; también la sociedad”. “Se trata de una cuestión cultural que tal vez tome años revertir. Por eso es tan importante cambiar el concepto de `muerte digna` por el de `vida digna` -sostiene Mainetti-. Porque en el fondo nadie acepta la muerte. Cuando un paciente terminal dice que quiere morir dignamente lo que está diciendo en realidad (como el personaje de Darín en “Truman”) es que quiere vivir el tiempo que le queda con mayor dignidad”.

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