Le clausuraron su almacén de barrio, se descompensó y murió

Juana Susana Willer (66) administraba y atendía un almacén de barrio desde hacía 17 años. Durante todo ese tiempo trabajó con la clientela de siempre y, llamativamente, nunca le robaron. Su final trágico fue ahí mismo: ayer se desmayó y murió luego de sufrir un pico de presión cuando amenazaban con clausurarle el local.

La historia se remonta al martes. Aquel día, un equipo de auditores de una dependencia provincial que controla la venta de bebidas alcohólicas se apareció en esa despensa de 150 entre 57 y 58.

En lo que habría sido un operativo de rutina, los inspectores le requirieron a la comerciante los papeles que confirmaran que allí se podía vender alcohol.

El equipo encontró una irregularidad. “Tenía la habilitación vencida desde hacía 10 días. Su contador no había podido renovarlo por un problema en el sistema con el que trabaja”, explicó José, la pareja de la mujer.

Los auditores amagaron con decomisar la mercadería que había en las heladeras, algo que finalmente no se realizó, pero que empezó a hacer mella en la salud de la dueña del local.

Luego de ese operativo, el comercio quedó clausurado, aunque sólo por unas horas. Al día siguiente, es decir ayer, la mujer volvió a atender al público.

No se sabe si por una denuncia anónima o por un control adicional, los inspectores de esa dependencia volvieron de nuevo al almacén de calle 150.

Otra vez, ordenaron la clausura. En adición, el procedimiento fue aún más severo. “Le labraron un acta por infringir la ley”, comentaron en una casa ubicada justo al lado.

La posibilidad de afrontar una multa importante y de, peor aún, perder su negocio, la trastocó por completó.

Susana empezó a sentirse mal. “Se descompensó, tuvo un ataque de presión y un infarto”, resumió José, ante la consulta de este diario.

El desmayo puso en alerta a toda la familia. La policía fue convocada rápido cuando la mujer no respondía a ningún estímulo. Fuentes de la fuerza confirmaron que hubo demora en el 107. Por eso, sus allegados la trasladaron hasta la UPA distante a pocas cuadras.

Por lo que confirmó la pareja de la víctima, ella ya había ingresado sin vida al centro asistencial.

José remarcó que Susana no padecía ningún antecedente sanitario vinculado al mal que padeció. Según él, su muerte “fue por el disgusto” que le provocó la situación.

Aunque en la casa lindera al almacén reconocieron que el permiso estaba expirado, el cuestionamiento llegó de inmediato: “Su negocio era de barrio. Trabajaba para sobrevivir. Nunca había tenido problemas”, señaló su pareja.

Varios vecinos respaldaron a Juana y su familia. “Lo que le hicieron a esta mujer no tiene nombre. En Los Hornos está minado de negocios truchos que venden alcohol a cualquier hora, a menores y sin ningún permiso de nada”, opinó una señora que vive en la zona.

Después del traumático operativo de inspección, los familiares de Susana harán los trámites para cerrar el negocio definitivamente.