Las claves del éxito

Sobreponerse a la irregularidad y cambiar a tiempo fueron los puntos más visibles de este Boca campeón que aceleró a fondo cuando se venía la noche y compensó los malos tragos con un festejo anticipado. Quedó como saldo a favor ser el más goleador de todos, tener una de las vallas menos vencidas del torneo y mantener firme la idea de jugar al ataque en todos lados.

Se sobrepuso a los bajones como así también a la repentina baja de su máxima figura: Carlitos Tevez. Tuvo además carácter para sobreponerse al asedio de todos los que estuvieron merodeando la punta, en especial River que llegó a poner en riesgo su liderazgo cuando el torneo recorría la recta final. El campeón aceleró a fondo en dos momentos que resultaron determinantes para proyectarlo a lo más alto del podio. Sobre el final del año pasado –o sea en la primera etapa de una competencia muy larga-, cuando trepó a la punta después de cuatro triunfos seguidos incluyendo tres clásicos (San Lorenzo, River y Racing), los dos primeros como visitante. La otra secuencia favorable tuvo lugar a la hora de las definiciones, en particular cuando goleó a Independiente y Aldosivi en momento en que todos los reflectores apuntaban a un final de bandera verde con su rival de siempre.

El retorno de Gago tras una larga lesión fue decisivo cuando todavía estaba Tevez y los goles de Benedetto vitales a la hora de hablar de individualidades. El Apache en aquel entonces encontró su lugar en la cancha, apuntaló a todo el equipo y resulto el escudero ideal para el goleador. Cuando se fue Carlitos el apagón se sintió en todas las líneas, aunque en ese pasaje del torneo el campeón tuvo a su favor saber pelearle a la preocupante irregularidad propia y sacarle provecho a los altibajos ajenos.

Hubo momentos clave. Después de las victorias sobre Banfield, San Martín y Defensa con la inesperada caída ante Talleres en el medio si bien la ventaja en los puntos le daba cierta tranquilidad el rendimiento dejaba mucho que desear. El peor trago de todos tuvo lugar en la mismísima Bombonera cuando perdió el Súper de forma inapelable. El mundo pareció venirse abajo. En medio de la crisis sobrevino uno de los golpes de escena fundamentales: el cuerpo técnico aplicó cirugía mayor y para los siguientes compromisos cambiaron varias caras particularmente en la línea de fondo.

Tobio y Magallán reemplazaron a Vergini e Insaurralde, Silva fue la opción elegida por Fabra y se instalaba definitivamente Wilmar Barrios que en base a muy buenas actuaciones se ganó la titularidad y el afecto de la tribuna. El arco también pasó por dificultades generadas primero por la lesión de Sara y más tarde por los flojos desempeños de Werner. La llegada de Agustín Rossi le ayudó a brindar un margen de mayor seguridad aunque el ex arquero de Estudiantes y Defensa y Justicia necesita todavía de más horas de rodaje.

Los goles a favor fueron un aliado del Boca campeón 2016-17 ya que a la hora de las comparaciones en la última década solo un monarca lo superó en esa materia: el Newell´s que se consagró en 2013 bajo la batuta de Gerardo Martino. Comparado con los últimos equipos boquenses que dieron la vuelta olímpica, también en materia de goles el de los Mellizos superó a todos. El de Rodolfo Arruabarena, por caso, señaló 49 conquistas con un promedio de 1,63, el que ganó el título de manera invicta en 2011, con Julio Falcioni sentado en el banco, marcó 25 en 19 jornadas y el que Carlos Ischia condujo en 2008 señaló 36 en 21 partidos. En promedio este Boca llegó a los 2 por partido.

En definitiva, más allá de algunos tropezones, Boca supo sobreponerse siempre a tiempo y pudo finalmente encontrar la fórmula para resolver partidos duros en momentos difíciles. La potencia goleadora, la aparición de individualidades claves cuando se venía la noche e imponerse sobre los adversarios más complicados resultó la llave que permitió abrir las puertas a esta enorme alegría xeneize.