En Ringuelet, El Gato ya es una grave amenaza sanitaria

Primero fueron unas manchas blancas y redondas en los brazos, similares a las que les habían aparecido a otros chicos de la cuadra, que picaban y dejaban profundas marcas. Después, surgieron los dolores de panza y, más tarde, los parásitos. A los pocos meses, se manifestaron los primeros síntomas de la bronquiolitis, la respiración sibilante y la tos continua y poderosa.

La vida de Mariel Morgante (36) estuvo marcada en el último tiempo por los problemas de salud de su hijo más chico, de seis años, quien presenta los mismos síntomas que mostraban, cuando eran chicos, sus otros hijos, dos gemelos que hoy tienen 16. "Cada dos por tres está con broncoespasmos y no puede respirar. Ahora se le declaró asma, igual que a mí. Pero también está el tema de los parásitos y la gastroenteritis", enumera, con una mezcla de resignación y dolor.

Mariel no tiene ningún papel que lo confirme. Pero está absolutamente convencida de que lo que sufren ella y su hijo de seis años y lo que padecieron cuando eran chicos los gemelos, está relacionado con el estado ambiental del arroyo El Gato, con el que convive prácticamente desde que nació.

"Viví toda mi vida en 515 bis entre 4 bis y 5 bis, a menos de cien metros del arroyo. Y jamás vi lo que se está viendo ahora", dice. Mariel hace referencia a la aparición masiva de patologías de iguales características entre los chicos de esa zona de Ringuelet, donde el arroyo es una presencia ineludible.

Asma, bronquiolitis, manchas y escoriaciones en la piel, parásitos y gastroenteritis son algunos problemas que afectan a un altísimo porcentaje de la población infantil de Ringuelet que está en contacto con el agua y las emanaciones del Gato. Los casos se repiten en forma abrumadora. "Sólo en mi cuadra hay cuatro familias con chicos que tienen exactamente los mismos problemas. Es difícil que sea casualidad, ¿no?", pregunta Mariel.

La aparición de una enorme cantidad de chicos con problemas disparó la reacción de los vecinos de la zona. Se agruparon, formaron una ONG ("Por los chicos de Ringuelet") y decidieron presentarse como particulares damnificados en la causa que investiga la Fiscalía de Delitos Complejos sobre la contaminación del arroyo. Lo hicieron con el patrocinio de los dos abogados que presentaron la denuncia que dio origen a la investigación judicial, Fernando Monticelli y Diego Lacki.

Para los vecinos, el objetivo ahora es poder comprobar que todo lo que les sucede a chicos y grandes está vinculado con el elevadísimo nivel de contaminación de las aguas del arroyo, dejado en evidencia por cada vez más análisis científicos.

Pero, además, esperan que la causa logre que el arroyo vuelva a ser lo que muchos de ellos llegaron a conocer años atrás, "un lugar limpio, en donde hasta se podían pescar mojarritas en verano", recuerda Mariel.

EL RIACHUELO PLATENSE

Con una extensión de cerca de 35 kilómetros, el Gato es el arroyo más importante de los que atraviesan La Plata para desembocar en el Río. Aunque las autoridades nunca realizaron un relevamiento exhaustivo sobre la población de sus márgenes, se estima que hay unos 75 mil platenses que tienen sus viviendas en la zona de influencia.

Es esa población, básicamente, sobre la que se produce el mayor impacto sanitario por los altísimos niveles de contaminación que presenta el arroyo, que sufre a diario el embate de residuos cloacales domiciliarios sin tratar, líquidos lixiviados del relleno sanitario que la Ceamse administra en Ensenada, residuos líquidos industriales sin tratar y residuos sólidos y cloacales que los vecinos arrojan ante la falta de controles.

Así lo constata uno de los informes más completos de todos los que se realizaron sobre el estado de las aguas del arroyo. Se trata del estudio de los especialistas de la dirección provincial de Preservación de la Biodiversidad, a cargo de Alejandro Malpartida, en el que se confirma que el curso recibe a diario alteraciones por la actividad del hombre que generan un gravísimo impacto ambiental.

Ese mismo impacto es el que, aseguran, están sufriendo en carne propia los vecinos de una amplia zona de influencia del Gato. Así lo afirma Erica Mantzuranis, estudiante de Derecho y miembro de la ONG. "Hace poco tiempo hicieron un relevamiento en el barrio y encontraron que de cada 40 chicos, más de 30 tienen distintos parásitos", asegura.

El objetivo de Mantzuranis, ahora, es sistematizar toda la información sobre los problemas sanitarios de los vecinos. Para eso, arma prolijas carpetas de cada una de las familias que entrevista, en donde asienta qué síntomas presenta cada uno de sus miembros. Las palabras "parásitos", "asma", "alergias" y "manchas" se repiten en cada hoja.

