Chicos de la periferia emprenden un viaje para descubrir la Ciudad

“Hay niños de doce años que viven en la periferia y no conocen el centro. Niños que vieron por primera vez la Catedral, el Zoológico, el Planetario, cuando les mostramos fotos. Luego de realizar un trabajo educativo y social con esos chicos, el impacto de un viaje que para otros puede ser de rutina es muy significativo, deja huellas. Al punto que el sexto grado de una escuela de Olmos tomó la visita a la República de los Niños como su viaje de fin de curso. La extensión, definitivamente, tiene un impacto cualitativo”.

Carla Maroscia, directora del proyecto “Dejando huellas” de la facultad de Económicas de la UNLP, define así el espíritu de la iniciativa que nació en 2012 y fue creciendo hasta hoy, siempre con el objetivo de “trabajar con sectores sociales vulnerables que no pueden salir de los barrios periféricos”; una propuesta de miniturismo social que ya prendió en escuelas, talleres protegidos y casas del niño, por poner algunos ejemplos.

Hasta 2013, el proyecto trabajó con 3 centros comunitarios de extensión de la Universidad básicamente realizando viajes sociales. “El año pasado, el cambio que nos propusimos y por suerte logramos fue convertir el viaje en el disparador para desarrollar un vínculo entre los extensionistas y los chicos, un ida y vuelta que genere un proceso de aprendizaje”, explicó Carla.

la escuela

Fue así que los 77 extensionistas (82% alumnos) llevaron a cabo con casi 180 personas (80% niños y adolescentes) 10 talleres en territorio, más de 20 visitas a los barrios y más de 10 visitas a atractivos turísticos.

A través de los centros de extensión N° 3 Corazones del Retiro (Olmos), N° 4 de Villa Castells y N° 5 Arroz con Leche (Abasto), en 2014 trabajaron con 6° grado de la Escuela Primaria 63 -en el primer caso-, grados inferiores de la Escuela 11 -en el segundo-, y en el tercero con chicos de la asociación civil.

“Fue muy interesante poder moverse dentro de ámbitos escolares, donde el apoyo de las docentes fue impresionante y se estableció un vínculo muy fuerte y un proceso de aprendizaje, de ida y vuelta, muy productivo”, apuntó Carla Maroscia.

“La situación de exclusión y vulnerabilidad en la que se encuentran los chicos de la escuela de Olmos les había impedido hasta ahora conocer los atractivos de la Ciudad, por eso se fue trabajando con ellos con dibujos, rompecabezas, charlas, con el objetivo de que finalmente fuesen ellos los que eligiesen el viaje. Y se fue a la República y a la Catedral”, comenta la directora del proyecto para añadir que “los alumnos hicieron una bandera y tomaron esa salida como el viaje de egresados; fue muy emotivo”, relató.

Asimismo apuntó que “uno a veces se plantea si no estará equivocándose al llevar a chicos a lugares supuestamente aburridos para ellos, pero cuando fuimos a la Catedral nos dimos cuenta del impacto que le causó a la mayoría subirse por primera vez a un ascensor. Esas experiencias llevan a plantearse la extensión desde lo cualitativo y no sólo desde lo cuantitativo”, realzó.

Con los pequeños de 1° a 3° grado de la Escuela 11 de Villa Castells visitaron el Planetario y la Catedral, después de hacer un intenso trabajo en las aulas combinando juegos, dibujos, fotografía, material audiovisual.

El museo Emilio Pettoruti, la Catedral y el Estadio Unico fue el corolario del proceso de aprendizaje que llevaron a cabo en Abasto.

“Luego de esta experiencia, el niño, la maestra, el extensionista, ya no son los mismos. Quedó una huella”, define Maroscia.