19 de Julio de 2006 | 00:00
ASUNCION, Paraguay.- El sueño de River en la Copa llegó
a su fin. Porque el equipo de Passarella no pudo superar el examen
en el Defensores del Chaco, careció de recursos futbolístico, y
al perder por tres a uno ante Libertad, se despidió de la Libertadores,
porque el conjunto paraguayo le arrebató el pasaje a las semifinales
de la competencia. Ahora, para el millonario, será el turno de volver
a pensar en el torneo local. La espera, esta vez, no valió la pena,
porque pasaron más dos meses entre el cotejo de ida (habían igualado
dos a dos) y el de vuelta, y el premio quedó en manos del equipo
dirigido por el Tata Martino. Encima, Gallardo jugó mal y se fue
expulsado, y el cotejo no se pudo completar por incidentes en la
tribuna.
En el comienzo del partido, Libertad mostró una actitud inteligente,
pues planteó una verdadera batalla por el balón en la mitad de la
cancha, donde no permitió que los volantes de River se pudieran
mover con tranquilidad, en base una fuerte presión que dio sus resultados.
Y así, con el balón en su poder, el elenco de Gerardo Martino manejó
los hilos del encuentro en el primer cuarto de hora, gracias a la
dinámica de Guiñazú, los pincelazos de Aquino y las proyecciones
de Hidalgo por la izquierda y Bonet por la derecha.
River no encontraba el rumbo. Libertad era más. Y buscaba el camino
de transformar ese dominio en el resultado. Y la puerta de acceso
al área de Lux estaba por los costados. Porque a los quince, Carlos
Bonet se filtró por la derecha, llegó hasta el fondo y metió el
centro al segundo palo. Por allí apareció solito Hernán López (¿los
defensores de River, dónde estaban?) y de cabeza, estampó el balón
contra el palo izquierdo, poniendo el uno a cero.
Ese golpe movilizó el espíritu de River, que de a poco trató de
despertar en el juego. Es que Zapata empezó a conseguir profundidad
con sus movimientos, Gallardo apareció en escena y los dos de arriba
ya no se sentía tan aislados. Igual, hubo que esperar hasta los
28 minutos para que el equipo de Passarella generara una situación
de gol: fue a través de una acción individual de Gonzalo Higuaín,
quien se hamacó en la puerta del área y sacó un zurdazo que encontró
bien ubicado a Bobadilla. Por ese entonces, el partido ya era parejo.
De ida y vuelta. El Millonario avanzaba con sus filas, pero también
dejaba huecos atrás que encendían la alarma, por la fragilidad que
exhibían sus defensores en cada mano a mano con los delanteros de
Libertad.
Bobadilla jugó para que Boca no dude en contratarlo, y primero se
quedó con la pelota tras un tiro libre de Gallardo y luego con una
aparición sorpresiva de Víctor Zapata. River tuvo otra aproximación
peligrosa en un centro del Muñeco que Ferrari bajó de cabeza, pero
nadie pudo empujar al gol.
Y Libertad estaba esperando, al acecho, para dar el golpe de nocaut.
Que llegó a cinco minutos del final del primer tiempo. El peruano
Hidalgo se filtró en el área con una gambeta que le permitió eludir
a dos rivales y metió un zurdazo que casi tira abajo el arco, al
dar en el travesaño. El rebote lo tomó Sergio Aquino, quien puso
el dos a cero. Para River, la defensa fue su gran punto flojo. Y
lo pagó en el resultado.
En el complemento, River salió a matar o morir, con los ingresos
de Farías y Augusto Fernández. Pero el entusiasmo le duró menos
de dos minutos, porque una nueva falla de la defensa fue aprovechada
por Riveros, quien se filtró entre los centrales y puso el tres
a cero. Y ahí se bajó la persiana. Más allá del gol de Farías, que
sirvió para decorar el resultado, porque el Millonario ya estaba
con un hombre menos, por la expulsión de Gallardo. Y no mostraba
signos de recuperación. River esperó más dos meses para completar
su serie de Libertad y por la partida de varios referentes de su
conjunto, dejó en claro que el receso por el Mundial le jugó en
contra. No pudo mostrar respuestas futbolísticas y se fue sin pena
ni gloria de la Libertadores.
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