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Información General |Crisis de autoestima

Un mal del que ninguno está exento

Especialistas explican su importancia. Algunos consejos que pueden ayudar a reforzarla

Un mal del que ninguno está exento

Un mal del que ninguno está exento

21 de Febrero de 2017 | 02:41

Lo que pensamos de nosotros mismos, la manera en la que percibimos la realidad; las aspiraciones y las formas de vincularnos con los demás, son algunos de los aspectos de la vida condicionados por la autoestima. Atreverse o acobardarse; ir por más o conformarse; levantarse para volver a intentar o asumir el rol de víctima, son elecciones decisivas en el rumbo que tomará la vida y también estarán determinadas por la confianza en uno mismo.

Es por eso que los especialistas insisten en la importancia de consolidarla y reforzarla cuando haga falta. Si bien nadie permanece exento de atravesar estas crisis, suelen aparecer en etapas claves como la adolescencia, con los cambios de década o en momentos difíciles como las separaciones, pérdida del trabajo o enfermedades.

“La autoestima es lo que llamamos el sentimiento de si mismo y está en relación con el conjunto de rasgos que conforman nuestra personalidad”, dice la psicóloga María de Jesús Ferrero, y explica que “con un nivel positivo de autoestima veremos a un sujeto quererse, valorarse, respetarse. Esto es una construcción y es intersubjetiva, que no sólo tiene que ver con nuestras experiencias en la relación con otros sino también con los distintos ambientes que transitamos, familiar, o social”.

“Con un nivel positivo de autoestima veremos a un sujeto quererse, valorarse, respetarse. Esto es una construcción y es intersubjetiva. No sólo tiene que ver con nuestras experiencias en la relación con otros sino también con los distintos ambientes que transitamos”

La especialista explica que la autoestima va de la mano de la constitución de la propia identidad, de cómo interpretamos la realidad externa e interna. “El grupo de crianza es el encargado de transmitir esa primera valoración y el que va formando los rasgos de identidad”, afirma.

La imagen que uno tiene de sí mismo no es algo con lo que se llega al mundo, sino que se construye en los sucesivos encuentros con esos otros significativos, que permitirán que se vayan conformando ideales y expectativas. La primera imagen que los chicos tienen de si mismos es la que le devuelven los adultos.

La psicóloga Silvia Medina define la autoestima como la validación de uno mismo. Esto se da a partir de la valoración y aprobación del otro. “Son los padres y adultos significativos que rodean al niño los que lo confirman o no. Por eso en la primera infancia los chicos buscan la aprobación del otro”, dice.

Este es el motivo por el que los niños abandonados tienden a tener una autoestima vulnerable. Aunque, como aseguran los expertos, es una característica que con trabajo terapéutico se puede revertir. “En general los pacientes se deciden a arrancar con una terapia cuando sienten su autoestima vulnerada”, afirma.

¿Como surgen los problemas de autoestima?

Ferrero explica que a veces los padres pueden no devolver al niño una imagen o hacerlo de manera perjudicial. Esto dejaría marcas profundas en lo psíquico.

“Freud explicaba que la estima de sí era por una parte primaria, el residuo del narcisismo infantil, otra parte surgía de la propia experiencia y una última de la satisfacción de la líbido de objeto (todo lo que la persona posee o ha alcanzado)”, dice Ferrero, y plantea que la importancia de la autoestima radica en que no sólo brinda una sensación de fortaleza y resistencia, sino que también otorga capacidad de recuperación.

Las personas con una autoestima alta tendrían un mejor rendimiento y les resultaría más fácil relacionarse socialmente. Otra ventaja es que les costaría menos enfrentarse a errores, frustraciones y decepciones.

Por el contrario, como sostiene Medina, las personas con baja autoestima son inseguras, les cuesta salir del discurso de la queja, tienen mayores dificultades para tomar decisiones y son más inhibidos. “Suelen tener dificultades para integrarse a grupos y para sostener relaciones de amistad. Muchas veces la inseguridad acarrea temores que pueden transformarse en fobias”, afirma.

Pero la autoestima no es algo inamovible y en determinados momentos de la vida suele tambalear. “En la niñez surgen las primeras crisis cuando los chicos empiezan a comprender el significado de la frustración. Cuando tienen la autoestima fortalecida se sobreponen fácilmente, de lo contrario les cuesta más”, dice Medina.

“Las separaciones o cuestiones relacionadas con la crianza de los hijos son situaciones que pueden vulnerar la confianza en uno mismo”

Como explica la especialista, la adolescencia suele ser otra etapa difícil para la autoestima, porque es el momento en el que se abandona el cuerpo de niño para adquirir uno distinto. “Cualquier falta de validación que tengan en esta etapa se les transforma en una frustración. El desafío es aprender a lidiar con ellas”, manifiesta.

También en la adultez se atraviesan momentos que pueden poner en jaque la autoestima. “Las separaciones o cuestiones relacionadas con la crianza de los hijos son situaciones que pueden vulnerar la confianza en uno mismo”, afirma Medina.

Algunos pasos que pueden ayudar a reforzarla

Especialistas marcan algunas pautas que pueden ayudar en momentos críticos. La primera consiste en centrarse en aspectos positivos para minimizar los efectos psíquicos que pueden acarrear los pensamientos negativos sobre uno mismo. Algunas personas acostumbran a centrarse en sus defectos y la mejor manera de neutralizar estos pensamientos es “taparlos” con otros que contengan una carga inversa, como recordar cosas buenas o que enorgullezcan.

Perseguir el logro en vez de la perfección. Las ansias de perfección tienden a paralizar en lugar de impulsar a la acción. Incluso las ganas pueden surgir de la propia acción.

Aceptar que los errores son parte de la vida y que algunas veces se gana y otras no. Cuando las cosas no resultan como uno esperaba, lo mejor es tratar de encontrar alguna enseñanza.

Comenzar cosas nuevas o tomar clases de algo puede ayudar a fortalecer la autoestima. También diferenciar las características personales que se pueden cambiar de las que no (como puede ser la estatura o determinados rasgos). Una vez hecha la distinción, se podrá trabajar para mejorar las que son modificables y aprender a aceptar las otras.

Hacer ejercicio, participar de proyectos grupales, permitirse pasarla bien, trazarse objetivos y acciones que encaminen hacia la meta ayudarán a construir un autoestima fuerte y sana.

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