¿Debe o no Gimnasia ofrecer la renovación de contrato a Alfaro?

Es, sin dudas, el tema del momento en Gimnasia. Todos están más que conformes con la cosecha de puntos que viene realizando el equipo, aunque el modo estratégico de plantarse en el campo genera interesantes debates y opiniones encontradas.

La Comisión Directiva tiene algunas certezas: Las unidades sumadas, el estilo de trabajo serio y responsable del entrenador y, también, la matriz un tanto conservadora que distingue a su pizarra estratégica. Cuando Ricardo Rezza, anterior secretario técnico, lo recomendó ante el ex-presidente Daniel Onofri, todos sabían la clase de conductor que estaba sugiriendo. Ningún hincha desconocía el sello distintivo de quien ya había pasado para varios clubes.

Gustavo Julio Alfaro disfrutó su punto culminante como cerebro y orfebre de aquel humilde Arsenal de Sarandí que llegó muy lejos acumulando varios títulos. Algunos incrédulos le restan mérito por haber logrado tan rutilantes éxitos en el club de los Grondona y con Don Julio sentado en el sillón más poderoso; pero ¿por qué ningún otro DT consiguió algo parecido en la misma entidad y con la misma familia gobernando repleta de influencias?

El actual conductor mens sana tiene una identidad, un modo de parar a sus dirigidos en el campo que nadie puede negar. Puede parecer poco relevante, pero hay equipos que extravían su DNI con alarmante facilidad. Alfaro es sinónimo de orden, sacrificio y disciplina táctica. Brahian Aleman puede inventar y/o ensayar lo que se le plazca allá, bien lejos de Alexis Martín Arias (ese pibe es un diamante de incalculable valor), si es posible en el área de enfrente, pero no en la mitad de la cancha, y mucho menos en campo propio.

EL INGRESO DE PERDOMO FUE UNA CLARA SEÑAL

Cuando Alfaro decidió sacar a Ramiro Carrera (de muy baja actualidad) para hacer ingresar a Luciano Perdomo iban nueve minutos del complemento y significó un claro mensaje de que, más que ir a buscar el segundo gol, estaba interesado en tomar recaudos para mantener la ventaja que había obtenido. Bastante más tarde ingresó Darío Bottinelli (¡Cómo se extraña Lucas Lobos!), cuando Gimnasia seguía teníendo once jugadores y Central, con diez, corría desparramando coraje y ambición.

¿Se lo hubiera criticado igual a Alfaro si el “Canalla” no hubiese dado vuelta el resultado? ¿O en ese caso se habría dicho que fue inteligente para replegarse y para aprovechar la desesperación del rival? Mauro Matos pisó el campo dos minutos después del segundo gol del dueño de casa. Ya era tarde para milagros. A esa altura de la noche del sábado Rosario estaba con fiebre y la fiesta armada con el delirio de su gente.

Pregunto: ¿Quién se equivocó más? ¿Alfaro haciendo un cambio con acento defensivo o Facundo Oreja propiciando que Central facturara de contragolpe al dejar libre su sector y regresando tarde a la jugada del gol de Herrera?

Es tan cierto que a Alfaro no le sobra ni una pizca de ambición, como que a sus jugadores les faltó oficio para llevar el trámite de la pulseada al lugar, al modo y al ritmo que más les convenía.

Pregunto: ¿Sería más ofensivo el técnico albiazul si tuviera mediocampistas con mejor trato de pelota y atacantes más peligrosos? Para saberlo habrá que verlo. Pellegrino admitió en “La Redonda 100.3” que, con esta campaña, tiene pensado ofrecerle la renovación contractual. Parece una decisión basada en el sentido común. Alfaro es un buen director técnico al que el club debe marcarle los errores que advierta. Este ciclo de trabajo está construyendo las bases de un equipo que puede y debe crecer. Tiene un tutor que sabe conducir, pero éste tendrá que estar en sintonía con la osadía que demandará el futuro cercano.

Antes del partido en el Gigante muchos afirmaban que “con Alfaro nos armamos bien atrás y nos traemos un puntito”. Son los mismos que ayer vociferaban con enojo: “¡No puede ser que sea tan amarrete! Tendría que haber puesto a Niell e ir a buscar el segundo gol”. Cambia. Todo cambia por el resultado. Así no vale.

¿Se lo hubiera criticado igual a Alfaro si el “Canalla” no hubiese dado vuelta el resultado? ¿O en ese caso se habría dicho que fue inteligente para replegarse y para aprovechar la desesperación del rival?