Los ambulantes que se mudaron a Macondo ahora invaden la vereda

Instalados desde hace unos meses en lo que fueron las legendarias pistas de Macondo, a los vendedores ambulantes que el Municipio erradicó de la puerta del Rectorado y reubicó en el ex boliche bailable de 45 entre 8 y 9 parece no alcanzarles el espacio cerrado del local y comercializan también la mercadería desde la vereda, que a esa altura de la cuadra permanece invadida, mañana y tarde, con precarios estantes y percheros recargados de indumentaria y accesorios.

En el interior del paseo de compras “Humanidades” se despliegan diferentes puestos de ropa para todas las ocasiones: jeans y pantalones de gabardina; blusas para mujer y camisas de hombre; remeras y poleras de modal; calzas de algodón; vestidos; camperas; sacos de abrigo; conjuntos deportivos; y prendas infantiles. También se ofrece calzado para adultos y chicos; guantes y bufandas de lana; carteras; mochilas; y cinturones. Similares, en su presentación, a la feria paraguaya de 96 y 118, los puestos se muestran atiborrados de mercadería.

UN PLAN PARA REGULARIZARLOS

El lugar fue inaugurado a instancias de la Comuna y con la finalidad de sacar, de forma definitiva, la venta callejera que había copado prácticamente la cuadra entera de la avenida 7 entre 47 y 48, a lo largo del frente del Rectorado de la UNLP. El plan consistió en organizar un espacio para que los puesteros que estaban en la vía pública de la zona universitaria del microcentro se fueran con la actividad a la que fue una de las discotecas de la Ciudad más emblemáticas de las décadas del 70 y el 80. El centro de compras se habilitó en el pasado noviembre.

Conforme al plan, los vendedores que se instalaran en el nuevo paseo de compras debían acogerse al pago de la tasa municipal de Seguridad e Higiene y convertirse en contribuyentes del Monotributo. Es la Comuna la que afronta el gasto del alquiler del lugar, un local de 400 metros cuadrados.

Durante los primeros meses, la actividad comercial en el ex Macondo se mantuvo, como lo fijaba la medida, acotada al interior del local. Pero de a poco se empezó a montar en la vereda una feria de productos y en estos días la mercadería ya ocupa casi todo el sector del espacio público que corresponde al frente del inmueble; sólo queda liberado una suerte de “pasillo” por el que circulan los peatones y a ambos lados de ese pequeño corredor se exhiben, sobre cajones de cartón y en algunos casos colgados en percheros, vestimenta para todos los usos, sexo y edades; accesorios de celulares y de distintos equipos electrónicos; y todo el cotillón que ofrece el mercado vinculado a los principales equipos de fútbol.

En la secretaría de Control Urbano, el área a cargo de los operativos para terminar con el comercio ambulante, señalaron que la situación de estos días, con la mercadería en la calle, es una “transición”, un margen otorgado hasta que la gente se acostumbre a que la venta es en el interior del local. “No queremos que fracase el proyecto y por eso les estamos dando un tiempo para que dejen la vereda”, precisó el titular de la repartición, Gustavo Luzardo.