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Deportes |EL RETIRO DE UN ICONO ALBIRROJO. COLGÓ LOS BOTINES UN JUGADOR QUE MARCÓ ÉPOCA

La última Brujería oficial de Sebastián Verón en el fútbol

El presidente del Club se dio el gusto de disputar una Libertadores más con la camiseta que lo marcó a fuego desde su niñez hasta su función final

La última Brujería oficial de Sebastián Verón en el fútbol

La Brujita tuvo la pegada intacta en su última aparición como jugador profesional de fútbol - alex meckert

Por NICOLAS NARDINI

26 de Mayo de 2017 | 03:39
Edición impresa

Todo tiene un final, todo termina. Juan Sebastián Verón se pudo mantener en presente en el fútbol hasta los 42 años. Tras su último regreso, la Brujita colgó definitivamente los botines anoche, por la Libertadores, la Copa que logró alzar en 2009 en el mítico Mineirao, en el partido despedida del Pincha de la competición en este 2017. Fue el epicentro de la noche para el pueblo pincharrata, que le brindó a su ídolo la última gran ovación.

El dibujo táctico elegido por Nelson Vivas para el último partido oficial de Juan Sebastián Verón en el fútbol fue el 4-1-4-1, ya que por delante de los cuatro hombres del fondo se ubicó Rodrigo Braña, como una especie de volante tapón. Por encima del “Chapu”, el Pincha tuvo a Solari y Otero bien abiertos por los extremos, por derecha e izquierda respectivamente, mientras que Juan Bautista Cascini y Juan Sebastián Verón actuaron como interiores, repartiéndose la zona neurálgica del terreno de juego.

Este dispositivo del DT pincharrata le permitió a la Brujita moverse con libertad, al tener detrás de su posición a un lugarteniente de lujo como Braña. Por esas cosas del destino, Verón pudo tener a su lado (en verdad esta vez fue unos metros más atrás) al Chapu, el jugador con el que mejor se entendió en su exitoso e inolvidable regreso a la institución. Ambos, formaron un tándem que por más de un lustro salió de memoria. Fueron el motor de un equipo que le agregó gloria a las vitrinas de la calle 53, al tiempo que emocionó, por su entrega, temple y carácter, a los hinchas que gozaron con el juego de dos hombres que se entendieron de memoria.

EL PARTIDO, UNA SIMPLE EXCUSA

El encuentro de anoche fue tan sólo una excusa. Se sabía que era casi imposible que se le escapara el pasaporte a la Copa Sudamericana, que era el único objetivo que le quedaba a mano al León, tras decretarse la eliminación de la Libertadores. El Pincha se aseguró el paso a la segunda copa en relevancia en el continente y el retiro definitivo del fútbol oficial de Sebastián Verón acaparó la atención de los estoicos hinchas que, desafiando el clima, la distancia y las incomodidades de hacer las veces de local en Quilmes, dijeron presente en el escenario cervecero para brindarle la última ovación al último gran ídolo albirrojo.

Con la cinta blanca por debajo de su rodilla derecha, la camiseta número 11 que heredó de su papá, héroe de otros tiempos de gloria en el club y la banda de capitán, Verón tuvo su última función como jugador profesional de fútbol. Fue su última despedida, la definitiva. Así lo dejó claro en sus declaraciones post partido. A los 42 vació hasta su última gota de energía dentro del terreno de juego, con destellos de esa jerarquía que no tiene fecha de vencimiento y la misma personalidad que lo llevó a ser considerado uno de los mejores de la historia de Estudiantes (“el más preponderante de todos”, dijo Sabella tras la obtención de la Libertadores) y a mantenerse por casi una década en la élite de Europa, entre los mediocampistas más destacados tomando como referencia las grandes ligas del Viejo Continente.

En el tercer minuto del tiempo de descuento, Vivas mandó a llamar a Israel Damonte. Se levantó el cartel electrónico con el 11 y automáticamente los plateístas se levantaron de las butacas, en las populares pusieron las palmas por encima de sus cabezas y casi todo el estadio coreó el ya tradicional “olé, olé, olé, olé, Bruja, Bruja”, ya con un dejo de nostalgia, extrañando por anticipado lo que saben que ya no se volverá a repetir. Aunque sabiendo, al mismo tiempo, que lo disfrutaron hasta el último segundo. El reloj biológico marca las etapas de la vida para todos. También para los grandes jugadores. La Brujita dio su última función, los pincharratas ya empezaron a extrañarlo.

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