“El fracaso”, o cómo exorcizar las adversidades, se muestra en el FIBA

Escrita y dirigida por el platense Blas Arrese Igor, “El fracaso” se ofrecerá mañana y el viernes en el porteño teatro El Extranjero, en el marco de la programación oficial del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), en su 11ª edición.

Seleccionada entre más de 650 proyectos, fue escrita por Arrese Igor en 2001 en el marco de un taller de dramaturgia coordinado por Daniel Veronese y Alejandro Tantanian, motivado por el deseo de producir un material dramatúrgico que hablara de temas que, en aquel entonces, lo interpelaban fuerte, como el trabajo, la soledad, el amor y la muerte.

Una postal de un millar de ardillas encimadas, compitiendo por alcanzar primero un árbol de nueces gigantes, fue el pistoletazo de salida para Arrese Igor, quien pensó “en lo animal, en la ambición y en un clima de época signado por el individualismo, el mercado y la competencia feroz”, según contó en diálogo con EL DIA.

Pero la obra recién vería la luz diez años después cuando Martín Bauer, en aquel momento a cargo del TACEC, le ofreció producir una obra suya. “Para mí fue muy importante ese estreno, sobre todo porque era una especie de exorcismo ante tanta adversidad, ante 10 años de tratar de estrenar esa obra sin conseguir llevarla a cabo”. De ahí surgió el nombre: “El fracaso”.

La representación de aquel texto que nació con el nuevo milenio cuenta la historia de dos hermanos que trabajan despellejando ardillas y haciendo conservas con la carne de esos animalitos. Una noche de tormenta llega una extraña mujer que proviene del sur y cambia la relación de ambos. Todo se resuelve con una celebración muy extraña, con una fiesta –de la cual el público es partícipe– armada a la medida de las circunstancias.

La obra incluye partes del texto original, intervenido por materiales documentales de los actores, actrices y técnicos que pasaron por la obra, algunos que todavía forman parte del trabajo y otros que quedaron en el camino, pero que -sin embargo- sus aportes, intereses e ideas siguen flotando en el aire de la “casita”, como le dicen a la escenografía que contiene a la escena.

“La obra se adentra en lo más profundo del hombre contemporáneo. Los mandatos a los que estamos sometidos desde que nacemos son muchos y muy nocivos. En el arte hay una tendencia hacia el exitismo que es muy peligrosa. Sobre todo porque creo que lo más importante son los procesos, no los resultados. Claro que uno quiere hacer una obra que guste, pero cuando el énfasis se pone en eso uno pierde toda fuerza artística y es devorado por el mercantilismo. Además el narcisismo y la exposición a veces hacen colapsar el proceso grupal de construcción de obra”, consideró Blas, para quien “éxito” y “fracaso” son “categorías falsas, capciosas” que, en algún punto, son “las dos caras de la misma moneda”.

“Algo que parece muy exitoso puede transformarse en el peor castigo que podés padecer. Y al contrario, algo que en un principio es un fracaso se puede transformar en una experiencia de gran crecimiento que dura años y años”: Como esta misma obra, con la que se sintió muchas veces como naufragando pero la que, seis años después, sigue cosechando fortunas.

“Es una obra con un fuerte carácter documental”, dijo el autor, y consideró que su contenido es “triste pero vital”, al igual que necesario. “No es sólo un espectáculo, es una experiencia, tanto para los que la hacemos como para el público que la va a presenciar”, remarcó.

-Una constante en tus proyectos es ir un poco más allá de los límites, tanto en contenidos como en la forma de narrarlos. ¿Por qué?

-Me interesa que el público que asiste a la obra la pueda completar, dar lugar a que la recepción sea lo más variada y profunda posible. Sobre todo trato de generar una instancia de comunicación, el arte –y el teatro en particular- es una de las maneras más libres, abiertas y dinámicas de generar encuentros entre la gente. El teatro como arte vivo siempre se hace y se recibe en grupo. La necesidad de la reunión es una instancia fundamental del quehacer teatral. Sobre todo busco eso: la reunión. Y en esa búsqueda es que el juego, la experimentación hacia los límites de lo teatral genera nuevas maneras de ver y percibir el mundo. Eso me parece genial. Por eso me gusta pensar que el teatro es una experiencia en común y colectiva.

-¿Qué importancia tiene el hecho de que haya sido seleccionada para ser parte del FIBA?

-Para todo el grupo de trabajo que formamos parte del proyecto es un orgullo enorme. El festival es muy importante a nivel nacional e internacional. Las obras que participan en él son arriesgadas e interesantes. Luego de Londres y Nueva York, Buenos Aires tiene una de las plazas teatrales independientes más grandes y potentes del mundo. De hecho, vienen programadores de diferentes partes del mundo a ver las obras para poder llevarlas a sus festivales. Es una gran oportunidad para mostrar y compartir lo que estamos haciendo para generar nuevos lazos, puentes entre artistas de diferentes puntos del planeta. Hemos trabajado mucho y luego de 16 años de búsqueda y reformulación constante de la propuesta, “El fracaso” es una obra potente, conmovedora y con mucho humor.

-¿Por qué creés que llamó la atención de los programadores?

-La obra se hizo con un grupo de artistas geniales, muy talentosos y comprometidos con el trabajo (Norma Camiña, Gustavo Parola, Juan Zurueta, Mario Lombard, Diego Benedetti, Agustín Recondo, Hernán Arrese Igor, Juan Castiglione, Natalia Lucia y Marianela Constantino). Ese es uno de los secretos fundamentales de una obra que interese. El grupo, el equipo. Esas cosas se perciben y no hay mucha vuelta. Creo, también, que la obra es muy atractiva desde lo visual, lo sonoro y también lo espacial. Hay una tensión muy fuerte entre lo real y lo ficcional que lo vuelve un material muy poderoso. Los temas que abordan son tristes, pero la ironía, el humor y la teatralidad hacen que la obra no sea solemne ni pretenciosa. También creo que los jurados valoran mucho la trayectoria, el trabajo acumulado y la tenacidad en esta actividad -por momentos tan adversas- que supone hacer teatro experimental.

“La obra se adentra en lo más profundo del hombre contemporáneo. Los mandatos a los que estamos sometidos desde que nacemos son muchos y muy nocivos”

“El teatro como arte vivo siempre se hace y se recibe en grupo. La necesidad de la reunión es una instancia fundamental del quehacer teatral”