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Espectáculos |En el museo nacional de bellas artes

Simpleza catalana “Miró: la experiencia de mirar”, desembarcó en la Argentina

La muestra que reúne obras de los últimos 20 años del artista se puede visitar hasta febrero, con entrada libre y gratuita

Simpleza catalana “Miró: la experiencia de mirar”, desembarcó en la Argentina
3 de Noviembre de 2017 | 04:02
Edición impresa

Nicolás Isasi

La semana pasada, Cataluña/Catalunya declaró su independencia, el presidente Mariano Rajoy disolvió el gobierno removiendo a Puigdemont de su cargo y desarmó el Parlamento convocando a elecciones para diciembre. Casualmente, en esa misma semana el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires en colaboración con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, inauguró una de las exhibiciones más importantes del año con un título más que explícito: “Miró: la experiencia de mirar”. Dicha muestra reúne obras de los últimos veinte años de Jean Miró, realizadas entre 1963 y 1981, y es la primera vez que se presentan en nuestro país.

Catalán hasta la médula, Miró nació en Barcelona en 1893, aunque los lugares que lo formaron como persona y artista, fueron esencialmente Montroig (una pequeña población de la comarca del Baix Camp), París, Mallorca, Nueva York y Tokio. Su convivencia con poetas surrealistas y su paso por el expresionismo abstracto, que descubre en Estados Unidos durante la década del cuarenta, pasan a ser piezas fundamentales dentro de su formación. Durante la 2GM abandonará su exilio en Francia y se instalará en Palma de Mallorca, donde tendrá su tan deseado taller. En su obra, la importancia de la naturaleza y los objetos cotidianos muestran la búsqueda constante de una idea global y pura que no pertenece a un movimiento determinado. Creó una iconografía propia a modo de alfabeto visual que retoma símbolos y figuras de su producción temprana: “suprimí toda realidad exterior para llegar al signo que es un ideograma”. Así es como pueden apreciarse sus famosas estrellas, pájaros, la mancha celeste alusiva al cielo o su característico sol de color rojo pleno. Las esculturas que forman parte de la exposición han sido producidas en la década del sesenta, utilizando objetos de uso cotidiano fundidos en bronce, creando verdaderos monstruos vivientes.

Dispuesta en el pabellón del fondo, luego de la colección permanente, la exposición cuenta con un total de 50 obras de gran formato, entre 18 pinturas, 6 dibujos y 26 esculturas, sumado a dos cortometrajes: “Miró habla” (1974) de Clovis Prévot, y “Miró, otro” (1969) de Pere Portabella. Esta etapa final de su carrera, podría definirse como una especie de epílogo literario en manos de un artista que orientó toda su obra y su vida a concretar una simplificación de las formas plásticas. Al igual que los egipcios o las antiguas civilizaciones orientales, Miró llevó la simpleza a su máxima expresión y mediante el uso de esos pequeños símbolos dentro de espacios grandes, mostraba la pequeñez del ser humano en el universo. El grosor arbitrario de las líneas, la paleta de colores primarios y por momentos mal pintados, o la recurrencia de formas geométricas nos acerca incluso al lenguaje infantil, donde no existen límites ni prejuicios al momento de la creación. Entre las obras más destacadas se encuentran: la escultura “Figure/Figura” de 1968, fundición en bronce patinado, “Femmes, oiseau dans la nuit/Mujeres, pájaro en la noche” de 1974, realizada al óleo, con acrílico y carboncillo sobre lienzo, y el gran homenaje a Pablo Picasso en la obra “Femme, oiseau, étoile/Mujer, pájaro, estrella” de casi tres metros de altura.

Dos recomendaciones importantes: pese a que la exhibición se realiza en una gran sala, hay que tener presente que al encontrarse llena de gente (sobre todo por numerosos grupos con guías), produce un caos visual y sonoro que perturba la contemplación. Por otro lado, un pedido especial para quienes no sean asiduos concurrentes a galerías y museos de arte: evitar el uso indiscriminado del celular, y la cercanía de los dispositivos a las obras, algo que compromete al personal de seguridad y atenta contra el patrimonio artístico de las obras.

La exposición, con curaduría de Carmen Fernández y Belén Galán, que viene del Museo de Arte de Seattle (EE.UU.), permanecerá en Buenos Aires hasta febrero del año próximo y continuará su recorrido por el Museo de Arte de Lima (Perú) y el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile.

 

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