Feria del Libro: renovada pero con la mira puesta otra vez en el público joven

Con un abanico de opciones que apuntan al segmento juvenil aglutinado por booktubers y blogueros pero sin descuidar al público tradicional que llega para abastecerse de bestsellers o revelaciones literarias, la 43° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires arrancó esta semana en La Rural y su objetivo es superar el millón de visitantes.

La mayoría de los sectores más prometedores se encuentran en esta oportunidad en el Pabellón Amarillo, donde, entre otras cosas, se presenta Los Ángeles como la ciudad invitada de honor. Coronada por paneles verdes que simulan el paisaje escarpado sobre el que se proyecta Hollywood, uno de los mayores atractivos de este stand es la delegación de escritores que lo integran: Allen Zadoff, Gregg Hurwitz, Jesse Ball, Jeffrey Lewis, Jim C. Hines, Luis Alberto Urrea, Héctor Tobar y la taquillera Madeline Roux (ver suplemento literario).

En el Pabellón Azul, al igual que el año pasado, el fuerte son los espacios dedicados a la historieta, la novela gráfica y las ilustraciones, con un puñado de stands que ofrecen una selección de estos géneros, entre ellos el puesto de Marvel decorado con gigantografías de Spider-Man, Capitán América o Hulk, algunos de los superhéroes más emblemáticos de la editorial estadounidense de cómics que está a punto de cumplir 80 años en el mercado. Un stand próximo tiene como eje al inoxidable Ciruelo, referente mundial del Fantasy Art y protagonista de libros y álbumes de rock con sus legendarias ilustraciones de hadas y dragones.

Recorriendo los pasillos de la feria los pequeños lectores pueden disfrutar de grandes títulos, ofertas de algunos stands y revistas con actividades de personajes conocidos de la televisión o el cine. Las revistas de cómics y los libros manga ganan adeptos en este pabellón, donde se concentran las editoriales especializadas como el caso de A4 editora (stad 119) que ofrece manga de “Sakura” a 50 pesos, “Vértigo. Al filo del invierno” ($100), “La muerte de Wolverine” ($260), “Spiderman. Las más trágicas historias del hombre araña” ($360) o “Negocios de familia” ($450).

Unos pasillos más allá, el encargado de La Revistería (stand 231) comenta que si bien las publicaciones de “Zelda”, “Babylon”, “Rave” o “Pokemon” tienen un valor promedio de 200 pesos, entre los estantes se pueden encontrar ofertas de publicaciones anteriores a que van desde 2 x 50 o 10 x 150.

La distribuidora Plan T (stand 225) asegura tener libros para lectores de todas las edades con diferentes temáticas. “Tenemos muchos cómics de Marvel como de DC Cómics, es decir de las dos empresas más grandes, sin dejar de lado a la producción de cómics argentino”, dicen. Los precios en el stand oscilan entre los 60 pesos (la revista de “Guerra Civil 2”) hasta los 700 con “Patrulla condenada” de Grant Morrison.

A nivel nacional, el clásico de ventas es “El Eternauta” de Héctor Oesterheld, con una edición especial a $790 para fanáticos, pero también se vende bien la edición pocket a 150 que piden en algunas escuelas.

La editorial El zorro rojo (stand 415) tiene como novedad tres libros “El topito que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza”, del escritor Werner Holzwart, un cuento clásico alemán sobre la investigación de un topo que una mañana amaneció con caca en la cabeza; “El milagro del oso”, la historia de un oso que no encuentra pareja con quien tener hijos; y “La gran pregunta”, un libro que plantea las dudas que el ser humano tiene sobre la vida.

En el Azul y el contiguo Pabellón Verde están concentrados los stands de mayor metraje, gestionados por las grandes editoriales como Planeta y Penguin Random House. Este último, además de las interminables tarimas destinadas a exhibir su fondo editorial, dispuso esta vez un espacio para que sus autores firmen ejemplares y hasta diseñó una segunda planta donde funcionan oficinas y un espacio para eventuales rondas de negocios.

