Crearon el club de los hombres abandonados

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Se llama el club de los Hombres Abandonados por Amor. Y está en la Boca, porque en todo metejón se gana o se pierde por goleada. Es una asociación tristona que lucha contra el fantasma del recuerdo y la soledad. La creo en 2006 el músico Roberto Lázaro. Nació, por supuesto, cuando su novia lo dejó “muy solo y triste en este mundo abandonado”, como a Tanguito. Y sin balsa.

Una vez por semana, apretando sus penas, los cabizbajos revisan dolores y tratamiento. La ciencia ha certificado que el amor roto, enferma. Que, por su ausencia, el cuerpo estrena nuevos avisos y el alma, nuevos rasguños Pero en este club eso no cuenta. Aquí se trata de repasar el por qué, el cuándo y el cómo de una pasión extinguida. No es fácil. El desamor nunca da demasiadas pistas. En el club hay una línea restauradora que trata, no de recuperar novias, sino de domesticar el recuerdo y practicar el olvido. Pero, la amada y la nostalgia nunca faltan a las reuniones.

En el club hay una línea que trata, no de recuperar novias, sino de domesticar el recuerdo y el olvido

En 2006 Lázaro creó una canción titulada con ese nombre y la subió a youtube. Empezó a recibir mensajes de otros hombres que también habían sido dejados. Y -cuentan- lo que comenzó como una catarsis artística por su situación personal, se transformó en un club verdadero que tiene hoy 2.344 acongojados en Facebook. “Vi que había un lugar vacío, porque el hombre no podía expresar en ningún lado que fue abandonado por su mujer”, asegura Lázaro, un músico de 38 años y experto en vacíos. “Pensé que todos nosotros nos podríamos unir en el dolor”. Y para habla con conocimiento de causa: “Fui abandonado por primera vez a los 18 años y, a partir de entonces, muchas mujeres me han ido dejando a lo largo de la vida”. Lázaro se pasó la vida extrañando y sabe que los que del “corazón partío” son mayoría. Ya abrió en Uruguay una sucursal. En las conversaciones -relata su método- ellos “comparten el dolor” y “tratan de superar la angustia y transformarla en algo positivo”. Allí, el fundador del club suele decirles que “la mujer continúa siendo la inspiración y que el resentimiento se debe evitar”. Reconoce, sin embargo, que es una misión muy difícil. “A veces, ellas nos dejan por hombres más jóvenes o más ricos”, explica. Y entonces la añoranza le hace lugar al resentimiento y a la venganza. Pero “el grupo funciona como catalizador. Un hombre cuenta su historia y comparte sus experiencias para salir de la depresión y la soledad”, mientras que el resto escucha y aporta remedios caseros para que la extrañeza duela menos.

Los socios del club sienten que su pena es perfecta y que no hay lugar para nada más. El dolor y el desconsuelo asisten cada semana a los encuentros. En Croacia funciona el museo del fracaso, donde los abandonados dejan souvenirs buscando exorcismos. Pero los muchachos de la Boca son más rigurosos y menos caretas. Nada de rentabilizar la ausencia. No están para armar museos. Aquí se sufre para poder sacarse de encima ese remanente que no da tregua. Y se apela más a las sensaciones que a los argumentos. Lágrimas y reproches suben a escena. Y se diseñan ejercicios y acciones. Introducir la idea de tarea es todo un desafío. El amor es poco afecto a las disciplinas. Pero el club inculca que olvidar es un trabajo como cualquier otro. Lo primero es levantar la autoestima del concurrente. Porque no hay espejo que lo mejore. Se siente a merced de aquella que, desde que lo abandonó, lo tiene para siempre. El club combate esos metejones exagerados. Les enseña que hay revancha. Y los familiariza con la impronta de Cambiemos, que atropella y retrocede todo lo que haga falta para que la ex no vuelva. En esas reuniones, los abandonados construyen un mundo alternativo, un plan B para un amor sin opciones. La meta es que aquella no perturbe tanto el día a día. No es fácil. Por más lágrimas que se compartan, el dolor sigue siempre y ella no se marcha nunca. Hay que aprender a olvidar. ¿Podrán? Lo que cantaba el Indio Solari no da muchas esperanzas: “Nadie es capaz de matarte en mi alma”.

(*) Periodista y crítico de cine