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La Ciudad |UN PROBLEMA QUE AFECTA EN ESPECIAL LA SALUD DE LOS CHICOS

En dos barrios de Abasto sólo tienen agua de napas contaminadas con materia fecal

Se trata de las villas Esperanza y San Martín, donde viven unas 600 familias. Acusan a la planta de tratamiento cloacal de ser la principal causante de esa contaminación

En dos barrios de Abasto sólo tienen agua de napas contaminadas con materia fecal

La planta de tratamiento cloacal de Abasto, que se halla pegada a Villa Esperanza, es un predio de aspecto abandonado con dos piletones de decantación. Aunque su función es depurar los efluentes cloacales de la localidad, una muestra de agua tomada a la salida de ella reveló la presencia de bacterias como salmonella, escherichia coli y shigella en porcentuales que exceden lo admitido por ley - fotos: sebastian casali

Por NICOLAS MALDONADO

23 de Abril de 2017 | 04:19
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“El problema arrancó hace un año y medio apenas nos mudamos acá: los nenes empezaron a brotarse todo el tiempo y a sufrir cada tanto una colitis tremenda que los deja al borde de la deshidratación. Cada vez que se ponen así los llevo a la salita de Abasto, donde siempre te dicen lo mismo: que el problema es el agua, que les dé agua buena... ¿pero qué puedo hacer? ... si agua corriente no tenemos y la del pozo sale muchas veces marrón”, se lamenta Lucía Olmedo, mamá de Macarena, de 4 años, y Enzo, de 2. Al igual que las cerca de 300 familias de Villa Esperanza, la de Lucía vive condenada a cocinar, bañarse y beber agua contaminada con materia fecal.

En las muestras se detectó la presencia de salmonella, escherichia coli, shigella, guardias y amibas- todos microorganismos capaces de provocar cuadros gastrointestinales serios

A una decena de cuadras del centro de Abasto, Villa Esperanza es una tira de casas en su mayoría de madera que se extienden junto a las vías abandonadas del ferrocarril. Desde que a fines de los noventa comenzaron a asentarse ahí sus primeros habitantes -muchos de ellos albañiles, changarines y peones de quintas-, el barrio ha venido creciendo sin ninguna infraestructura de servicios y al margen de toda intervención estatal. Así como carecen de agua corriente, sus vecinos tampoco tienen cloacas, gas ni alumbrado público, y su única calle, la 516 bis, se convierte cada vez que llueve en un pisadero imposible de transitar.

Aunque un poco resignados a vivir en medio de tantas carencias, los habitantes de Villa Esperanza nunca han cesado de reclamar por su necesidad más imperiosa: el agua de red. Tras años de plantearle el pedido a cuanto delegado y candidato político visita el barrio, sus vecinos han venido a enterarse ahora por una denuncia penal que la empresa que debería brindarles ese servicio, la Cooperativa de Agua Potable de Abasto, sería la principal responsable de su problema de contaminación.

La denuncia -presentada ante la Justicia Federal por la dirigente platense Victoria Tolosa Paz- sostiene que la planta cloacal de Abasto, a cargo de la Cooperativa de Agua, estaría vertiendo efluentes sin tratar sobre un canal abierto, lo que habría terminado por contaminar tanto los pozos de agua de Villa Esperanza como los de otro barrio vecino, Villa San Martín. Aunque niegan tener cualquier responsabilidad directa sobre esa situación, los directivos de la empresa reconocen la existencia de un problema de contaminación en la zona de una escala todavía mayor (ver recuadro aparte).

LA DENUNCIA

Ubicada a menos de cincuenta metros de la Villa Esperanza, de la que sólo la separa un canal, la planta de tratamiento cloacal de Abasto es un predio de aspecto abandonado a medio alambrar con dos piletones de decantación. A ellos llegan los efluentes cloacales de unos dos mil vecinos de la localidad, que pagan a la Cooperativa de Agua una tasa domiciliaria de 68,88 pesos mensuales para que ésta se haga cargo de su tratamiento y disposición.

Aunque se supone que al llegar a los piletones, esos barros son degradados por la acción microbiana y sometidos luego a un proceso de cloración, la denuncia penal asegura que la planta no estaría cumpliendo hoy con este propósito, sino que los vierte directamente sin tratamiento sobre el canal. Así lo probaría una muestra de agua tomada a la salida de la planta, cuyo análisis revela la presencia de bacterias en cantidades que exceden ampliamente los parámetros admitidos por ley.

En las muestras -analizadas por el laboratorio de estudios ambientales GEMA por encargo de la denunciante- se detectó la presencia de salmonella, escherichia coli, shigella, guardias y amibas- todos microorganismos capaces de provocar cuadros gastrointestinales serios- en valores por encima de lo permitido por la ley provincial 11.820.

Aunque un poco resignados a vivir en medio de tantas carencias, los habitantes de Villa Esperanza nunca han cesado de reclamar por su necesidad más imperiosa: el agua de red

“Los estudios científicos que encargamos hablan de un riesgo muy alto para los vecinos de Abasto. Eso es lo que pusimos en conocimiento del Organismo de Control de Aguas de la Provincia (OCABA) y ahora llevamos ante la Justicia Federal. Más allá de que el accionar de esta Cooperativa está amenazando la calidad del Puelche -el mayor acuífero que provee agua potable a la región-, no queremos que esto termine con chicos muertos como ha pasado ya en otros municipios”, asegura Tolosa Paz, quien reclama a la Justicia la clausura inmediata de la planta cloacal.

ABANDONOS

Que la planta de tratamiento cloacal de Abasto ha caído en cierto abandono no es una novedad para los que viven allí. “Hace quince años uno caminaba por la vía y podía ver los piletones; estaba todo cercado, con una limpieza impecable. Ahora no es posible ver nada porque el lugar está tapado de yuyos y basura. Los efluentes siguen llegando pero no son tratados; y todo eso va a parar al canal que pasa por los dos barrios y termina en el arroyo Abascay”, explica la docente Miriam Cuevas, vecina de Villa San Martín.

Tampoco es una novedad que al menos un 70 por ciento de los pozos de agua de los vecinos (en su mayoría de unos treinta metros de profundidad) están contaminados con material fecal. Así lo confirmó el año pasado una serie de estudios hechos por el Programa Ambiental de Extensión de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP a instancias de la biblioteca El Rincón de los Niños de Villa San Martín.

“Hace años que venimos conviviendo con este problema que no es sólo de la planta. Como no tenemos cloacas, estamos rodeados de pozos sépticos que también contaminan la napa. Se lo hemos plateando a varias gestiones del Municipio, a la Defensoría del Pueblo de la Provincia e incluso a la propia Cooperativa de Agua, pero nadie nos presta atención. La empresa nos dice que para extender la red de agua habría que instalar una bomba en el barrio y ellos no pueden hacer esa inversión”, explica la docente, quien atribuye el problema a “la falta de interés” de los funcionarios. “No le interesamos a nadie –dice- nadie nos ve”.

Para Mariano Villalba y Guillermo Palazzo, dos vecinos de Abasto que integraron alguna vez la Cooperativa, no se trata de un problema de desinterés sino una “clara irregularidad”. “Encima de que cobra por un servicio cloacal que no presta al largar los efluentes sin ningún tratamiento, la empresa le está tirando toda esa mierda a la misma gente a la que le niega el agua potable aunque está dentro de su área de concesión. No pueden decir que la inversión para extender la red tiene que hacerla el Estado, son ellos los que cobran por el servicio –dicen-; tienen que invertir”.

 

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