Un grito potente y una prueba para el futuro

La lluvia siempre aporta un marco más conmovedor. No hubiera hecho falta, sin embargo, para darle fuerza y contundencia a la impresionante marcha de esta semana contra los femicidios y toda forma de violencia contra la mujer. La del miércoles fue, sin duda, otra demostración masiva de una sociedad que ya no tolera esa expresión de barbarie y primitivismo. Fueron las propias mujeres las que desafiaron la lluvia, en Buenos Aires pero también en otras ciudades del país, para decir “nos queremos vivas” y gritar, otra vez, “Ni una menos”. Esa multitud de mujeres vestidas de negro y cobijada debajo de paraguas multicolores se convierte en otra imagen de potente simbolismo. Las cosas -seguramente- no cambiarán de un día para el otro. Nada se resuelve mágicamente; mucho menos cuando se trata de flagelos profundos y complejos con diversas raíces. Pero esta nueva movilización -que además tuvo adhesiones espontáneas en cada oficina, en cada escuela, en cada universidad, en cada hospital...- marca un camino hacia la toma de conciencia que, indudablemente, resulta auspicioso.

Mientras esto ocurre entre nosotros, Estados Unidos lidia con un candidato que exhibe sin pudores una actitud de agresividad y de maltrato hacia las mujeres. No sólo enfrenta Trump una colección de denuncias por presuntos acosos, sino que además despliega una retórica que mezcla vulgaridad y violencia contra las mujeres en general y algunas en particular. Trump, sin embargo, demostró esta semana no tiene límites en su capacidad de espantar. Dijo que aceptará el resultado de la elección... si gana. ¿Qué se puede agregar?

El tercer y último debate entre el candidato republicano y su rival Hillary Clinton fue, junto con la marcha “Ni Una Menos”, una de las noticias centrales de la semana. Pero hubo otra de capital importancia: fue el examen que se tomó, en medio de polémicas y resistencias gremiales, para saber cómo está la educación en la Argentina.

Por ahí pasa, sin duda, el gran debate sobre el futuro del país. Aunque parezca -y quizá sea- un lugar común, decir que en la educación está la clave es decir lo obvio y decir, al mismo tiempo, lo fundamental. ¿Puede alguien oponerse fundadamente al objetivo de evaluar para trazar un diagnóstico? Por supuesto que son opinables el contenido y la metodología de la prueba, pero no la decisión de tomarla y buscar a través de ella saber dónde estamos parados.

En algunas escuelas se vio algo más grave: involucraron a los alumnos en una suerte de resistencia activa contra la evaluación. Por suerte fueron casos aislados.

Mientras tanto, el Gobierno se concentró en propiciar acuerdos por el bono de fin de año para despejar un horizonte de tensiones sociales y sindicales. La Ciudad sufrió un paro de colectivos de dos líneas estratégicas -la Este y la 520- que empezó sorpresivamente el lunes y todavía sigue. Y la Provincia buscó, por su parte, avanzar en un acuerdo salarial con los estatales que trace una perspectiva más previsible para el año que viene.

En medio de estos tires y aflojes, la primavera no parece enterada de que ya le llegó el turno. La realidad (cargada de claroscuros) necesita un poco de sol.