EE UU: los inmigrantes se ocultan por miedo a las deportaciones

CIUDAD DE MEXICO.- Los indocumentados en EE UU, principalmente mexicanos, han decidido sumergirse en una especie de “semiclandestinidad” y ensayar tácticas de supervivencia como en tiempos de guerra. El pánico que genera la amenaza de deportaciones masivas obliga a los 11 millones de mexicanos, 5,5 millones de ellos indocumentados -todas las familias hispanas tienen miembros con y sin documentos migratorios- a echar mano de los recursos que la imaginación les permite para escapar de una eventual detención.

Hasta hace poco se animaban a salir a protestar contra la ofensiva xenófoba del presidente Donald Trump, pero ahora han decidido ocultarse, evitar reuniones de fin de semana, eludir cualquier contacto con la policía y abstenerse de tomar alcohol o cometer errores que podrían causarles graves consecuencias. A quienes no hablan español, se les pide memorizar las “frases mágicas” que podrían mantener su permanencia en EE UU y evitar ser detenidos. “I want to remain silent” (quiero permanecer en silencio), “I want to speak to a lawyer” (quiero hablar con un abogado) y “I don’t consent to a search” (no quiero que revisen mi casa), son algunas de ellas. Sobre todo se los alerta para que por ningún motivo firmen un documento que podría ser su renuncia a permanecer en EE UU, sobre todo si está en inglés. Experimentados en resistir la adversidad, se sobreponen al miedo y se ocupan de defender su estadía en EE UU.

Activistas y abogados les piden que revisen las luces de su auto, que no lleven consigo objetos robados o copias ilegales de música o videos, que no crucen la calle en la mitad de cuadra, que no cometan violencia doméstica y que no roben siquiera un caramelo en un comercio. Se les aconseja además evitar los bares o centros de reunión, eludir las discusiones y los pleitos, no consumir drogas, y diseñar un plan de acción por si el jefe de la familia es repatriado. Entre otras cosas, se les pide que elaboren una “carta-poder” para confiar la custodia de los hijos, administrar las propiedades y transferir fondos a bancos en México.

Todos los días, los medios mexicanos recogen testimonios de cómo los inmigrantes afrontan la desesperación y angustia que encierra la nueva política migratoria del gobierno estadounidense. “Hablamos todos los días sobre esa separación que un día vamos a tener y que no podemos parar, como familia tenemos que estar encerrados”, señala Maricruz, una inmigrante que trabaja de niñera. Margarita, que vive en Arizona y ahora afronta un futuro incierto con sus tres hijos, afirma que en su familia domina el “miedo de qué va a pasar con nuestra casa si llegan de la noche a la mañana a tocar nuestra puerta”. “Nuestros hijos nos quieren encerrados para protegernos”, señala. En el sur de California, donde hay grandes comunidades de inmigrantes, los indocumentados evitan salir lo más que pueden de día y prefieren cobijarse en las sombras de la noche. Desde hace semanas empezaron a almacenar comida no perecedera como latas de atún, maíz, porotos y cajas de cereales, además de agua.

Un par de memorandos recientes firmados por John Kelly, el secretario de Seguridad Interna, endurecen las medidas migratorias y empoderan a los agentes bajo su mando porque otorgan autoridad a policías locales para ejercer tareas migratorios y detener a cualquier sospechoso sólo por su “perfil racial”. Esto convierte a los 5,5 millones de indocumentados -no sólo a aquellos que tienen antecedentes penales- en candidatos a la deportación.