Vecinos piden “bajar un cambio” en esquinas peligrosas de la periferia

Pisar el acelerador cuando se circula por la periferia platense, lejos de las congestiones del microcentro, constituye un riesgo vial con el que deben lidiar cotidianamente miles de vecinos que a duras penas pueden cruzar caminando las calles de su barrio. Problema que amenaza con hacerse endémico, muchas esquinas de la Ciudad son cada vez más difíciles de atravesar, y en distintas zonas los vecinos piden que se tomen medidas para que los conductores bajen la velocidad.

Semáforos rotos o inexistentes, falta de lomos de burro y automovilistas que no prestan atención a las normas de vialidad, se conjugan para alterarle la vida a los frentistas. Es el caso, por ejemplo, de Lorena Bruno, vecina de San Carlos, quien todos los días lleva a su hijo a la escuela y debe cruzar la avenida 31. “Hace un año que no funciona el semáforo del cruce de 31 y 527”, contó, “y desde que terminaron las obras de entubamiento sobre la avenida, no volvieron a poner los lomos de burro que había en la esquina de 528”.

Bruno asegura que atravesar la calle “es un desafío”, y uno “muy peligroso” por la cantidad de tránsito que circula sin pausa.

Tanto, que cruzan “en dos etapas”. “Primero cruzás la mitad de la calle, y te quedás esperando ahí mientras los autos pasan sin aminorar ni un poquito, hasta que podés llegar a la otra mitad”, contó la vecina. Ella asegura que ha pasado hasta 10 minutos esperando para poder llegar al otro lado de la avenida, con su hijo tomado de la mano y sin que ningún automovilista se disponga a frenar para cederle paso.

Hay otras zonas en las que los vecinos piden urgentes medidas para que los automovilistas quiten el pie del acelerador. Por ejemplo, hay proyectos en el Concejo local para poner reductores en 7 de 636 a 638; 68 y 151; en 74 entre 137 y 139 y en puntos más céntricos, como 19 y 60, por mencionar sólo algunos ejemplos.

La avenida 520 también es “un infierno” para los peatones. En un día cualquiera, un considerable número de vehículos pesados, como camiones y colectivos, se desplazan a gran velocidad por esta avenida junto a miles de autos. Hay pocos semáforos, lo que obliga a los peatones a desviarse de su trayecto varias cuadras para poder cruzar la avenida allí donde están los ordenadores viales, ya que intentar hacerlo en cualquier otra esquina sería “una locura”, según los vecinos. El flujo vial “nunca disminuye ni baja la velocidad, así que es imposible pasar si no es en el semáforo”, contó Carlos Ferreyra, trabajador de un taller mecánico de 520 entre 11 y 12.

La situación empeora cada vez que los semáforos dejan de funcionar, algo que, dicen, “pasa demasiado seguido”.

El tramo de la calle 13 de 85 a 90 abandonó, como los vecinos pretendían, la doble mano, y ahora la circulación es en un sentido único.

Sin embargo ahora el problema es que los conductores toman la vía como una autopista, según se denunció, a una velocidad extrema, tanto que ya se han producido accidentes.

La gente de la zona sostiene que la solución son los lomos de burro y en ese sentido piden que se levantan tres, uno en el cruce de 13 y 86, otro en 13 y 88 y el tercero en 13 y 89.