La sabiduría del zorro

La única expectativa que abriga Facundo Soto acerca de “Hasta el final”, el disco de Guasones que hoy sale a la venta, es “que guste”. No hay ni mayores ni menores pretensiones que la de superar el siempre complicado desafío de añadir algunos himnos al “grandes éxitos” de la banda. Con la sabiduría que sólo da el oficio de haber girado en la rueda del rock and roll federal durante tanto tiempo, el rocker platense de inconfundible voz cascada asegura que éste, “sin dudas”, es el mejor momento de la banda que lidera desde hace veinticinco años, tanto en lo musical como en lo humano.

Sin ínfulas innovadoras, Soto y compañía tienen en claro lo que buscan, y permanecer fieles a esa decisión artística es cosa juzgada. “Lo único que nos preocupó siempre fue tocar y sonar cada vez mejor”, dice el “Titu”, en diálogo con el JOVEN, sobre el presente de la banda orquestada además por las guitarras de Maxi Tymczyszyn y Matías Sorokin, el bajo de Esteban Monti y la batería de Damián Celedón.

“Estamos muy contentos del formato que tenemos desde hace un año -dos guitarras, bajo, batería y voz-, lo que nos devolvió a las raíces, al garage, sin tanto despliegue de músicos en escena. La banda está sonando muy cruda, muy ajustada, y por sobre todo muy confiada de lo que hace. No pretendemos más que eso” subraya el vocalista.

Editado por el sello Popart, el álbum está integrado por doce canciones marcadas por la madurez de una banda solvente, que explora medios tiempos ruteros, rocanroles urbanos y baladas sentidas como soporte de historias de excesos, temores, desafíos, amores, espejos, partidas y miserias, los tópicos ineludibles del rock and roll más visceral.

Octavo disco en una saga que se inició en 2000, “Hasta el final” fue producido por los músicos con la colaboración de Coti Sorokin en cinco temas; grabado por Alvaro Villagra, Max Miglin se encargó de la mezcla en España. Su presentación oficial será el 28 y 29 de abril en el Museum Live porteño, con un sistema de venta de entrada + disco que ya generó gran expectativa en las redes sociales.

La fecha platense, sin embargo, será recién el 3 de junio en el club Atenas, el “templo” del rock platense en el que Guasones lleva escritos varios capítulos de su historia. “Estamos muy ansiosos por presentar ‘Hasta el final’ en La Plata, nuestra ciudad. Es una presión extra, una presión linda” revela Soto: “está nuestra gente, algunos de ellos nos vieron tocar en Atenas en el año 1992, en el Tinto a Go Go en el 94, en Cafetal en el 95... En los clubes Reconquista, Sporting, Universal, Belgrano, La Fraternidad… es donde empezó todo. Es la presión de darles un buen show en agradecimiento por todo el aguante que nos hicieron todos estos años”.

-¿Cómo fue la colaboración con Coti?

-Con él laburamos cinco canciones del disco. “Canción para un amigo” fue una de ellas. Primero las trabajamos nosotros solos, y luego llegó la magia de Coti para terminar de cerrarlas. Quedamos muy contentos con su aporte y más que nada en esta canción, que fue grabada de una sola y única toma, real, y todos en vivo dentro del estudio. Se generó algo único entre los cinco y Coti desde el control. ¡Good!

-El sonido del disco es cien por ciento “guasón”. Nos has dicho en entrevistas anteriores que ya no les interesa, como banda, innovar. Que su preocupación, básicamente, está en sonar cada vez mejor. ¿Cómo suena, a tu criterio, este disco?

-Terrible. Estamos muy conformes con el sonido. Con Alvaro Villagra hay muy pocas chances de que suene mal, es el número uno lejos en este país. Además de la producción de Coti en algunas canciones, sumale 25 años de banda... Creo que Guasones está en su mejor momento, tanto musical como en lo humano. Eso creo que se refleja en las canciones de “Hasta el final”.

- A la hora de definir el sonido, ¿tuvieron la necesidad de contar con un oído externo?

-Nooooo! Nadie mejor que nosotros cuatro para saber cómo tenemos que sonar.

