La Policía busca a los asesinos de los jubilados y los vecinos piden seguridad

A principios de febrero, vecinos de La Granja se reunieron con policías de esa zona en las instalaciones del club Iris, en 516 y 143, de donde se fueron con un par de números de teléfono y la inquietante sensación de que “acá tenemos que cuidarnos solos”. Ni dos semanas pasaron antes de que un matrimonio de jubilados fuera masacrado a golpes a cuatro cuadras de allí, en lo que sería un intento de robo o una revancha por la denuncia de uno anterior.

Con más bronca que impotencia, los vecinos resolvieron ahora volver a reunirse para pedir que el doble crimen se resuelva, pero también que se tomen medidas tan urgentes como concretas para evitar que una historia semejante se repita y cesen los asaltos cotidianos en la calle, los comercios y viviendas. El mismo reclamo se escucha en Tolosa y en barrio Norte.

Una de las cuestiones en la que pretenden hacer foco es en las cámaras de seguridad que “están instaladas y no funcionan”, como las de la 520, que podrían haber aportado información sobre la llegada o la fuga de los homicidas de los jubilados.

Rosa Diaco (66) y Pablo Vaccaro (74) fueron asesinados a golpes el viernes pasado en su chalet de 520 entre 142 y 143, donde los halló su hijo y mañana se reunirán los frentistas que ya no quieren vivir con miedo. El encuentro está previsto para las 17.30

“Nos están asaltando y matando”, lamentó una vecina, quien recordó que “después de que me agarrara un delincuente entrando a mi auto en 515 y 143 se creó un grupo de alerta para estar más atentos a este problema”.

“Desde entonces hicimos reuniones con los delegados de San Carlos y comisarios de Romero y Destacamento La Unión, pero nadie nos dio soluciones”, dijo.

Para reforzar la convocatoria, circuló en distintas redes sociales el mensaje “basta de matarnos. No van a ser una tapa más en los diarios. No nos vamos a quedar con los brazos cruzados”. Y en las rejas del frente de la casa de las víctimas colgaron un par de banderas, en una de las cuales escribieron “La Granja llora”.

rastros

Mientras tanto, bajo la instrucción del fiscal Alvaro Garganta los detectives del gabinete de Homicidios de la DDI siguen buscando cámaras de seguridad privadas que podrían haber filmado movimientos raros en las inmediaciones de la escena del doble crimen, en el horario en que se supone que ocurrió.

Los investigadores ubican la llamada “data” entre las 20.10 (cuando una cámara registró el ingreso en el garaje del utilitario conducido por Diaco) y las 21.30, que es la hora en que llegó uno de los hijos del matrimonio y los encontró asesinados a golpes. La mujer estaba en el living comedor. Su marido, en la cocina. Los dos tenían sus cabezas destrozadas a golpes y patadas.

En un primer momento, los peritos que analizaron la escena observaron rastros como los que dejan los guantes de látex, aunque en las últimas horas trascendió que también levantaron “huellas dactilares” en los “tres ambientes en que se movieron los criminales”.

Habrá que esperar algunos días para saber si esos rastros sirven para compararlos con otros y si no pertenecen a familiares o allegados a las víctimas. En ese caso, se las someterá al reconocimiento automatizado de huellas dactilares (AFIS), que las cotejará contra cada uno de los 10 dedos de cada persona presente en la base de datos, y contra otra base donde se encuentran todos los rastros no identificados que se guardaron de escenas de crímenes anteriores.

El hecho tiene todavía muchos puntos oscuros. No se sabe, por ejemplo, por dónde o cómo ingresaron los asesinos, aunque está prácticamente descartado que haya sido por los fondos, celosamente custodiados por dos perros dogo que el matrimonio llevó a su casa tras el robo que sufrieron el 24 de diciembre pasado.

¿Si fue por el frente, por qué no los captó la cámara que filmó al utilitario? “Está demasiado lejos como para que se distingan movimientos de personas”, explicó un pesquisa.

También resta definir si las víctimas fueron castigadas hasta la muerte porque no dijeron dónde tenían los ahorros (o directamente no tenían), o si se trató de una venganza por la denuncia que radicaron tras el escruche que sufrieron en Navidad. Los detectives no creen demasiado en esta hipótesis: “Por ese caso nunca hubo un detenido”, dijeron.