Los Stones entregaron otra noche histórica a puro fuego y rock and roll

Por PEDRO GARAY (*)

En las afueras el público se amontonaba ansioso: faltaban quince minutos para las 21 y la cola daba la vuelta por 19, a cinco cuadras del ingreso. La mayoría especulaba con que el combo inglés saldría unos minutos más tarde, a la espera de una audiencia que escapó como pudo del trabajo para ir a ver a los Rolling Stones.

Pero no, más puntuales incluso que el domingo salieron los liderados por Mick Jagger al estadio montado en 25 y 32 para su segundo concierto en la Ciudad. Y abrieron fuego con “Jumping Jack Flash”, espectacular intro para que los miles que todavía estaban afuera entraran saltando, corriendo y entonando eufóricos uno de los himnos stone hasta llenar el Unico.

Fue el inicio de otra noche que quedará impregnada en la memoria de los asistentes: el Olé Tour quizás sea la última visita al país de las leyendas que ya tocan los 70, por lo cual la ritual peregrinación stone para ver a sus ídolos se vuelve más emotiva.

Y los Stones, declarados por la Municipalidad de La Plata, minutos antes, “huéspedes de honor” por el intendente Julio Garro, que les entregó las llaves de la Ciudad, juegan con esa palpable euforia de sus fieles con un comienzo a puro fuego (siguen “Let’s spend the night together” y “It’s only rock and roll”), antes de poner el freno y dar paso a la emoción.

“Al fin nos vemos, 10 años es mucho tiempo”, dice Mick con un castellano ovacionado, antes de tocar fibras íntimas con “Tumbling Dice”, “Out of control” y la elegida del público, “Angie”: el momento de reposo antes de la tormenta.

Porque sigue la increíble “Paint it black”, y la multitud ruge furiosa, un mar con unas olas de gente que asustarían al más experimentado surfer. Y la luz los ilumina de rojo.

Es el momento más potente del show, tras lo cual Jagger queda extenuado. “Mierda, que calor”, tira para la carcajada, pero los años no pasan para él y el combo no para: meten “Honky Tonk Woman” para la bailanta.

Llega el descanso. Mick presenta a la banda, introduce a Wood como “el Loco Gatti of the guitar” y a Watts como “el Di Stéfano de la batería”, antes de dejarle el escenario al ovacionado Keith Richards y sus blues.

El regreso de Jagger al escenario para la seguidilla final es con furia: “Midnight Rambler”, “Gimme Shelter”, “Start Me Up” prenden fuego el Unico en preparación para “Sympathy for the devil” y “Brown Sugar”, el cierre para que los hinchas rollingas dejen todo en los últimos “pogos”. Y, como si no fuera suficiente, faltan los bises: el bello himno “You can’t always get what you want” prepara el escenario para “Satisfaction”, gritado hasta la disfonía por los presentes. Es el fin, los Stones saludan hasta el sábado y en los rostros de los fans puede vislumbrarse que ellos, sí, pudieron tener satisfacción.