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Policiales |PIDIERON LA DETENCION DE UN SOSPECHOSO

Asalto y crimen en Abasto: “Les dimos todo, pero igual lo mataron”

Eso dijo la familia de José Luis Báez, fusilado de un escopetazo. Los heridos se recuperan

Asalto y crimen en Abasto: “Les dimos todo, pero igual lo mataron”

Hilda, la madre de José Luis Báez, sentada en la cama del cuarto donde antenoche mataron a su hijo. El joven intentó impedir que los delincuentes entraran. Y lo mataron a escopetazos - gonzalo mainoldi

26 de Abril de 2017 | 02:33
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Sentada sobre la cama de acolchado rojo, entre paredes de ladrillos a la vista y a la luz de un foquito que pende del techo de chapa, Hilda cuenta cada detalle del asalto que sufrieron anteanoche en su quinta de Abasto. Lo relata rápido y con atropello, como reproduciendo el modo en que seis hombres les pegaron, los encañonaron con armas, rompieron puertas y abrieron fuego. Hilda se quiebra sobre el final de la historia, cuando le toca poner en palabras cómo encontró a su hijo tirado en el piso, herido de muerte. Anoche, por este caso, el fiscal Fernando Cartasegna pidió la detención de un sospechoso.

José Luis Báez tenía 32 años, era boliviano y murió a causa de un escopetazo en la cabeza, efectuado con un arma del calibre 12. Eso es lo que figura en la autopsia que los forenses hicieron ayer. Hilda cuenta que su hijo “tenía partido acá”, se toca la cabeza y ya no pueda seguir contando, sentada sobre el acolchado rojo, justo donde pasó todo.

De los asesinos solamente se sabe que usaron capuchas, guantes y armas cortas y largas; que se llevaron 60 mil pesos y teléfonos celulares y que escaparon en camioneta. “En una o en dos, según quién los haya visto”, dice un pesquisa. Es que sucedió en unos pocos minutos de la noche del lunes y en la oscuridad de un predio de 513 y 200, donde Báez y su familia comandan el cultivo de hortalizas de hoja y tomates.

“Jose, abrime la puerta”

“Estábamos todos despiertos, salvo mi hermano, que se había ido a acostar 20.30” -dice Ana Báez, la hermana de José Luis-; “de golpe, se manda una camioneta con seis tipos, con la cara tapada y cada uno con un arma”.

“Primero fueron a la pieza donde estaba mi tía con un empleado. Después, a la casa donde estábamos mi madre y yo. Nos apuntaron, nos pidieron toda la plata y los celulares”, explica la joven, confirmando lo que ya había dicho Hilda: “Se los di rápido. Ana y la madre terminaron en el piso y lo mismo sucedió en el otro cuarto.

“En total, en la propiedad habría entre seis y siete personas”, calcula un investigador. En su habitación, José Luis se encontraba solo.

“Por último fueron para donde estaba mi hermano. Le decían ‘José, abrime la puerta`. El se dio cuenta y se las trababa para que no pasaran, pero como eran seis terminaron haciendo más fuerza y la tiraron abajo”, asegura Ana, aclarando que no llegó “a escuchar si le dijeron algo. Le dispararon varias veces”.

Hilda recuerda que a la hora en que empezó la odisea ella “estaba en la pieza mirando el noticiero” y que escuchó ruidos, pero supuso que provenían “de la tele de los chicos”. Se asomó para mirar, pero lo que vio fueron dos hombres armados que no paraban de gritarle “tirate al piso”. La agarraron del pelo y le pidieron plata. “Yo les di 30 (por 30 mil pesos); querían más. Y les di los 60”, apunta la mujer, antes de confirmar que de los dos delincuentes que ingresaron en su cuarto, “uno era más agresivo que el otro”.

Según un investigador, la banda “se dividió de a dos”, para controlar rápido a todas las víctimas y “arrancaron los tiros cuando Báez quiso forcejear con ellos”. Después de las detonaciones Hilda y su hija corrieron a donde José Luis yacía tirado: “Les grité a mis vecinos que me ayuden”, reflexiona, pero su hijo murió enseguida.

En el episodio también resultaron lastimados otros dos jóvenes bolivianos, Eudal Cano Valdes (18) y Juan Eduardo Chirapane (31), el primero con un tiro en la pierna derecha y el otro con un culatazo en la cabeza. Los asistieron, recibieron el alta y ayer volvieron a trabajar en la quinta.

En la escena trabajaron policías de la comisaría Séptima, la distrital Oeste, el gabinete de Homicidios de la DDI y peritos de Científica, todos bajo las órdenes del fiscal Cartasegna. Los expertos en balística detectaron que en el lugar se hicieron, por lo menos, seis disparos, cuatro de ellos con revólveres de calibre mediano (podrían ser .32) y entre 2 y 3 con escopetas del 12.

No hay cámaras en el terreno, ni en las inmediaciones. La luz es mala y los criminales usaban capuchas. Pero surgió una pista y, como se dijo, ya hay un pedido de detención.

Los delincuentes andaban en una Renault Duster gris con vidrios polarizados y ese dato, por menor que parece, resultó de gran importancia para empezar a resolver el caso.

 

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