Ahora, Erica presentó una nota en la dirección de Salud de la Municipalidad. "Sabemos que ellos tienen que contar con información sobre la cantidad de casos con estas características que se atienden en la salita 25, que es la que corresponde a la zona. Todas las semanas, desde ahí sale un informe estadístico con los casos que se atienden y queremos contar con esa información para saber cuál es el verdadero impacto ambiental. Pero no nos contestaron", se queja Mantzuranis.

LA CAUSA DE LOS MALES

¿Qué relación hay entre la contaminación del arroyo y la aparición de estos casos? Para Mantzuranis, como para todos los vecinos, el vínculo es directo. "Los que viven en las márgenes, están en contacto no sólo con el agua sino con los gases que emana el arroyo y que, creemos, están causando los problemas respiratorios en los nenes. Además, la salida del Gato está a menos de mil metros de la toma de agua de la que se abastece la gente de la zona. Y hay que agregar a ese cuadro las ratas, las basura y las moscas", enumera.

Recientemente, el Instituto de Desarrollo de Investigaciones Pediátricas (IDIP) del Hospital de Niños realizó un relevamiento sobre las patologías respiratorias en la Ciudad. El estudio analizó más de 1.100 casos de chicos de entre 6 y 10 años en cinco zonas de La Plata.

Las conclusiones permitieron arrojar luz sobre datos que circulan en los barrios como "vox populi" aunque son poco tenidos en cuenta por trabajos científicos. Por caso, se constató la influencia negativa que la actividad industrial sobre la salud pulmonar de los vecinos más jóvenes.

El trabajo detectó la alta prevalencia de crisis bronquiales, respiración sibilante, sensación de opresión nocturna, disnea y tos persistente nocturna o al levantarse, relacionadas con enfermedades pulmonares obstructivas.

En Ringuelet, dicen que el estudio confirma lo que ellos ya saben por experiencia propia. En pocas manzanas, los casos se repiten cada dos o tres casas. A Pamela Caratoli, vecina de 515 bis entre 4 bis y 5 bis, le sucedió algo muy similar a lo que le pasó a Mariel Morgante con sus chicos. Vecina de la misma cuadra, padece en su familia cuadros que ella no duda en asociar al arroyo.

Su hija menor, de 17 meses, tiene bronquiolitis y rinitis. Su otra hija, de seis años, tiene los mismos problemas. "Y a mí, que nunca me había pasado nada, se me inflama la garganta y se me irritan los ojos, algo parecido a lo que le pasa a mi marido y a mi papá", relata.

Si hace memoria, Pamela recuerda que los problemas empezaron hace unos cinco o seis años, cuando se reactivó la papelera San Jorge. Algo similar recuerda su papá, Carlos Alberto Caratoli, vecino del arroyo "de toda la vida". "Tengo 58 años y me acuerdo que en la década del 60, cuando yo era joven, pescábamos bagres, pejerreyes y viejas. Nos metíamos en el arroyo con el agua hasta la rodilla y nos veíamos los pies", dice.

Para Carlos, el arroyo es hoy, la fuente de los males que padece su familia. "Hay días en que del agua surge un manto de niebla. No lo vemos aparecer. Simplemente nos damos cuenta porque nos empieza a picar la vista y la garganta y a las criaturas se les tapa la nariz y les surge una tos fuerte", cuenta.

Mirta Fredes vive a una cuadra de los Caratoli, en 4 entre 514 y 515, desde hace muchos años. Allí formó su familia y crió a sus hijos. Pero hoy no duda un segundo en afirmar que si estuviese dentro de sus posibilidades, dejaría todo para mudarse a otro barrio. "Es que convivir con el arroyo no sólo es insoportable por el olor y la suciedad sino que ya nos está causando problemas de salud", asegura.

Como si fuese una condena imposible de evitar, a su nieta de apenas nueve meses ya le salieron en el cuerpo las pequeñas manchas blancas que padecieron muchos otros chicos del barrio. "Además -agrega-, vive con broncoespamos".

A su lado, Regina Arturi, vecina de 515 entre 4 bis y 5 afirma con la cabeza, en silencio. "A mi nieta de ocho años le pasa lo mismo".

Las dos pusieron su firma para apoyar la movida que están haciendo los vecinos. Y entre las dos construyen el mismo reclamo: "Lo que está pasando acá es muy grave. Todos los chicos están enfermos. Están jugado con nuestra salud y nadie hace nada. Es hora de que nos escuchen".