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Más de 3 mil chicos en las escuelas de verano

Con el correr de los años este espacio fue modificando sus objetivos y pasó a convertirse en una suerte de colonia de vacaciones

Más de 3 mil chicos en las escuelas de verano

Más de 3 mil chicos en las escuelas de verano

3 de Febrero de 2012 | 00:00

Yanina Buze cuenta una anécdota que refleja el valor que los docentes y directivos le dan a las escuelas de verano, una propuesta que lleva doce años consecutivos de funcionamiento. Maestra de 1° grado en la Primaria 17 de Villa Elisa, durante el anterior receso estival fue coordinadora de grupo. "Entre los chicos a mi cargo había 13 de cinco años. Cuando el año pasado empezaron las clases, me los encontré como alumnos en el aula. Se conocían, me conocían, por lo que su paso del jardín al colegio fue natural. Eso es muy importante y facilita muchísimo el trabajo", enfatiza la joven docente. De acuerdo a los testimonios recogidos, aunque no enseñen a sumar o a leer, las escuelas abiertas en verano pretenden cumplir el objetivo de enseñar a compartir y a convivir.

"La figura de la escuela de verano se institucionalizó, a punto tal que ya desde noviembre los chicos empiezan a preguntar y la esperan, las familias la esperan, y eso ha llevado a que aquellas que funcionan como sedes sean escuelas que se piensan y proyectan para todo el año", afirma Marina Paulozzo, asesora docente de la subsecretaría provincial de Educación, para dar algunas cifras que grafican el crecimiento geométrico que ha tenido la propuesta.

DE COMEDORES A ESCUELAS

Este año, en La Plata funcionan 43 escuelas de verano adonde concurren 3.081 niños. En tanto, la matrícula de toda la Provincia asciende a 246.300 chicos que se reparten en 2.227 sedes, frente a los 245.000 del receso estival 2011. El crecimiento respeta la media de los últimos 12 años. "Desde que se implementó el proyecto, el número de anotados aumenta entre 1.000 y 1.500 alumnos por ciclo", detalla Paulozzo.

En Educación aseguran que se incrementó la modalidad mixta (comedor y recreación) y de la que sólo contempla actividades recreativas y pedagógicas, y hubo un descenso de la que se reduce al servicio alimentario. En la Región I, que incluye a La Plata, Berisso, Ensenada, Brandsen Magdalena y Punta Indio, las sedes que ofrecen únicamente recreación pasaron de 2.134 en 2010 a 3.251 en 2011.

Volviendo a "territorio bonaerense", 1.391 de las 2.227 sedes que funcionan este verano presentaron el proyecto mixto; 373 el de recreación pura, y 463 el que oferta sólo comedor, contra 474 del verano 2011.

LISTA DE ESPERA

Cuando Yanina -quien este año es directora de la escuela de verano de Villa Elisa- ingresa al club que se encuentra en la esquina del colegio, desata un pequeño revuelo: todos los chicos le gritan desde la pileta para saludarla. Ya la conocen, pese a que es maestra de 1° grado y la inmensa mayoría de los alumnos concurre al ciclo superior.

Todo parece tener una explicación. "Al proyectar su actividad pensando en todo el año, las escuelas que abren en verano tienen sus equipos directivos y docentes que, en la medida de lo posible, se mantienen en el tiempo. Es así que el niño cuenta con su maestra de verano, su directora de verano, su guardavida (que debe cumplir el requisito de ser docente). Esto le da identidad al colegio y genera en el alumno sentido de pertenencia con la institución", opina Marina Paulozzo.

Consultada sobre si la experiencia incide luego en las aulas, Yanina Buze dice que "repercute mucho en el grado". "Se afianzan los vínculos, se generan relaciones de amistad, los chicos aprenden a convivir y a trabajar en equipo", dice, para comentar que este verano cuentan con casi cien alumnos sobre una matrícula de 400, es decir, el 25% de los niños que concurren al establecimiento. "Se anotaron 128, pero tenemos un cupo, y esta vez hemos priorizado a los de nuestra escuela, precisamente porque notamos el efecto positivo que provoca durante el año el hecho de que compartan el verano juntos", indica, mientras los pequeños calman en el agua los casi 40 grados de sensación térmica.

"PIERDEN EL MIEDO"

Al Jardín de Infantes N° 928 de Hernández concurren 120 niños de entre 2 años y medio y 10. "Los más chiquitos son los que en marzo empiezan la sala de 3, y lo hacen de un modo natural. Es que aquí pierden el temor, por lo que el despegue de la casa no se torna traumático. Lo mismo le ocurre a los padres", resalta Alicia Garizoain, vicedirectora de la institución y directora de la escuela de verano que funciona con alumnos propios y de la Primaria 41, a la cual concurre la mayoría de los chicos que cursan el nivel inicial en ese establecimiento.

El jardín -que tiene pileta de material desde 2008- fue sede de la escuela de verano "siempre". Y Alicia conoce del tema. "Hace 23 años que soy docente aquí. Cuando empezamos no había piscina y la actividad medular era el comedor. Luego se fueron incorporando actividades recreativas. ¿El objetivo central? Es la sociabilización. Y se logra. Los niños crean lazos de amistad, lo cual los lleva a jugar en las casas y a dejar un poco la vereda. A los padres eso les da seguridad".

Alicia cuenta que "hay mucha música y juegos, porque lo principal es generar un clima totalmente distinto al del resto del año, relajado, donde la maestra comparte actividades con los pequeños y ellos la ven como la persona que juega, que los acompaña". "Esta experiencia ayuda también a los papás a conocer el proyecto del jardín y a involucrarse, algo que se nota cuando hacemos el cierre (un carnaval en la calle con murgas que preparan durante enero y febrero), ya que colaboran y participan activamente", afirma.

CONOCER LA PROPIA CIUDAD

A las actividades recreativas se suman las pedagógicas. Nicolás Cabanillas, maestro de 6° grado en la Primaria 17, está realizando un telar con los alumnos más grandes. "En 2011 se llevó a cabo un proyecto sobre pueblos autóctonos y ahora estamos aprendiendo cómo tejían. Lo hacemos con bolsas de residuos para, además, concientizar sobre el cuidado del medio ambiente", dice. También continúan con la huerta y con el taller de cocina. Y a la hora de las manualidades, han elaborado mandalas con las cuales adornaron todo el colegio.

"La escuela de verano genera convivencia, pertenencia", subraya Marina Paulozzo, quien relata una experiencia personal que la impactó. "En la costa se utiliza la playa. El año anterior, en Villa Gesell, alumnos que viven en el interior del partido la conocieron mediante la escuela de verano. Es que sus padres no pueden veranear, por lo cual el colegio se convirtió en las vacaciones de sus hijos", remata.

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