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El Perón que todos lograron ocultar

El Perón que todos lograron ocultar

Ricardo  Soler - Filósofo, historiador y docente

23 de Noviembre de 2017 | 02:58
Edición impresa

Cuando Juan Domingo Perón tomó el poder en 1946 en el campo económico se desarrolló una política de consumo basada en las curtiembres, textiles, alimentos envasados, vivienda y turismo. Lo que llevó a los economistas de entonces a afirmar el error de esta política sin bases productivas.

Perón echó a su ministro de Economía e inició, en 1952, lo que se denominó el Segundo Plan Quinquenal, extremadamente opuesto al primero ya que desarrolla lo que se denomina bienes de producción. Debe haberle dolido al General llegar al extremo del pan y el azúcar negro, pues no dio una respuesta verbal. Más vale corrigió los errores del deficitario Primer Plan Quinquenal con su desmesurado consumo y suprimió las paritarias sin encontrar oposición en la CGT de entonces.

Ganó el Justicialismo con facilidad las elecciones legislativas de 1954. Es que para 1952 había comenzado a instalar las cuarenta manzanas industriales de Córdoba y otros lugares del interior. Apareció el apoyo crediticio al campo y las maquinarias nacionales de mucha utilidad como el vaqueano (una camioneta utilitaria de IKA), la estanciera, los tractores Fiat y Someca y las máquinas cosechadoras, a la que la gente denominó con una palabra que nunca vi escrita “cortitrilla”. Maquinarias de trabajo rudas y sufridas como nuestros abuelos.

Para una persona como yo, criada en el antiperonismo extremo, nunca se nos hubiera ocurrido aceptar estas medidas a pesar de que los grupos de clase media al que pertenecía, adquirían estas mercancías.

Lo raro del caso es que al Peronismo también le pasó por el costado; esta ideología a la que le gusta mucho bautizar con fechas y nombres sus unidades básicas y movimientos a la que nunca vi a la que se le pusiera el nombre de algo como Segundo Plan Quinquenal, las cuarenta manzanas cordobesas, la mecanización del campo o algo por el estilo.

Y como el Líder apuntaba con claridad hacia donde iba, trajo al hermano del héroe de la Segunda Guerra Mundial y Presidente de Estados Unidos, Milton Eisenhower y lo paseó por Argentina para todo aquel que lo quería ver. Había salido del Braden o Perón, o el niyankees… Para los liberales y occidentalistas, un sueño y para los nacionalistas una pesadilla.

Y como si esto fuera poco intentó con mucho sentido común, reactivar la producción petrolera con aporte del sector privado a los que el nacionalismo oficialista y opositor vetó en el Congreso. Le faltó la cuarta pata a la mesa del desarrollo: la energía.

Todo esto hizo el General y Comandante en Jefe, pero la historia la cuenta casi siempre el mito y la tradición y lo poco que queda lo hacen los historiadores.

Buenas medidas racionales y con visión de futuro que fueron ahogadas con la pelea contra la Iglesia , las Fuerzas Armadas y la oposición política. Contra esta suerte de unicato que era el Peronismo de tupida propaganda y de una sola voz.

El sistema del Segundo Plan Quinquenal siguió trabajando, hasta nuestros días, con el desarrollo de herramientas agrarias de primer nivel mundial. Aunque desaparecidas u olvidadas estas idea y realizaciones no cayeron totalmente en saco roto. El Perón partidario de la economía de mercado y del desarrollo económico, suena como muy raro. Pero Juan Domingo Perón volvió al país en 1972 con los dieciocho años de lucha y el deseo de venganza que abarcaba desde montoneros (partido y guerrilla) a la Triple A de López Rega acompañada de grupos de ultraderecha.

Pero cuando llegó a la Patria, querían los acólitos cantar la marcha peronista con el bombo de Lula incluido. En territorio argentino el propio General les dijo: “marcha no, sino el himno nacional argentino.” Algo y mucho había cambiado, ya que decía : “no soy peronista”. Quería garantizar en frases como: “el tiempo y el esfuerzo y la organización vence al tiempo” que era en definitiva la restauración de la democracia.

Buscó un demócrata sin reveses, que nunca participó en componendas militares y cuya imagen democrática se mantenía impoluta, el Dr. Ricardo Balbín.

El que estaba amortizado, el león herbívoro, volvió a marcar la cancha y , lo que nunca, fue a visitar al propio Balbín al Congreso de la Nación, el órgano de la Democracia que es el único que desaparece después de los golpes militares. Es posible que dos décadas antes visualizase la caída del muro de Berlín.

Salido, en la última etapa, de las dos primeras presidencias (1946-1955) dentro de la economía de mercado y entrando en la democracia representativa y en la tercera presidencia, para nuestro punto de vista es cartón lleno.

El drama es que tanto peronistas como opositores, nos olvidamos y casi renunciamos a nuestro porvenir por olvidar el pasado. No es que hayamos ido al peronismo pero si es posible que Perón y todos sus emblemas hayan venido hacia nosotros.

 

 

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