Dardo D´Alessandro

Profesor de Educación Física que con sus enseñanzas de vida dejó una marca imborrable en distintos colegios de la Ciudad; valorado jugador y entrenador en La Plata Rugby Club; y un ser humano entrañable que se ganó, por sus infinitos gestos, el respeto y el cariño de todos aquellos que lo rodearon, falleció, tras pelear, sin perder la entereza, contra una larga y dura enfermedad, Dardo D ´Alessandro.

Hijo de un reconocido dirigente de Estudiantes de La Plata, Dardo D ´Alessandro, y de “Cuca” Cagliada, había nacido el 18 de diciembre de 1959, y fue el mayor de sus hermanos, Pablo y Mariela. En la casa de sus abuelos de Gonnet, lugar por el que sentía un particular apego, creció, formó su propia familia y vivió hasta sus últimos días. La escuela primaria la cursó en el Colegio Concilio Vaticano II, y la educación secundaria la cumplió en lo que por entonces era el Comercial Belgrano, de 9 y 38. Ingresó a la facultad de Humanidades y ahí se graduó de profesor de Educación Física.

Convencido de los valores del deporte y de la importancia de llevar una vida sana, fue un admirado “profe” en los colegios Juan Manuel Estrada de City Bell y José Obrero y Concilio Vaticano II de Gonnet, como así también varias generaciones de jugadores de La Plata Rugby tuvieron la fortuna de formarse a partir de sus sabios consejos y de su mirada atenta.

Trabajó, también, desarrollando un rol esencial en esa población vulnerable de chicos, en la Casa del Niño Amad, de Ringuelet. Y dueño de una singular sensibilidad, llevó adelante una inmensa tarea social al crear, junto a otros ex jugadores, el Ensenada Rugby Club, un proyecto con el que se logró evitar que numerosos adolescentes cayeran en las trampas de la calle.

Sus inicios como rugbier fueron en el Club Universitario. Pero al poco tiempo se pasó a La Plata Rugby, entidad en la que “Pochoclo”, como lo habían apodado en la institución de Gonnet, quedó vinculado para siempre. Después de jugar en ese equipo durante muchos años se volcó, como entrenador o como preparador físico, a colaborar con las divisiones inferiores y juveniles. Junto a estos planteles se fue de gira a Europa en 1986.

Como una herencia familiar insoslayable, fue socio al minuto y un hincha fanático de Estudiantes. En ese otro club de sus amores también dio muestras de sus saberes como preparador físico de las categorías infantiles.

A Marisa Marinoni, su esposa, la conoció en los tiempos de estudiante universitario, pues ella también se dedicó a la Educación Física. La pareja tuvo tres hijos: Ramiro, Delfina y Fermín, y con los años Dardo se convirtió en un abuelo orgulloso de los pequeños logros de sus nietas, Martina y Helena.

En la década del 80 se desempeñó como guardavidas en las playas de Pinamar, paisaje del que se enamoró y eligió luego, verano tras verano, para pasar las vacaciones con su familia y amigos.