Una usurpación en Lisandro Olmos suma preocupación en la periferia

Con sus órdenes judiciales de desalojo empantanadas en una trama recurrente de apelaciones y relevamientos, varias usurpaciones de terrenos privados crecen y se consolidan por estos días en la periferia del casco histórico platense. Ayer, los compradores de un campo de Lisandro Olmos sumaron sus voces a las de vecinos de Melchor Romero y Villa Elvira, quienes padecen sendas ocupaciones desde hace meses (ver aparte).

La toma de Olmos, sobre 21 hectáreas que pertenecieran al campo de deportes de una cooperativa textil, entre las calles 176, 183, 35 y 38, se inició tiempo atrás, pero en las últimas semanas se aceleraron el desembarco de familias y la reventa de parcelas.

Así lo afirman quienes adquirieron el lugar dos años atrás con el aval de la sindicatura que gestiona los activos de la Cooperativa Industrial Textil Argentina (CITA), firma que a fines de los años ‘90 llamó a concurso de acreedores y resolvió desprenderse de algunos activos.

“La historia del campo es curiosa y llamativa” recuerdan los emprendedores: “nosotros le compramos a la quiebra de CITA un predio recreativo que estuvo 46 años deshabitado, excepto por la actividad que tuvieron los empleados de la firma y sus familias en una fracción; pero 48 horas después de que el síndico autorizara la venta, el mismo día en que se presentó el boleto de compraventa, ya estaba tomado”.

“Llegaron con casillas estandarizadas, micros y camionetas” se recordó: “la UFI 11 en tres oportunidades pidió el desalojo, y fue tramitado por el juzgado Nº5, pero luego el lanzamiento se postergó por diferentes apelaciones de defensorías oficiales y otras reparticiones, que lo tiraron para atrás; ahora nos enteramos de que algunos movimientos sociales presentaron un informe consignando que hay 700 menores en el predio, cuando la propia dirección de Tierras del municipio dictaminó que en total eran 40 personas”.

ZONA SEMI-RURAL

Situado en una zona de quintas del barrio Santa Rosa, el campo es atravesado por dos brazos del arroyo El Gato -que se unen hacia el norte, a la altura de 32 y 173-; actualmente, coexisten allí cultivos, pastizales, tierras bajas, casas muy precarias y otras de reducidas dimensiones que empiezan a mostrar paredes de ladrillo.

También hay paredones que parecen surgir en medio de la nada y no pertenecer a ninguna estructura. Los vecinos advierten que “los hacen para marcar presencia y que figuren casas de material cuando vienen a censar, pero lo común es que a la noche no se quede casi nadie”.

Además, en el Santa Rosa es vox pópuli que “se consiguen terrenos y casitas por 30 a 40 mil pesos, sólo hay que acercarse y enseguida aparecen las ofertas”.

Los compradores de las tierras aseguraron que “quienes operan de manera ilegal estafando gente necesitada con la venta de parcelas de una propiedad ajena ya están identificados y esta semana le vamos a aportar las pruebas a la Justicia para que actúe”.

“Queremos que el Estado se involucre en serio y se llegue a una solución beneficiosa para todos y ajustada a la ley” aclararon: “de lo contrario, es como pelear contra los molinos de viento; recién pudimos terminar las tareas de mensura del campo hace unos días, con custodia policial, porque si no nos sacan a los tiros de nuestros propios terrenos”

un predio “en la mira”

Creada en 1952 cuando un grupo de operarios adquirió, indemnizaciones mediante, la planta quebrada en la que trabajaban, CITA es una de las “fábricas recuperadas” pionera en el país. En su hora de esplendor, dio empleo a seiscientos trabajadores y gestionó los enormes galpones ubicados entre 63, 64, 7 y 8.

A fines de los ‘90, la textil cuya actual sede está en 115 entre 62 y 63 cayó en cesación de pagos, y convocó un concurso de acreedores. Se abocó entonces a renegociar sus deudas, y decidió desprenderse de lo que definió como “activos improductivos”.

Como parte de ese proceso, en 2005, se vendió el taller de tintorería y estampado de 7 y 63. Luego le llegó el turno al ex campo de deportes, que al ser desafectado del uso, comenzó a sufrir reiterados intentos de usurpación hasta que en septiembre de 2014 se estableció el primer conjunto de casillas de madera y chapa con carácter permanente, y se tendieron conexiones improvisadas de electricidad y agua.