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Opinión |EL OFICIALISMO BUSCA AFIRMARSE ANTE UNA OLEADA DE PROTESTA CALLEJERA

Cambiemos levanta la guardia para bloquear el asedio opositor

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Cambiemos levanta la guardia para bloquear el asedio opositor

La marcha del 24 de marzo se convirtió en un acto opositor contra el Gobierno. Fue en la misma semana en que los docentes protagonizaron otra masiva movilización

26 de Marzo de 2017 | 02:20
Edición impresa

Twitter: @mnspezzapria

“Nunca más a la interrupción del orden democrático”. La exhortación fue colocada en un cartel detrás del cual posó para la foto una veintena de diputados de Cambiemos, en las horas previas a las marchas por el 24 de marzo que fueron muy críticas del Gobierno nacional. La frase reflejó el estado de ánimo que invade a la alianza oficialista, que se siente bajo asedio de la oposición.

No es para menos: en lo que va del mes ya se registraron seis concentraciones callejeras hostiles al presidente Macri -con su pico de convocatoria en el acto de la CGT y la marcha docente- y se espera para fin de marzo otra demostración similar, motorizada por las dos CTA. Hace rato que la Casa Rosada y sus aliados sufren estas protestas que convierten a la calle en un territorio ajeno.

Tal vez por eso es que sectores afines al Gobierno lanzaron una convocatoria para reunirse el próximo sábado en el centro porteño -en el Obelisco y la Plaza de Mayo- y en las principales ciudades del país, incluida La Plata, bajo la premisa de salir en defensa de la administración de Cambiemos frente al embate opositor. Esa reacción podría interpretarse también como una crítica implícita al Gobierno.

Esta es: hay que dejar de lado el manual de lo políticamente correcto al que es abonado el PRO y enfrentar los ataques con determinación. “Tenemos que salir a militar el gobierno”, advirtió uno de los pocos radicales que ostenta un cargo importante en el andamiaje gubernamental. Esa concepción política no es, sin embargo, la que naturalmente le sale por los poros al macrismo.

En cambio, el partido que llegó al poder en 2015 tras haber crecido en la capital federal -con dos mandatos del propio Macri- siempre creyó que podría librar la batalla con sus adversarios en otros territorios, como las redes sociales y los medios de comunicación, en ese orden. Por eso es que le dolió tanto al macrismo la descarnada frase de Mirtha Legrand: “Ustedes no ven la realidad”.

Desde la óptica del PRO, cuyo pensamiento sintetizan el asesor Durán Barba y el jefe de Gabinete Peña, el cuestionamiento de la diva de los almuerzos fue dañino para Macri porque reunió tres factores: se lo dijo cara a cara, en horario de “prime-time” televisivo y el reproche lo hizo una persona que no puede ser evaluada desde un punto de vista ortodoxo, porque no es periodista.

Para ser más concretos: Mirtha Legrand es una celebridad. Y por ende comunica tocando una fibra popular que es la que hace décadas la mantiene entre las preferidas de la audiencia. Un cuarto factor encendió las alarmas en la Casa Rosada, que se emparenta con la desilusión política. La dama apoyó a Macri en la campaña que lo llevó a la Presidencia y ahora manifiesta sus reparos.

Justamente ese “detalle” es el que aparece con más frecuencia en las encuestas que encarga el Gobierno y también la oposición, que registran una caída de las expectativas positivas de la sociedad en el elenco gubernamental, sobre todo en materia económica. Por eso el macrismo empezó a levantar el tono político, para medir si puede equilibrar los platillos de la balanza.

Ese cambio de actitud se percibió con claridad en la intervención de Marcos Peña ante los diputados, en el informe del jefe de Gabinete al Congreso requerido por la Constitución. Allí el funcionario se trenzó en varios cruces con el kirchnerismo, especialmente con Kicillof, pero también con la massista Camaño. Su argumentación apuntó contra todo el peronismo.

“¡Háganse cargo, por una vez!”, enfatizó el jefe de Gabinete, a quien le costó más digerir las críticas de Mirtha Legrand que la de los diputados opositores. Por eso recién ayer, por medio de una carta publicada en Facebook, atinó a reaccionar: “Si el país hubiera tenido otra realidad, probablemente no estaríamos gobernando”, sostuvo con lógica política.

