El San Vicente de Paul restaura un cañón para disparar como en 1796

Un paseo por el Museo de Luján llevó al sacerdote Raúl Sidders a recorrer el Patio de los Cañones, pero entre todos le llamó la atención el que estaba en un rincón, prácticamente arrumbado. A partir de ese momento comenzó a imaginarlo en los actos de recreación histórica del Cuerpo de Blandengues del Fuerte Barragán, integrado por alumnos del colegio San Vicente de Paul y, aunque pasaron unos 15 años, esa pieza creada en Sevilla en 1796, en la que todavía se lee el sello real de Carlos IV, ya está en un 90 por ciento restaurada. “Todo es para recrear la historia de la patria vieja, la anterior a 1810”, apuntó el religioso.

En el área de enseñanza técnica del colegio San Vicente de Paul se trabaja arduamente para poner en valor el cañón fundido en España. La histórica pieza, de bronce, pesa 1.190 kilos, pero con el soporte de madera que acompaña el equipamiento alcanza casi las 2 toneladas; el trabajo de recuperación se realiza tras un convenio entre el Arzobispado de La Plata, Astilleros Río Santiago y el gobierno de la provincia de Buenos Aires.

“Desde la Asociación Blandengue hace 16 años que hacemos actos de recreación para que los chicos tengan un acercamiento a la historia desde lo teatral, participaron hasta 25 mil personas en esos eventos, un proyecto consolidado que nació en La Plata”, dijo el sacerdote, vicepresidente de la Asociación Americana de Recreación Histórica.

En esos encuentros en los que son fundamentales los trajes de época y las réplicas de las armas, resultan valiosos los carros, los caballos y los cañones desde los que se disparan las salvas.

El cañón de campo recuperado es de 8 libras, se llama Anfión y tiene grabado el escudo del rey. “Quería darle vida a ese cañón para que volviera a ´hablar´ como lo hacía en 1796 y en los años de la reconquista y defensa de Buenos Aires, en las primeras batallas de la independencia”, agregó Sidders.

Las tareas de restauración llevan 5 años: en principio se lo trasladó al Astillero en donde se hizo un pormenorizado estudio de los materiales con los que fue armado con el objetivo de ponerlo a punto para que pueda disparar las salvas.

Después se construyó el soporte de madera que sostiene el cañón, previendo el impacto de los disparos. Un artesano de la localidad de San Vicente se encargó de hacer las ruedas que son de 1,74 metros.

“Los elementos de madera se hicieron con la más dura, la que se utiliza en los barcos, la conseguimos en Astilleros, en el proceso de restauración intervinieron herreros, carpinteros y personal de otros diez oficios”, sostuvo el cura.

Además se restauró un carro similar a los que se empleaban con bueyes para trasladar la pólvora, las municiones y los elementos necesarios en las recreaciones.

También se requirió la intervención de un maestro de armas de Río Santiago que trabaja en las piezas ópticas de bronce desde las que se mira para apuntar a los objetivos.

“Todo se hizo sin dinero, con ayuda, porque no es fácil restaurar una pieza que es monumental, nos hubiera gustado ponerlo en funcionamiento para el 9 de julio, pero no se llegó”, dijo el sacerdote quien reflexionó que cuanto más cerca se está de finalizarlo, más se demora.

Antes de su presentación en sociedad se prevé ir al Regimiento de Arana para hacer las primeras pruebas de tiro. “Es un elemento valioso para recuperar la memoria de antes de 1810, si bien hace unos 5 años que no se hacen acá las representaciones, seguramente las haremos en donde nos convoquen”, señaló.

En relación al destino que se le dará, Sidders opinó que imagina el cañón en el patio de la Gobernación o en la Legislatura, algo que tendrán que definir las autoridades porque es propiedad de la Provincia.

“Cada vez que nos inviten a un pueblo podemos ir con ese cañón y el carro que tiene 4 metros de alto; lo que sumaremos a los otros 2 cañones de 6 libras que pertenecen al Colegio”, concluyó el restaurador.