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Hipersexualización infantil: crece la moda de tratar a las nenas como si fueran adultos

Cursos de modelaje para niñas de 6 años, cumpleaños con spa party y hasta mini bikinis con relleno forman un fenómeno que preocupa y que, muchas veces, es alimentado por los propios padres

Hipersexualización infantil: crece la moda de tratar a las nenas como si fueran adultos
23 de Abril de 2017 | 04:48
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La escena puede verse en la puerta de varias escuelas de la Ciudad a la hora de entrada y salida de los alumnos. Dos promotoras, adolescentes ellas, reparten entre los padres un folleto que a nadie asombra y que parece natural: es la propaganda de una escuela de modelaje que invita a sus cursos para nenas de entre 6 y 11 años. La empresa, cuya cara visible es una modelo platense con breves apariciones en la tele, responde a un cambio de paradigma y a una tendencia que, al decir de los especialistas, va desde concursos de belleza y spa para niñas hasta maquillajes y bikinis con relleno para pequeñas de jardín de infantes.

“Las nenas pueden jugar a ser modelos, mamás, o princesas, pero es diferente cuando deja de ser un juego y se convierte en un patrón de conducta”

Si bien a esta altura parece un tanto hipócrita que la sociedad se espante cuando se plantea el debate de la sexualización cada vez más temprana de la infancia, psicólogos, psiquiatras y psicopedagosos aseguran que el fenómeno de la llamada hipersexualización infantil avanza como nunca antes y sus causas, aseguran, pueden rastrearse en la publicidad y los estereotipos de género transmitidos por los propios padres.

“Las nenas pueden jugar a ser modelos, mamás, o princesas -explica la psiquiatra infantojuvenil Andrea Esther Pellegrini-, pero es diferente cuando deja de ser un juego y se convierte en un patrón de conducta con preocupaciones o intereses de un adulto, asumiendo valores que no corresponden a su edad y que las pueden perjudicar emocionalmente”.

Hablar de una sociedad con niños hipersexualizados no es hacerlo desde la mojigatería o el recato impostado. Se sabe que la sexualidad es libertad y aprendizaje, pero se sabe también que exponer a los chicos a situaciones o gestos que ni ellos mismos llegan a entender del todo lejos está de ser algo inofensivo. “El cuerpo, que para el niño es un instrumento para explorar el mundo, jugar o conectarse con el otro, con esta moda se convierte en un objeto de culto, en objeto de exhibición”, apunta Mónica Coronado, licenciada en psicopedagogía y para quien “los parámetros de belleza, delgadez o la percepción del rostro que implica el maquillarse son experiencias que puede manejar una persona que ha consolidado su personalidad. En la hipersexualización está el horizonte de querer agradar, ser linda y atractiva a través de determinados acondicionamientos físicos que tienen que ver con la seducción del otro. Hay corpiños con relleno para nenas de 10 años, depilación de cejas o cirugías. Y así los chicos se ven presionados a medir su valor en función de cuánto les gustan a los demás o cuán populares son. Es una carrera destinada a perder”.

Para Coronado, si bien la tendencia se relaciona en gran medida al universo de las nenas “se da también en varones, por ejemplo al adjudicarles comportamientos que no tienen carácter sexual como decir que un chiquito de 4 años está de novio. Hay nenes, incluso, a los que los propios padres visten como si fueran Iván de Pineda, con anteojos Ray Ban y todo”.

A su vez, Pellegrini agrega el concepto de hipersexualización infantil “fue creado para definir la representación del niño como una especie de adulto sexual en miniatura, por la presencia de patrones de comportamiento, expresiones, vestimentas o juegos, que no corresponden a su etapa madurativa”.

Para la especialista, los niños “incorporan la creencia que para triunfar y tener éxito en la sociedad deben ser sexualmente atractivos, portadores de una imagen perfecta, cuerpos extremadamente delgados y esbeltos como sinónimo de belleza. Lo superficial pasa a ser lo más importante, y dejan de lado otros valores y aspectos del desarrollo vitales en la infancia. El problema es que no lograr cumplir con estos estereotipos impuestos por la sociedad, imposibles de alcanzar, los convierte en seres altamente vulnerables, y los conduce a la frustración”.

