Por la mala alimentación, cambia el botiquín domiciliario

El conjunto de medicamentos que suele haber en una casa cambió en las últimas décadas y la responsable de ese cambio es, sobre todo, la mala alimentación. Esta es la conclusión de un estudio hecho en España y del análisis de especialistas platenses que notan que los principios activos presentes en el botiquín familiar hoy no son los mismos que veinte años atrrás y que los que fueron ganando terreno fueron los que están destinados a paliar las consecuencias de comer mal.

Es un fenómeno que va de la mano de otras consecuencias de la malnutrición, tales como el incremento de la diabetes tipo 2 o la aparición de problemas de hipertensión en niños.

A esta tendencia se suma otra que también preocupa: muchos de estos medicamentos que aparecen en el botiquín familiar y que en muchos casos se pueden comprar sin receta son adquiridos sin previa consulta al médico o se repite su compra después de que fueron prescriptos en alguna ocasión. Según datos del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos 8 de cada diez argentinos mayor de 18 años consume productos farmacéuticos sin consultar antes a un médico y la automedicación provoca alrededos de 162.000 internaciones y 26 muertes por año en el país.

los cambios

Según explicó a este diario Graciela Luján, quien hasta hace poco se desempeñó como presidenta del Colegio de Farmacéuticos platense, que renovó recientemente sus autoridades, “en los últimos años se notaron cambios en el botiquín domiciliario. Los principales son la incorporación de principios activos como el omeprazol o los medicamentos para disminuir el colesterol. Estos fármacos reemplazaron a los que antes estaban en primer lugar en los domicilios, que eran los analgésicos”.

La razón por la que esto ocurre es bien clara para Luján: “se trata en los dos casos de medicamentos relacionados con la mala alimentación. El omeprazol es para evitar el reflujo gastroesofágico y el otro es para disminuir el impacto del colesterol, reduciendo el riesgo de infartos y de accidentes cerebro vasculares”.

El mismo fenómeno se verifica en cada farmacia platense, según destaca Daniel Contreras, empleado de un local céntrico del ramo;

“Antes los principios activos infaltables del botiquín, esos que siempre estaban en la casa, eran el ibuprofeno y la amoxicilina. En los últimos años se sumaron el omeprazol y los medicamentos que ayudan a bajar el colesterol”, dice Daniel Contreras.

Contreras destaca que mientras al omeprazol “lo llevan clientes de todas las edades, desde los 24 a los 70 años y tanto hombres como mujeres, los medicamentos para reducir el colesterol son llevados especialmente por hombres mayores de 40 años”.

Estos tratamientos tienen costos que rondan entre los 160 y los 200 pesos por mes, según destacan en las farmacias.

El fenómeno no se circunscribe a la Argentina, sino que es mundial. Los datos que surgen de un informe de la Agencia Española de Medicamentos y Productos sanitarios destacan el avance del omeprazol y de los medicamentos contra el colesterol en los últimos 20 años en un botiquín domiciliario que durante los ´80 y los ´90 tuvo a los analgésicos como reyes indiscutibles,

El informe también explica las razones de esta tendencia.

En el caso del omeprazol se indica que el crecimiento de su uso se relaciona con el avance de los analgésicos y antiinflamatorios no esteroides y con el crecimiento de su indicación para el tratamiento del reflujo gastroesofágico y otras afecciones gástricas menores.

Cuando se trata de los medicamentos para bajar el colesterol y de los antidiabéticos, el crecimiento se relaciona con el aumento de la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y de la diabetes tipo 2.

Este problema está presente y no para de crecer en nuestro país donde las cifras de obesidad duplican el promedio mundial.

Según un estudio recientemente difundido, en sólo dos años, la cantidad de personas en el mundo que pesan más de lo que se considera saludable creció en 100 millones.

Las cifras de la Argentina no escapan a la tendencia: el 23,1% de los adultos y el 6,3% de los chicos son obesos. El promedio mundial, en cambio, es del 12% y el 5%, respectivamente. Los datos surgen de una investigación del Instituto para la Medición y la Evaluación de la Salud (IHME), de Estados Unidos.

Los responsables del trabajo español también aprovecharon la difusión del mismo para hacer una advertencia.: tener sobrepeso (y no sólo obesidad) avanza como causa de muerte.