Plazas y espacios verdes, patrimonios valiosos que cuenta nuestra ciudad

Hace pocos días se analizaba en esta columna la situación de abandono en que se encuentra uno de los parques más emblemáticos de la Ciudad y ahora, lamentablemente, corresponde aludir a lo mismo, pero en esta oportunidad es la plaza San Martín -la más tradicional, la más llena de historia, la que separa en pleno centro la Casa de Gobierno con la Legislatura-, la que hoy se ve ganada por un inexplicable estado de deterioro.

Veredas rotas, bancos que no se encuentran en condiciones de usar, esculturas en ruinas, escombros aquí y allá, dejan a la vista una desalentadora falta de mantenimiento por parte de los organismos comunales responsables.

En la nota publicada jornadas atrás en este diario, quedó en claro que casi no existe un sector de veredas que no muestre roturas y faltas de baldosas. Se advirtió, asimismo, que en algunos sectores el embaldosado directamente dejó paso a la tierra, como se ve sobre el frente de la plaza que da al Pasaje Dardo Rocha. Allí los días de lluvia se forma un barrial que complica a los transeúntes.

Las muestras del abandono en que cayó el espacio público se extienden también al mobiliario y a la forestación: por caso, son numerosos los asientos verdes de madera que carecen de alguna de las varillas. Algunos, incluso, en un estado tal que prácticamente es imposible sentarse. Del cartel que debería indicar el nombre de la plaza apenas quedaron los hierros que le servían de soporte. Y no son pocas las cazuelas de árboles que están vacías, reclamando por su reforestación.

Por su parte, muchos transeúntes dijeron ver con mucha preocupación el deterioro del conjunto escultórico que se alza en el corazón del paseo: el monumento al Libertador San Martín, que luce con sus perfiles corroídos, ajado y opaco.

Cabría señalar que desde la secretaría de Espacio Público y Gestión Ambiental se aseguró que la puesta en valor de la Plaza San Martín ya está planificada, al igual que la de otros 18 espacios verdes de toda la Ciudad. En ese sentido, desde la Comuna detallaron que el plan contempla la instalación de nuevos juegos y bancos, renovación de veredas, limpieza y restauración de monumentos, forestación y demarcación en los diferentes accesos, aunque no puede soslayarse que ésta, o muy parecida, ha sido la respuesta ofrecida por administraciones anteriores ante situaciones similares.

Tal como se señalado en esta columna reiteradamente, no son tan gravitantes -ni, a la postre, efectivos- los grandes planes u obras que puedan proyectarse sobre los paseos públicos como lo sería el despliegue de un mantenimiento cotidiano, menos costoso y más práctico. No faltan en esta hora, por dar un solo ejemplo, recursos humanos a los que la Municipalidad podría capacitar para ocuparse del debido cuidado de estos lugares tan caros al sentimiento ciudadano.

Se ha dicho aquí, también muchas veces, que La Plata nació enriquecida por el culto hacia los espacios verdes. Sus fundadores dotaron a la Ciudad de una plaza cada seis cuadras, lo cual constituye no sólo un factor relevante para definir la calidad de vida de sus habitantes, sino también un verdadero privilegio que debiera ser valorado. Es de esperar, entonces, no sólo que se proteja, sino que se incremente ese patrimonio que significan los espacios verdes, uno de los más distintivos con los que cuentan los platenses.