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Espectáculos |“Todo tendría sentido si no existiera la muerte”

Deseo de vivir

Una maestra se entera que sufre una enfermedad terminal y decide filmar una cinta porno como última voluntad, en la nueva y multipremiada obra de Mariano Tenconi Blanco que se muestra desde esta noche en la Sala Discépolo, con entrada gratuita

Deseo de vivir
17 de Noviembre de 2017 | 04:37
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Dos hechos fundaron “Todo tendría sentido si no existiera la muerte”, el desfachatado melodrama de Mariano Tenconi Blanco que se muestra desde esta noche, con entrada libre y gratuita, en la Sala Discépolo.

El primero “es autobiográfico, aunque la obra no es en absoluto autobiográfica”, explica el autor, quien relata cómo la muerte de su abuela en 2010 tras una larga enfermedad lo llevó en su tristeza a buscar y encontrar sosiego, “como una suerte de compañía”, en películas y libros sobre gente que se moría. “No lo hice con un objetivo artístico, sino como algo personal”, aclara, pero agrega que “esa energía en algún lado quedó flotando”.

Dos años más tarde, el segundo hecho fundante: “Me cayó enterita en la cabeza la historia de una mujer que se entera que tiene una enfermedad terminal y como última voluntad decide filmar una película pornográfica”, revela Tenconi Blanco: como todo escritor, anotó la idea en un cuadernito, el lugar donde van las ideas a morir. Pero esta sobrevivió y se convirtió en “Todo tendría sentido si no existiera la muerte”.

Tenconi Blanco, nacido en Buenos Aires en 1982 y autor de obras premiadas como “La Fiera” y “Walsh. Todas las revoluciones juntas”, escribió a esta madre y maestra que se rebela confrontada por la muerte contra lo establecido y “hacia el deseo” en la década de su infancia, los ochenta, en buena medida porque “al melodrama, que se basa en el malentendido, en la información parcial, en el chisme, la falta de comunicación de tiempos anteriores le viene bien: un melodrama hoy sería muy difícil, con los celulares e internet y demás”, explica a EL DÍA. También, reconoce entre risas, la ubicación histórica de la obra tiene que ver con que “soy medio vago para investigar períodos históricos, y de los 80 yo más o menos me acuerdo”.

Pero también revela, llevarlo al pasado permite a la propia pornografía recuperar cierta mística perdida en el tiempo donde todo, inclusive el material más condicionado, está al alcance de un celular. En la actualidad, “lo que para ellos es como escalar una montaña”, dice respecto al proyecto de la maestra y sus secuaces de filmar una porno, “no tendría demasiado sentido. Los personajes buscan los equipos, escriben textos, buscan actores... Si la obra transcurriera ahora, buscarían a un tipo que se preste y la filmarían con un celular: sería un proyecto menor, y no tendría peso artístico, porque ellos al mismo tiempo en su consideración están firmando una obra de arte”.

Tenconi vuelve a lanzarse al melodrama con esta puesta, un estilo que ha explorado en una carrera marcada por los desmarques: el dramaturgo porteño ha firmado obras “más manifiestamente políticas”, y “otras más melodramáticas”; también “algunas en las cuales la hipótesis de representación está más dislocada, y otras que son claramente representativas, donde hay personajes y conflictos”.

“Trato de no imponer mi estética a los proyectos, sino que el proyecto me diga qué estética debo llevar adelante”, revela. Y esta búsqueda de la forma adecuada para el material tiene que ver con su proceso: “Trato de ponerme en riesgo así. Muchos artistas que me gustan mucho considero que son experimentales en su primera obra, en su segunda obra. Pero cuando la quinta es igual que las primeras dos, ya no es experimental, es la replicación de una fórmula. Me parece que puede ser más experimental hacer una obra posdramática y luego una tremendamente clásica”. Esta postura frente a la creación “genera bastante terror”, acepta risueño. “Siempre es riesgoso enfrentar lo desconocido, pero eso es lo que intento”.

Y de todas maneras, refiere el autor, separar lo “político” de su obra es imposible: aunque haya trabajos más explícitamente políticos en cuanto al tema, aún en un melodrama como “Todo tendría sentido...”, una historia privada, íntima, con “actuaciones “estalladas”, altísimo nivel de comedia y zona final bastante conmovedora”, la política se filtra.

“Si no tiene un peso político me parece un poco sonso escribirlo”, explica Tenconi, y afirma que si bien la obra no se trata de un ensayo sobre el tema, “la idea de una mujer con el cuerpo enfermo, en decadencia, que decide ir hacia el lado del deseo, una mujer que tuvo muy poca felicidad respecto del goce físico... allí hay algo claramente político. Y más si es una mujer, una madre y una maestra en los 80, que está ocupando claramente el rol que la sociedad misógina presupuso para ella”.

Ganadora del IX Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia, “Todo tendría sentido si no existiera la muerte” es una coproducción de Compañía Teatro Futuro y el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), el Festival de Artes Escénicas (FIDAE), el Centro Cultural R. R. Rojas (UBA), el Centro Cultural San Martín y la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, organismos que interpelados por el premiado texto sumaron esfuerzos y fondos para poder montar una obra tan grande.

Tras un estreno con tres funciones a sala colmada en el Rojas y habiéndose presentado con gran repercusión en el FIDAE, y tras mostrarse la semana pasada en El Cultural San Martín, la obra escrita y dirigida por Mariano Tenconi Blanco, protagonizada por Lorena Vega, Maruja Bustamante, Andrea Nussembaum, Juana Rozas, Bruno Giganti y Agustín Rittano, se presentará en la Sala Discépolo -12 entre 62 y 63-, con entrada gratuita, desde esta noche a las 20, con funciones viernes y sábados hasta el 2 de diciembre.

“ La idea de una mujer con el cuerpo enfermo que decide ir hacia el lado del deseo, allí hay algo claramente político. Y más si es una mujer, una madre y una maestra en los 80, que está ocupando claramente el rol que la sociedad misógina presupuso para ella”

 

 

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