La magia del disfraz, una tradición que renace entre grandes y chicos

Para los chicos, vestirse con la ropa de un personaje es uno de los juegos más entretenidos porque les permite imaginar historias y dar rienda suelta a la fantasía y a la creatividad. Sin embargo, escaparse por un rato del mundo real no es sólo una facultad de ellos y cada vez son más los adultos que disfrutan de participar de eventos en los que la consigna es ir disfrazado. Un claro ejemplo de esa tendencia se reflejó el fin de semana pasado en la Fiesta de Disfraces de Paraná - ver aparte - a las que asistieron unas 60 mil personas, entre las que se contó a cientos de platenses. En ese contexto, los comerciantes locales dedicados al alquiler de disfraces coinciden en que hay un resurgimiento de la actividad porque la gente quiere divertirse.

Como en el cuento Casa Tomada de Julio Cortázar, Viviana Moreno - 46 - y Gustavo Lanciotti - 53 - parecen estar siendo “expulsados” de la mayoría de los ambientes del señorial inmueble de 1 y 67 en el que viven y montaron su taller. Los disfraces de los más disímiles personajes creados en los últimos 12 años ocupan la cochera, el living comedor, la cocina y varios dormitorios.

A los más populares como Míster Tablet, Señor Balero y un perro creado a pedido del conductor Marcelo Tinelli, se los puede ver en el programa televisivo “Bailando por un Sueño”. Pero también tienen máscaras, cabezones y trajes que alquilan para las fiestas escolares, reuniones infantiles y bailes.

“Para la fiesta de Paraná vinieron muchas personas a alquilarnos máscaras, cabezones y ropa; incluso ayudamos a disfrazar al grupo Los Totora que tocó en ese evento; todo indica que hay un auge del disfraz, que la gente vive más el momento y quiere llenarlo de color”, cuenta Viviana, que un día decidió dejar su puesto en una importante empresa de la Región para dedicarse a los disfraces.

Gustavo, su esposo y artesano del equipo, crea las máscaras y cabezones que le pueden demandar desde una mañana, como fue el caso de General Urko del Planeta de los Simios, o todo un mes. Los materiales que utiliza son goma espuma, tela polar, como también cartones y plásticos que recicla de elementos que se descartan.

TRADICIONALES Y MODERNOS

Sus creaciones se inspiran en películas y dibujos infantiles como Frozen, Toy Story, los Minions, Maléfica o en historias más tradicionales como La Sirenita o La Bella y la Bestia. De todas maneras, también hay personajes más autóctonos como la Chacha de Patoruzú o de terror como el Hombre de las dos Cabezas.

En el lugar hay unos 1500 trajes y 120 muñecos. Tanto para Vivi como para Gustavo, las creaciones además de darles un sustento económico son parte de una colección a la que cuidan con recelo; es que en ella también hay prendas que pertenecieron a figuras de la escena nacional como Jorge Porcel y Alberto Olmedo.

“A un vestuarista de televisión le compramos un lote de trajes que pertenecieron a esos actores, también tenemos ropa que data de 1880, de las décadas del ´20 y el ´50 y hasta un traje que fue del director teatral italiano Walter Mocchi”, señala Viviana que para completar su actividad también se disfraza para animar cumpleaños infantiles.

En otra casa de alquiler de disfraces de la zona de La Loma, Patricio Cuelbar, su propietario, coincide en que hay un resurgimiento de las fiestas temáticas que requieren trajes especiales y, por la demanda que recibe en su local, evalúa que hay un promedio de 2 o 3 eventos cada fin de semana. Una de las próximas fiestas será Halloween.

“Los chicos no salen a pedir dulces, pero organizan fiestas para esa fecha o están los que van a eventos como el de Paraná, fiesta para la que alquilamos muchísimos trajes”, cuenta el comerciante.

En ese local salir vestido como un Minion cuesta unos $ 400, pero se alquila solo para animaciones; en tanto disfraces como de princesas o súper héroes rondan los $ 150 o $ 200.

En relación a las temáticas, Carolina Scanferrla, empleada del mismo comercio, señala que además de los personajes tradicionales, están los que optan por la comicidad y se disfrazan de empanadas, panchos o zanahorias.

“Para las fiestas patrias escolares vienen muchos padres a alquilar disfraces infantiles de próceres, soldados, damas, negritas o collas, pero también se puso de moda festejar los cambios de décadas con bailes de disfraces y le alquilamos a gente de 40 o 50”, agrega Carolina.

MAS VIGENTE QUE NUNCA

Blanca Hirsch, hija de Sofía y Alejandro, quienes hace 51 años fundaron el tradicional comercio de alquiler de disfraces, asegura que la actividad está más vigente que nunca gracias a la diversidad de eventos que requieren ropa de fantasía. Entre otros enumera las producciones fotográficas de las adolescentes para las fiestas de quince, Halloween, el evento de Paraná, egresados que se despiden del colegio con bailes de disfraces, fechas patrias y hasta grupos de teatros vocacionales.

Como correlato de la demanda, en la antigua casona de 2 y 41 hay 3 habitaciones con doble hilera de percheros abarrotados de ropa, la mayoría de confección propia. También hay sectores con máscaras, pelucas y todo tipo de accesorios, desde vinchas y estolas hasta zapatos.

“Tenemos disfraces que ya están estructurados u otros que dependen de nuestra creatividad y lo vamos armando a pedido del cliente”, cuenta con entusiasmo Blanca quien afirma que el que se disfraza ya no juega a ocultarse detrás de una máscara sino que es alguien que comienza a disfrutar desde el momento en el que arma su personaje.

En ese lugar, un disfraz para un adulto ronda entre los $ 170 y $ 250, aunque el valor puede ser algo superior si se agregan más accesorios como por ejemplo pelucas.

Además de los disfraces tradicionales como pueden ser de princesas o piratas, la tendencia marca una predilección de la gente por personajes que se ponen de moda. Por caso, el año pasado fue furor el alquiler de ropa de cardenales, inspirada en la cumbia papal que interpretaba un grupo cómico televisivo.

“A los más grandes no les importa nada, por ejemplo hay hombres que para una fiesta de 50 se disfrazan de odaliscas o se ponen una pollera tutú; pero los más jóvenes intentan verse seductores, las chicas alquilan trajes diminutos o los varones piden ropa que les permite mostrar los músculos como la de soldado romano o marineros”, afirma Blanca.