Hace cuatro años, el Parlamento Europeo abordó este debate al constatar con alarma el aumento del número de imágenes de niños con enfoque sexual. Los puntos trabajados en la llamada comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad planteaban algunas reflexiones sobre las consecuencias de esta erotización, en un trabajo que abarcaba de los seis hasta los trece años. La influencia negativa de la sexualización en la autoestima, se apuntaba, puede llevar a trastornos de alimentación de base psíquica. Y se alertaba, sobre todo, de que este peligro de auto objetualización “incrementa la posibilidad de conductas agresivas hacia las niñas”.

En sintonía con el diagnóstico que trazaban los especialistas europeos hace ya un tiempo, el psicólogo Juan Carlos Volnovich considera que “hay una prematura incorporación de los chicos en el lugar de objetos sexuales. Los padres están desesperados porque ven que hay un mercado laboral expulsivo y ahí aparece toda la tiranía de los ideales estéticos: como ello es inalcanzable, aparece entonces esta compulsión a las cirugías desde muy temprano, a pedir como regalo de 15 que le hagan las lolas o a seguir regímenes alimenticios para tratar de aproximarse a un ideal que es imposible”.

Si bien la moda de organizar spa para nenas aparece acaso como una de las formas más llamativas del fenómeno, quienes analizan el tema aseguran que es en el mundo de las pasarelas donde la tendencia alcanza su exageración. El debate sobre la precocidad en la que las chicas modelos se suben a las pasarelas o posan ante una cámara generó en los últimos años distintas recomendaciones. El CFDA (Consejo de Diseñadores Americano) sugirió en el 2012 que la edad mínima para desfilar fuese de 16 años, un consejo que surgió después del estudio realizado por The Model Alliance. Esta plataforma, nacida para reivindicar y vigilar los derechos de las jóvenes que trabajan en el mundo de la moda, realizó no hace mucho una encuesta entre 240 modelos. Los resultados indicaron que la mayoría (un 54,7%) empezaron entre los 13 y los 16 años, mientras que un 37,3% lo hicieron entre los 17 y los 20 años. La encuesta también reveló que una mayoría de las chicas menores de 18 años nunca o casi nunca estaban acompañadas por los padres o algún tutor durante su trabajo.

Una polémica

A comienzos del 2011, la revista Vogue París impactó con una producción de fotos con tres nenas de 8 años pero poses de mujeres adulta. Debido al escándalo que se generó en Francia y otros países de Europa, la publicación se comprometió a no utilizar modelos menores de dieciséis.

Un libro

En el libro American girls (2016), su autora Nancy Jo Sales retrata a través del testimonio de decenas de chicas estadounidenses una sociedad en la que todas, sean pequeñas o adultas, quieren aparentar una actitud hot. Y donde los sexting rings -en los que fotografías de adolescentes desnudos se comparten en amplios grupos de redes sociales- existen en la mayoría de institutos. Entre otras cuestiones, y en sintonía con varios de sus colegas, la especialista apunta que el público infantil estadounidense empieza a ver pornografía en Internet a los seis años, y que la gran mayoría lo han hecho antes de cumplir los dieciocho.

Un extremo

Acaso en el extremo más exagerado y burdo del fenómeno de la hipersexualicación infantil, aparece el caso de la pequeña Britney Campbell, quien a pesar de tener sólo 8 años fue sometida cada tres meses y por su propia madre a una terapia de Botox. Lo que más indignación generó cuando se conoció su historia fue el argumento con que la madre, Kerry, justificó la decisión: “Es por su bien y para garantizar su futuro”, explicó.

Una advertencia

El Parlamento Europeo abordó este tema hace cuatro años, cuando comprobó un aumento en el número de imágenes de niños con enfoque sexual. Los puntos trabajados en la comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad planteaban algunas reflexiones sobre las consecuencias de esta peligrosa erotización infantil, en un trabajo que abarcaba de los seis hasta los trece años. La influencia negativa de la sexualización en la autoestima, se señalaba, puede llevar a trastornos de alimentación de base psíquica. Y se alertaba, sobre todo, de que este peligro de auto objetualización “incrementa la posibilidad de conductas agresivas hacia las niñas”.
 

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