La Feria atrae pero, por momentos, también aturde debido a su inagotable oferta visual que obliga a diferenciar planos, imágenes, colores y hasta texturas. Todo lo contrario de las experiencias sensoriales que se pusieron en juego en el apartado minimalista que evoca los cincuenta años que median desde la publicación de la novela “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez. Entre paneles blancos revestidos apenas con algunas de las portadas más representativas -figuran en la selección desde la primera versión de mayo de 1967 hasta la última edición, la 131, que data de mayo de 2014- se puede escuchar al propio “Gabo” recitando el primer capítulo de la novela sobre la desquiciada Macondo, con voz firme y algo parsimoniosa. También es posible acceder a un facsímil que reproduce una carta que el autor de “Crónica de una muerte anunciada” le envió en octubre de 1965 al mítico editor argentino Francisco “Paco Porrúa”, anticipándole que está trabajando en su quinto libro, “Cien años de soledad”, al que definió entonces como “una novela muy compleja en la que tengo afincadas mis mejores ilusiones”.

Muy cerca de ese punto está emplazado también el colectivo de sellos acaso más interesante de la escena literaria actual: se trata del stand que aúna la producción de seis editoriales locales y una uruguaya -Adriana Hidalgo, Beatriz Viterbo, Caja Negra, Eterna Cadencia, Katz, Mardulce y “Criatura editora”, que participa como invitada- agrupadas bajo la “arltliana” denominación de “Los siete logos”, que por quinto año consecutivo participa de la Feria del Libro.

Se espera la visita de un centenar de escritores extranjeros, 1.500 actividades y 4.500 expositores

El espacio se caracteriza por la afluencia de títulos de vanguardia, clásicos, traducciones cuidadas, autores nóveles y consagrados: un conjunto que permite vislumbrar nuevas corrientes estéticas, acceder a obras que surgen del maridaje entre disciplinas -como “Carsick”, el texto del cineasta de culto John Waters- y detectar sorpresas como la reciente colección de relatos que la inglesa Claire-Louise Bennett reunió en “Estanque”.

Institucionales pero no solemnes. Ese es el concepto que guió el diseño y emplazamiento de dos de los espacios más creativos que ofrece este año la megaexposición literaria: el del Ministerio de Cultura de la Nación -ubicado en el Pabellón Azul- y el gigantesco stand desdoblado en dos bloques separados por una calle tapizada de cesped sintético que condensa la puesta del Gobierno de la Ciudad.

El stand del Ministerio, que incluye un sector gastronómico, dispone también de sillones y mesas bajas que se extiendan hasta el borde donde una gran pantalla que homenajea al poeta Oliverio Girondo -de quien este año se cumplen cincuenta años de su muerte- con la proyección de un cortometraje que fusiona imágenes de parejas en blanco y negro mientras un sobreimpreso reproduce uno de sus poemas más célebres, el que comienza “Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan...”.

Con la intención de alcanzar el millón 200 mil visitantes en 21 días de exposición, como se dijo, la 43º Feria del Libro de Buenos Aires se despliega en 45 mil metros superfice y con una propuesta que incluye la visita de un centenar de escritores extranjeros, 1.500 actividades, 4.500 expositores y la visita de los Nobel de Literaura Mario Vargas Llosa y JM Coetzee (ver gráfico).

Habrá talleres infantiles, cursos de periodismo para adolescentes y un ciclo de charlas organizadas por la Biblioteca Nacional: una de ellas estará a cargo del músico Gillespi y el periodista cultural Fernando García bajo el título “Generación Beat. Insurgencia poética de los años 60”; en tanto que en la última el editor Diego Manso y la actriz Muriel San Ana dialogarán sobre el periodismo cultural.

Se puede acceder a la programación completa de la Feria y buscar actividades día por día en la web www.el-libro.org.ar