Escrito en concreto

La decadencia del espacio público platense, a merced del urbanismo de la codicia, y cómo ese decorado sometido al albedrío de los especuladores inmobiliarios es copado por una variopinta fauna graffitera, desde los “taggers” más inexpertos hasta los “escritores” o muralistas más evolucionados, están en el centro del análisis minucioso que ofrece a sus lectores “Plagar”.

Flamante libro del periodista platense Leandro de Martinelli, “Plagar. El graffiti desde el Bronx a La Plata” fue editado por Malisia, una de las usinas locales más activas en materia de producción y difusión literaria, y será presentado mañana a las 18 en la feria de editores que tendrá lugar en el Centro Cultural Alborada (58 entre 10 y 11).

“En una ciudad toda graffiteada hay una ilusión de anarquía juvenil, de desgobierno, de libertad, pero es eso, una ilusión” sostiene De Martinelli: “el graffiti, ese parásito que se alimenta de la arquitectura, es un arte que crece sobre el abandono urbano, sobre las ruinas que produce la especulación inmobiliaria, y su multiplicación es apenas un síntoma más entre un montón de otros síntomas de ruina; un síntoma espectacular que señala un tipo de poder que no es justamente el de las juventudes que pintan”.

Montándose en la agonía inducida de construcciones patrimoniales o antiguas casonas gringas de barrio, en esos muros desahuciados que dejarán paso a torres semivacías, el graffiti medra y se perpetúa. “Lo que se puede leer en una ciudad excesivamente graffiteada” concluye De Martinelli, “es que la autoridad la ejercen los colegios profesionales, las constructoras y los dirigentes que trabajan en función del negocio inmobiliario, un tipo de poder corporativo que hoy gobierna demasiadas ciudades del mundo”.