-Siempre dijiste que no te resultaba fácil la escritura de las canciones, que era lo que más te costaba. En “Canción para un amigo” se percibe la necesidad de exorcizar tu tristeza, con un homenaje a alguien muy cercano que se fue. ¿Cómo fue, en ese caso, la escritura? ¿Te salió de un tirón? ¿O fue más difícil de lo normal?

-Es verdad que lo que más detesto hacer son las letras, me cuestan horrores, pero también es verdad que cuando aparece una tan visceral o genuina como la de “Canción para un amigo” todo se hace muy simple, es cuestión de recordar y escribir. Me gusta mucho esa letra, tenía más versos para cantar y muy emotivos, al menos para mí. Pero tampoco abrir tanto el corazón... preferí guardármelos. Esta fue una de esas canciones que no tenés que parar de escribir para ver cómo seguís. No tardé más de 15 minutos en terminarla. Automáticamente, la compartí por teléfono con mis amigos del alma y fue un momento muy emotivo.

-La alusión a los excesos vuelve a estar presente en este disco. ¿Es un tópico ineludible? ¿Es un “gesto de rebeldía” que el rock no puede o debe evitar?

Es rock and roll, no analizo tanto cuando escribo ni cuando pongo las músicas, es sentimiento puro, cien por ciento visceral... De eso se trata el rock and roll.

-El ataque de pánico también sobrevuela alguna que otra letra ¿Te analizás?

-Los causantes del pánico son el miedo, el dolor, la angustia o cualquier tipo de malestar intenso. Que alguien me diga que no vive eso de vez en cuando, y no le creo. Sería muy hipócrita si en mis letras no tocase esos temas, forman parte de mi vida y claramente se ven reflejados en las canciones. No me analizo, creo haber probado alguna que otra vez pero no llegué a ningún lado.

-Los miedos y fantasmas que a todos nos rodean también aparecen a la largo del disco. ¿Cuáles son tus miedos? ¿A qué le temés?

-A esta altura de mi vida los miedos o fantasmas que me rodean son los mismos que a cualquier persona de mi edad y con hijos. Vivo para ellos y nada me aterra más que les pase algo o vivan situaciones de riesgo... quizá me esté poniendo viejo. Miedos personales no tengo ninguno. Ya soy grande y sé cuidarme solo. El que tenga miedo que se compre un perro.

-“HDP” es un tema con fuerte carga social. “No quiero volver a ver nunca más un chico en la calle”, “no quiero volver a ver una ciudad bajo el agua”. Habla de injusticias, promesas incumplidas, corrupción... ¿Creés que es necesario que un artista se comprometa socialmente?

-Claro que es necesario comprometerse socialmente, por ejemplo, desde el lugar que ocupo denunciar mediante nuestras letras lo que estos traidores vende patria nos vienen haciendo desde que tengo uso de razón... A ninguno de estos ladrones les creo ni una palabra, a ninguno, ni a los que estaban, ni a los que están, ni los que ya no están. Respecto al juicio acerca de los artistas comprometidos con un partido político... cambio de canal cuando los veo, me dan asco; y a los que estuvieron en algo ilícito, que se los investigue, si tienen que ir presos que vayan nomás... El pueblo lo va a agradecer.

-¿Sigue siendo el skateboard tu forma de “descarga” más efectiva?

-Por supuesto. Sigo y cada vez más. Eso sí que es rebeldía pura, tanto como el rock and roll o quizás más.

-Hablando del paso del tiempo, es inexorable, nos llega a todos. ¿Se puede ser siempre un rockero al estilo “Peter Pan”? ¿O empiezan a pesar los años en la voz y en el cuerpo? ¿Cómo te sentís vos, en esta etapa de tu vida y carrera?

-¿Me estás tratando de señor mayor? (risas). Mirá, hace muchos años que Guasones no para de girar por el país y por afuera, eso significa muchos viajes, pocas horas de sueño, distintos hoteles, comidas, desgaste físico en los shows, etc, etc. Si a nuestra edad no cuidás un poco el cuerpo y la cabeza todo empieza a fallar. No es lo mismo que a los 20 o a los 30. Te digo porque lo vivo a diario. Por suerte entendí que para hacer bien lo que uno hace, hay que cuidarse. ¡Ojo, los extremos nunca son tan buenos!...

María Virginia Bruno y Francisco Lagomarsino