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La Ciudad |la fiebre por grABar lo que sea y subirlo a la web

Filmalo, filmalo: nada escapa al celular y ahora en la calle todo queda registrado

Las redes sociales se colman de videos. Un creciente fenómeno social con algunos grises legales

23 de Octubre de 2016 | 02:11

Mientras a través del celular Marianela pone los ojos de su esposo en el acto escolar por el Día de la Familia para hacerlo partícipe de una escena de la que quedó excluido por cuestiones laborales, Ezequiel, taxista y periodista aficionado, lleva su teléfono en el asiento del acompañante para “capturar”, desde choques hasta peleas callejeras y, a pocos metros de donde él está estacionado, Elizabeth llega por primera vez a la Catedral platense desde San Miguel de Tucumán y quiere transmitírselo “en vivo” a su madre, que la sigue por Facebook. Todas instantáneas que se multiplican gracias a la creciente tendencia de filmarlo todo.

El auge de redes sociales como Instagram y Snapchat, o la nueva función para transmitir en vivo de Facebook, hacen posible enviar fotos y filmaciones en tiempo real a todos los contactos que se tengan y para los usuarios es una forma más de compartir. Pilar, estudiante de Comunicación, asegura que para ella fue un buen recurso para dejar testimonio del viaje que proyectó durante años.

“Hoy hay dificultad para salir, para encontrarnos y eso nos hace recurrir a otros medios, a través de internet podemos ver desde paseos en bicicleta hasta fiestas de cumpleaños, todo se exhibe de modo tal como si no existiera el ámbito privado”

“Nunca había usado las redes para filmar mi día a día hasta que me fui de viaje. Estando sola en el exterior, encontré en esa herramienta la posibilidad de narrar a mis amigos, familiares y seguidores mis vivencias, sin filtros y en tiempo real”, dice la joven y agrega: “recuerdo haber tomado un café en una terraza parisina de Saint-Germain-des-Prés o recorrido el barrio de Chelsea en Londres, con celular en mano y la tecla de REC presionada. De algún modo, el hecho de contar y hacer partícipe de mis aventuras a quien veía mis Instagram Stories, hizo que sintiera que podía compartir con alguien lo que estaba viviendo y así estar acompañada”.

Para el vicedecano de la facultad de Psicología, Xavier Oñativia, desde el punto de vista de la construcción del psiquismo, en este fenómeno de transmitir “en vivo” las escenas que toma el celular, como así también, previo a esta tendencia, las híper reproducidas “selfies”, convergen dos aspectos: el valor de la imagen en la constitución subjetiva y el control que puede haber sobre situaciones que resultan adversas.

“El hombre es un animal de la mirada y la mirada del otro, en estos tiempos, es cada vez más importante. Este interés en mostrarse va de la mano de la gratificación narcisista que se logra con los `me gusta´ o con los `compartidos´, por caso, en Facebook. La imagen puede servir para que el sujeto se reconozca a sí mismo en el reconocimiento de los demás”, explicó el especialista en psicología forense.

Además, Oñativia resaltó como punto de anclaje en la potencia que cobran las tecnologías vinculadas a las comunicaciones, el dominio que la gente siente sobre circunstancias que considera injustas o irregulares y las denuncia con las imágenes. “Significan también la posibilidad de captura de la realidad y el control que se puede tener sobre ella”, concluyó.

La socióloga Lucrecia Arzeguet no deja de sorprenderse por el impacto de la tecnología en los hábitos y cita como singular ejemplo a los ladrones de un banco en General Rodríguez que se filmaron para denunciar la complicidad de algunos miembros de la Policía y de cómo supuestamente faltaron a su palabra al no dejar la zona liberada.

“Se ven filmaciones que son increíbles, parecería que lo que no se exhibe en las redes, no existe; las personas tienen mas contacto con el otro a través de Facebook y, mientras antes uno se reunía con amigos para ir al cine o tomar un café, ahora se la pasa mirando fotos y videos que otros suben a las redes”, señala la socióloga.

Para la profesional muchos factores confluyen en los cambios de hábitos y uno de los que tienen mayor peso es la inseguridad.

“El círculo social es otro, antes los vecinos nos sentábamos en la vereda y se dejaba el zaguán abierto, hoy hay dificultad para salir, para encontrarnos y eso nos hace recurrir a otros medios; a través de internet podemos ver desde paseos en bicicleta hasta fiestas de cumpleaños, todo se exhibe de modo tal como si no existiera el ámbito privado”, agrega Arzeguet.

“Se puede filmar todo, pero el problema radica en la exposición y distribución de ese material; filmar es algo personal, y si no se difunde, no hay inconvenientes”

La socióloga remarca que el hábito de la hiperconexión es paradójicamente un nuevo signo del individualismo y cita al intelectual polaco Zygmunt Bauman quien habla de “la vida líquida” para definir la forma de vivir en las sociedades modernas contemporáneas, entendida como un escenario de transitoriedad y cambio, marcado por la volatilidad de los vínculos.

Según esa categoría sociológica, la modernidad es un tiempo sin certezas, y al ser “líquida” no mantiene mucho tiempo la misma forma. Contexto en el que prevalecen la precariedad y la incertidumbre y la principal preocupación es no perder el tren de la actualización, no ser descartados por obsoletos.

“Las relaciones suelen ser muy superficiales porque falta mirarnos cara a cara; en las redes se puede mentir y se puede filmar segmentos de una vida como la que quisiéramos tener, pero eso no muestra en verdad dónde está el uno mismo”, reflexiona la profesional.

Para el abogado Raúl Martínez Fazzalari, especialista en Derecho Informático, el creciente uso de las imágenes tuvieron su consecuencia y hay que analizar los problemas que ocasiona, fundamentalmente cuando se difunden aspectos de la intimidad.

“Se puede filmar todo, pero el problema radica en la exposición y distribución de ese material; filmar es algo personal, un acto privado y si no se difunde, no hay inconvenientes”, asegura el especialista. Sin embargo, si las filmaciones se suben a las redes y eso involucra a terceros se pueden considerar vulnerados sus derechos.

El tema es qué se hace con el registro cuando no se cuenta con la autorización para que sea difundida porque se puede ser culpable por el uso de la imagen con la que por ejemplo se difama o afecta el honor de una persona.

“Cuando se filman escenas intimas entre adultos es parte de un acto privado que no debe juzgarse, el problema surge si uno de los miembros se pelea y distribuye ese material, entonces pasa de ser algo privado a tener una derivación jurídica porque de una imagen íntima si hace algo público, es lo que se llama una “porno venganza” “, agrega Martínez Fazzalari.

El abogado también aclara que tampoco se permite la difusión de imágenes de menores sin el consentimiento de los padres y señala que muchas veces se toman registros para acosar o realizar bullying.

En suma, para el abogado hay que preguntarse cómo se obtuvo la imagen - puede tratarse de una cámara oculta -, o sea algo para lo que no se tiene permiso o si fue en la vía pública, un ámbito en el que se puede filmar. En otra instancia se tendrá en cuenta el uso que se hace de las imágenes, si es personal no se afecta a nadie, pero si cuando se distribuye.

“En el ultimo año hubo una gran conflictividad por la expansión de imágenes tomadas en la intimidad y si eso se difunde sin la aprobación de una de las partes, afecta el derecho civil”, apunta el abogado.

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