Redoblar esfuerzos para incrementar la donación de órganos

El doloroso caso de Justina, la nena de 12 años que falleció después de haber aguardado un trasplante de corazón que nunca llegó, en un proceso que la obligó a permanecer en terapia intensiva desde principios de septiembre pasado, puede servir -y de hecho lo está haciendo- para promover campañas en favor de la donación de órganos. En ese sentido, la propia familia de Justina acaba de anunciar que impulsará ese tipo de campañas generadoras.

Ta campaña se inició bajo el eslogan “Multiplicate x 7”, que apunta a la capacidad que puede tener un cuerpo de salvar otras vidas. A su vez, en estos días, el titular de Red Solidaria enfatizó en que “hay que generar conciencia: no faltan personas que mueran, faltan donantes”.

Corresponde, sin embargo, señalar que los últimos datos reveladores de un crecimiento en nuestro país del trasplante de órganos, en una tendencia iniciada ya hace varios años, constituyen por cierto referencias alentadoras y dignas de ser puestas de relieve. Los sondeos que anualmente realiza el Incucai vienen mostrando una continua tendencia de crecimiento, lo que deja a la vista una mayor conciencia y solidaridad en la población sobre el tema.

Ahora se determinó que durante el primer semestre de 2017 hubo un aumento del 6,8 por ciento en el número de donantes respecto al mismo período de 2016 y ya se realizaron 692 trasplantes, un 12,33 por ciento más que en el interanual, cuando hubo 616 intervenciones, según informó el Incucai. El incremento más importante se produjo en los trasplantes hepáticos (23,84 por ciento) y los renales (9,71 por ciento), mientras que también hubo un aumento del 6,54 por ciento en los trasplantes de córneas. Asimismo, las provincias donde se registraron más donantes fueron Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Neuquén, Mendoza, La Rioja y la ciudad de Buenos Aires.

Según apreciaron en estos años distintos especialistas, la tasa de donantes en la Argentina comenzó a subir desde que se aplica el denominado programa federal de procuración de órganos que, entre otras novedades, creó la figura del coordinador hospitalario de trasplantes en los hospitales y un programa de generación de donantes.

También resulta evidente que la sanción en 2006 de la ley nacional del donante presunto, otra de cuyas cláusulas determina que todo ciudadano mayor de 18 años será considerado donante a menos que declare su intención de no serlo, significó un adelanto trascendente, más allá de que la misma ley determina que los familiares serán consultados y deberán dar testimonio sobre la última voluntad de la persona fallecida.

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Esta suerte de condicionamiento del mandato legal no impidió que, a poco de regir la ley, se hubiera experimentado un ostensible crecimiento en la disponibilidad de órganos y, subsiguientemente, de los trasplantes realizados.

La experiencia argentina, exitosa en los últimos años y, además, reveladora del espíritu solidario de sus habitantes, obliga a no dejarse estar y a profundizar el camino. Es evidente que el mayor déficit persiste en la falta de suficientes campañas encaminadas a exhibir el beneficio social que apareja la donación de órganos. El Estado deberá redoblar esfuerzos en ese sentido.