Entre dolores del pasado e incertidumbre hacia el futuro

Fue una semana entre el pasado y el futuro.

El viernes se recordaron los 41 años del Golpe de Estado. Más allá de la politización, de las divisiones y de los desacuerdos, se recuerda un pasado tenebroso y, a la vez, complejo de la Argentina.

Nadie discute la necesidad de hacer memoria, aunque muchos señalan -con razón- que hace falta también aportar historia. No es lo mismo la memoria -teñida de dolor, de experiencia personal, de subjetividad inevitable- que el rigor del estudio histórico para pensar y analizar el pasado.

Los años más oscuros de la Argentina necesitan memoria, como necesitan justicia, y también demandan “historia” rigurosa.

Pero esta semana no sólo hubo in debate sobre el pasado; también lo hubo sobre el futuro.

Los resultados de la evaluación que se tomó a alumnos de 5to. y 6to. del secundario y del último año de Primaria, vinieron a confirmar -dolorosamente- algo que ya era sabido: los chicos terminan la escuela sin herramientas elementales. La mayoría tiene dificultades para comprender textos básicos y, a la vez, limitaciones muy serias para resolver problemas matemáticos de baja complejidad.

Ese es el drama actual de la Argentina; es el drama del futuro.

De esas pruebas surge apenas una porción de la tragedia educativa. La mitad de los adolescentes no termina el colegio secundario, de manera que está en condiciones mucho peores de las de aquellos que fueron evaluados.

La escuela ha perdido lo más elemental: la capacidad de enseñar a leer y a pensar a través de los números. Sólo el terrorismo, una guerra o una gigantesca catástrofe natural pueden ser, para un país, peor que esta desgracia educativa.

En este contexto, se produjo esta semana una inmensa movilización de docentes. ¿No deberían también movilizarse los padres y los propios jóvenes para reclamar una mejor educación?

Las marchas dominan la escena. También los piquetes, que enloquecen la rutina cotidiana sin que el Estado pueda desactivarlos.

Entre el pasado y el futuro, la coyuntura ofreció sus propios “entretenimientos”. Se discutió durante toda la semana la cena de Mirtha Legrand con el matrimonio presidencial. ¿Hubo sobreactuación? ¿Fue una emboscada? ¿Mirtha le faltó el respeto? ¿El Presidente no estuvo bien asesorado? Son todas cosas que se dijeron. Y que alimentaron un debate que atravesó, por igual, a la política y a la farándula.

Pero hubo otra polémica nacional: la Selección ganó con lo justo ante Chile y el balance fue tan pobre que nadie se quedó tranquilo. La idea mayoritaria es que, aún a los tropezones, Argentina estará en el Mundial de Rusia. Pero ¿cómo?

Un repaso de la agenda nacional obliga a mencionar que Cristina Kirchner deberá enfrentar, por el dólar futuro, su primer juicio oral. Por si quedaran dudas sobre la lentitud de la Justicia, el juicio recién se haría en el 2019.

El golpe en Londres volvió a mostrar la extrema vulnerabilidad del mundo frente a la amenaza terrorista y el fracaso de Trump con su reforma de salud confirma la inestabilidad del nuevo gobierno norteamericano.

Las primeras planas internacionales también hablan de un presente convulsionado y lleno de incertidumbres. Hasta países previsibles y estables como Holanda (donde Macri está ahora de visita) atraviesan un tiempo enrarecido. El país de la reina argentina estuvo cerca (en las elecciones de este mes) de dar un salto a lo desconocido.

Así, entre debates de fondo y discusiones anecdóticas, ya se corre la recta final de marzo.