Atenas y una identidad que no encontró su kryptonita

“¡Vamos vamos los pibes, vamos vamos los pibes!”, se escuchó en calle 13 tras la finalización del último clásico entre Atenas y Unión Vecinal. Es que aquella noche, los más chicos del Griego dieron el paso al frente y fueron los artífices de un nuevo éxito en el básquet local, para sostener el invicto y reafirmar la identidad del equipo.

El conjunto rojo se convirtió en un fenómeno atípico, de esos que no abundan en el deporte, porque la palabra derrota parece haber sido borrada de su diccionario. En lo que va del 2017 la chicharra final nunca lo encontró debajo en el luminoso y ya acumula 31 partidos ganados de forma consecutiva, entre el Clausura de la A1 y el Torneo Provincial.

Las razones de tamaño registro no pueden corresponder a un solo factor, sino a un conjunto de estos. Sin embargo hay uno que asombra noche tras noche, posesión a posesión, que es la determinación y madurez con la que juegan los juveniles de Atenas. Aquel canto ante Unión simboliza gran parte de la identidad que Oscar Remaggi le imprimió a su equipo. “Los chicos nos dan una mano muy importante para el recambio y seguir manteniendo la intensidad”, contó Ramiro Ciganek, un referente de los de calle 13.

Es que tras la partida de Mati Sesto, líder y pilar ofensivo, a Gimnasia, el Griego tuvo dos caminos a elegir para reemplazarlo: incorporar otra figura o darle más trascendencia al resto de sus componentes. Primó la segunda opción: Juan Pagella, Francisco Disipio, Andrés Schroeder, Yago Sánchez, por citar solo algunos ejemplos, empezaron a ganar minutos y protagonismo dentro del rectángulo. “El equipo se tiene que reacomodar”, afirmaba Nacho Zulberti, ex Lobo, en el inicio del semestre. “Todos tenemos que tomar más responsabilidades a la hora del gol”, sumó Rama Ciganek.

“Todos los que entramos tratamos de aportarle algo al colectivo. Físicamente somos un equipo muy joven y aprovechamos eso para correr y defender duro. Los grandes nos dan la confianza para que los más chicos podamos jugar tranquilos”, contó Pancho Disipio tras una noche de furia sobre Platense. “El ritmo de juego que tiene el equipo necesita muchos pibes”, agregó Yago Sánchez en la emotiva victoria ante el Vecinal.

Así los jóvenes, para un conjunto que supera a todos en intensidad, que no merma sus pulsaciones en ningún momento, que no le esquiva al juego físico, que es ágil de piernas, que ejerce una presión extendida asfixiante, que se tira de cabeza por cada bola, adquieren un rol central y constituyen la fuente de vitalidad.

El desafío del Provincial

Todo lo deslumbrante construido por Atenas en el plano local, en juego y resultados, con la consagración en el Apertura de la A1, debía traspasarlo al Torneo Provincial, donde los rivales son más exigentes. La incógnita de si era capaz de demostrar esa superioridad e imponer su identidad en un certamen de mayor nivel era enorme, la pregunta se imponía, y sobre todo tras la partida de Sesto.

Y el Griego, con perfil bajo, fiel a su estilo, se encargó de responder con un comienzo de ensueño: 5 jugados, 5 ganados, 3 en condición de visitante. La vara se elevó pero los de Calle 13 demostraron estar preparados, al menos en el inicio. Ataque y defensa lucieron aceitados al igual que en cada presentación por el básquet doméstico.

Los pibes siguieron respondiendo con una confianza por las nubes, formando así no un quinteto fuerte sino dos. Las variantes ofensivas se tornaron innumerables, siempre con al menos cuatro jugadores en doble dígito anotador. La banca, en estos cuatro encuentros del Provincial, sumó 177 unidades, con un promedio de 44,25 por partido. Al mejor estilo San Antonio Spurs.

En el otro costado de la cancha la energía no se negocia para Atenas, que de esta forma hizo valer otro de sus tantos sellos: defensa que ahoga y manos activas para robar el balón. Sólo en un cotejo permitió que le anoten más de 70 puntos (victoria 74-73 sobre CADU-Oro).

¿Es entonces el Griego un equipo invencible? No, eso no existe en el deporte y alguna noche le tocará perder. Sin embargo, sí es un conjunto que posee una arraigada identidad, que tiene convicciones y las ejecuta independientemente del rival y escenario. Es una avalancha roja de temer.

Fotos: Prensa Atenas y Ezequiel Sánchez