Terapia intensiva, un área cada vez más crítica para los médicos

Dos heridos de bala, una mujer apuñalada, un joven politraumatizado, un anciano con neumonía y una chica recién operada. Ese tipo de pacientes, los más críticos, suelen convivir en las terapias intensivas. Pese a que son mano de obra escasa y altamente calificada, los médicos intensivistas de la Provincia se consideran de los peores remunerados y de los que más estrés sufren. En la ciudad, afirman, la situación es grave.

Frente a ese panorama, que no les es ajeno, los estudiantes de medicina ya casi no eligen la especialidad y, a falta de nuevos profesionales, cuesta cumplir con el decreto ley 7314/67 (resolución 2519 del ministerio de Salud de la Provincia) que, en su artículo 66, establece que debe haber un médico de terapia intensiva cada ocho camas.

Pablo Montefiore es un ejemplo típico: a los 41 años es médico de la terapia intensiva del hospital San Martín, coordina otra terapia en una clínica privada de la Ciudad y, además, hace una guardia en Capital Federal. “Para nosotros el pluriempleo es moneda corriente”, asegura y agrega que cada día de guardia se paga un promedio de 6 mil pesos. “La mayoría hacemos 3 guardias que significan 72 horas de trabajo por semana: nadie trabaja tanto”. A esto se suma que sus pacientes no llegan con una faringitis o un resfrío: “Estamos al cuidado pacientes críticos, frente a cuadros estresantes en los que hay que tomar decisiones lúcidas y precisas”.

Para el intensivista, un día de guardia son 24 horas de trabajo continuo, es decir, tres jornadas de las convencionales, de ocho horas. A su vez, no tienen posibilidad de atender en un consultorio, ni de hacer prácticas ambulatorias, como un electrocardiograma o una ecografía. Por el tipo de pacientes que tratan, están obligados a trabajar en una unidad cerrada dentro del ámbito hospitalario, algo que difiere de la mayoría de las especialidades médicas.

ACUERDO

Este mes, a partir de un acuerdo entre la Agremiación Médica Platense (AMP) y el IOMA, los médicos de terapia intensiva comenzaron a cobrar prácticas que antes se les pagaba a otros especialistas pero a ellos no. Tal es el caso de las punciones lumbares, los accesos vasculares y la colocación de catetéres para hemodiálisis, entre otras.

“Creemos que es un paso adelante, pero entendemos que no es la solución a la situación asfixiante que atraviesan estos especialistas”; explicó el presidente de la AMP, Martín Pedersoli. Para el dirigente, significa “un primer paso en el reconocimiento de los intensivistas. Al médico de terapia lo necesitamos en óptimas condiciones porque se ocupa de los pacientes de mayor gravedad. Por otro lado, porque es un derecho de los pacientes estar monitoreados por médicos que se encuentren lo suficientemente descansados”.

En la Ciudad hay menos de 200 especialistas dedicados a terapia intensiva. Si hay alguien en La Plata que conoce los pormenores de una terapia es Elisa Estenssoro. Con 37 años en la especialidad es la jefa del servicio en el hospital San Martín de La Plata, el más grande y el de mayor complejidad de la Provincia. Esa unidad es, a su vez, un centro de formación de nuevos especialistas. Sin embargo, en los últimos años, no logran cubrir todos los cupos que el ministerio de Salud ofrece para residentes, sencillamente porque no hay interesados. Estenssoro reconoce que su especialidad, a la que dice amar profundamente, “genera una expectativa de vida negativa”.

“Me duele que los intensivistas que nosotros formamos se vayan a Capital, pero es comprensible porque en el sector público de la Ciudad de Buenos Aires ganan el doble”, explica. En concreto, en un hospital público provincial de La Plata, un médico de terapia intensiva cobra unos 14 mil pesos mensuales si es ingresante. Tras diez años de trabajo, no llega a los 20 mil pesos. Pero si consigue un cargo en un hospital público o privado de la Ciudad de Buenos Aires, su salario se duplica y encima tiene menor carga horaria.

El accionar de estos médicos es tan sensible que países como Brasil o Chile los consideran especialmente y les garantizan una mejor remuneración. Incluso, coinciden quienes trabajan en efectores porteños y bonaerenses, en el sector privado de la Ciudad de Buenos Aires, las condiciones laborales también son mejores: cuentan con equipamiento más moderno, comienzan a implementan guardias de 12 horas e incorporan profesionales que son fundamentales para la rehabilitación de los pacientes, como kinesiólogos y terapistas ocupacionales. En La Plata, en cambio, a falta de intensivistas, muchas veces las guardias quedan en manos de residentes o de médicos clínicos y generalistas. Desde la AMP reconocen que el déficit es aun peor en ciudades del interior.

ESTUDIOS QUE PREOCUPAN

Varios estudios indican que los médicos especializados en terapia intensiva son los más afectados por el llamado “síndrome de desgaste profesional” o “burnout”. Una investigación realizada recientemente en Santiago del Estero sobre 139 médicos reveló tasas de prevalencia de hasta el 60 por ciento entre estos profesionales.

“La persona que está 24 horas de guardia empieza con una lucidez que al final del día decae notablemente por el cansancio y el estrés que supone tantas horas en un trabajo en el que un solo error puede ser gravísimo en la salud del paciente”, explica Estenssoro.

Este síndrome define un fenómeno que se caracteriza por un estado de fatiga o frustración, motivado por la dedicación a una causa que no colma las expectativas.