Traducción: la llegada de Cambiemos al poder estuvo directamente vinculada con el hartazgo de una mayoría social con las prácticas del kirchnerismo y las falencias de gestión que se agudizaron en el segundo mandato de Cristina Kirchner. En todo caso, el mérito de la alianza PRO-UCR-CC fue haber conformado un espacio alternativo en el que los argentinos confiaron más que en otros.

Pero gobernar es otra cosa. Los oficialismos requieren de una dirección política propia, no sólo de contraste con la oposición, para sostenerse en el tiempo. Puertas adentro de Cambiemos, en un nivel al que sólo tienen acceso unos pocos, se escuchó una crítica en ese sentido: “Si nuestra bandera es bajar el déficit fiscal, estamos fritos”, advirtió alguien del riñón del partido amarillo.

Un cuestionamiento similar le hacía Duhalde a Menem cuando éste entró en zona de declive. “No podemos salir a pintar las paredes con frases como ¡Viva la Convertibilidad!”, le enrostraba el Gobernador al Presidente. En ese plano, la última fuerza que generó mística política desde el poder fue el kirchnerismo. Aunque ahora, en el llano, la máquina de humo debe trabajar el doble.

Y aún así, no alcanza para tapar el derrotero judicial de la ex presidenta, que acaba de ser enviada a juicio oral por la causa del dólar futuro. Y que en los próximos meses enfrentará problemas peores en causas más delicadas, como las de Los Sauces y Hotesur. Tampoco le alcanza al kirchnerismo con señalar al juez Bonadío como el ejecutor de una “vendetta” contra Cristina.

No obstante, el kirchnerismo se mueve sobre una hipótesis electoral que revaloriza el rol de “la jefa”: “En agosto y octubre, la gente va a decidir si castiga al Gobierno nacional”, dijo en reserva un intendente peronista del Gran Buenos Aires, donde Cristina Kirchner lideraría las encuestas. “Se van a plebiscitar los primeros dos años de la gestión de Macri”, abundó.

Desde la lógica kirchnerista, ese plebiscito no puede ser nunca favorable al Gobierno en medio de una situación económica delicada, cuya fase recesiva se mantiene en el consumo pese a que Macri y sus ministros sostienen que ya terminó. El massismo también hace un diagnóstico crítico del rumbo económico, pero en el plano político reflexiona: “La gente no va a votar para atrás”.

A su vez, el radicalismo busca convencer al PRO de que salga de su faceta técnica y presente batalla política -por eso sus dirigentes elogiaron los discursos de Macri y Peña ante el Congreso-, mientras se alista para negociar su lugar en las listas legislativas de Cambiemos. La fórmula que gana terreno en la interna de la UCR es la del 3-8, deslizaron desde su conducción orgánica.

Con esa fórmula, aspira a ganar una banca más en la Cámara de Diputados nacional, donde renovará dos escaños en diciembre, y lo mismo en la Legislatura bonaerense, que entre diputados y senadores tendrán que revalidar títulos siete legisladores. “Vamos a pedir lo que corresponde, con los pies en la tierra y teniendo en claro que en Cambiemos la historia no paga”, admitieron.

Más dura será la negociación en capital federal, donde el embajador Lousteau no desiste de competir con el PRO como una alternativa para el electorado porteño y la UCR lo respalda, al igual que el socialismo. Pero la Coalición Cívica dio ayer mismo una muestra de su cercanía con Rodríguez Larreta, al compartir algunos de sus dirigentes porteños una actividad pública con el alcalde.

No faltaron los que vieron en esa foto un anticipo de una nueva candidatura de Carrió en la ciudad de Buenos Aires, apuntalando a Larreta en detrimento de Lousteau. Pero aún faltan al menos dos semanas para que “Lilita” se reúna “a solas” con Macri para definir su candidatura. Los que sueñan con un duelo a todo o nada entre Carrió y Cristina en la Provincia aún no pierden las esperanzas.

Pero en el fondo intuyen que, en este escenario, esas esperanzas van perdiendo sustento político.

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