Una de la mayores problemáticas de hoy

Por FLAVIA RAINERI
Directora del Programa Materno Infantil del Ministerio de Salud de la Provincia

Las evidencias aportadas por los avances en neurociencia han reforzado en los últimos años los criterios en torno al consumo de alcohol durante el embarazo: mientras que antes había cierto margen de tolerancia, hoy la indicación es de cero alcohol durante la gestación, por el riesgo que este consumo tiene sobre la salud de las madres, pero sobre todo sobre la salud fetal.

El consenso en torno a evitar por completo el consumo de alcohol durante el embarazo surge del hallazgo de un gen que hace que incluso pequeñas dosis pueden tener serias consecuencias sobre el proceso de gestación de las mujeres que lo poseen. Por tener genéticamente más sensibilidad a los efectos del alcohol, entre ellas la frecuencia de malformaciones fetales es mucho mayor.

Por eso mientras que antes se creía que casi no había riesgo, hoy no sólo se sabe que el riesgo es alto sino que no está necesariamente relacionado con la cantidad de alcohol que se tomó. Y estamos hablando de malformaciones graves, daños neurológicos y retrasos madurativos en los bebés.

Esto es algo que desconocen en general las embarazadas más jóvenes, entre quienes el consumo de alcohol tiende a estar naturalizado. De ahí que resulta muy difícil lograr que modifiquen su conducta de consumo al quedar embarazadas. Pero además, por tratarse en muchos casos de chicas adolescentes o en situación de vulnerabilidad, siguen tomando como siempre hasta muy avanzado el embarazo porque desconocen su condición.

En este contexto el consumo de alcohol y otras sustancias entre las embarazadas se ha vuelto una de las principales problemáticas hoy, sobre todos en lo contextos de mayor vulnerabilidad social. Se trata de un problema relativamente nuevo que se ve cada vez más y que nos pone ante el desafío de pensar nuevas formas de abordar las campañas de cuidado durante el embarazo.