Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar

Las promesas de la pampa

La influencia del paisaje en el ser argentino. La visión de Ortega y Gasset y la polémica que se desató­. Los escritos del poeta bonaerense Vicente Barbieri. Testimonios de escritores extranjeros sobre la Argentina

Las promesas de la pampa

Por MARCELO ORTALE

16 de Julio de 2017 | 08:32
Edición impresa

Esos montes en la lejanía de la pampa pueden ser todo, meditó una vez José Ortega y Gasset. El filósofo español viajó en tren a Mar del Plata y en otra oportunidad a Chile. Allí descubrió lo que para él era la esencia de la pampa. Ese “todo” que podía verse en aquel paisaje inmenso y solitario, reflexiona, pueden ser ciudades, castillos de placer, islas a la deriva; son metáfora universal, son la constante y omnímoda promesa. Y golpea sobre un clavo: “Acaso lo esencial de la vida argentina es ser promesa. El que llega a esta costa ve ante todo lo de después. La pampa promete”.

Un árbol en el paisaje europeo es un objeto concreto, enmarcado por montañas. El conocimiento se detiene en ese objeto, lo percibe y analiza. Ese mismo árbol en la pampa se diluye y el hombre sólo pone sus ojos en lo que viene después o detrás del horizonte. En su no olvidado artículo “La pampa…promesas”, agrega Ortega: “La forma de existencia del argentino es el futurismo concreto. No es un futurismo de tipo colectivo, sino que cada cual vive desde sus ilusiones como si fuesen ya la realidad. Esas promesas de la pampa tan generosas, tan espontáneas, muchas veces no se cumplen. Las derrotas en América deben ser más atroces que en ninguna parte. Queda el hombre sin cuidados para la herida. El criollo no asiste a su vida efectiva, sino que se la ha pasado fuera de sí, instalado en la otra, en la vida prometida”.

Los golpes de Ortega siguen siendo rudos: “No se trata de que los argentinos estén mal dotados; sino que no se han adscrito nunca a la actividad que ejercen, no la han aceptado como su vital destino, sino a manera transitoria. Los oficios son como camisas. El inmoderado apetito de fortuna, la audacia, la incompetencia, la falta de adherencia y el amor al oficio o puesto son caracteres conocidos que se dan endémicamente en todas las factorías. La nacionalidad argentina es la más avanzada de las “factorías”.

Algunos argentinos, como Pablo Rojas Paz le saltaron a Ortega en la yugular: “Todos los extranjeros más o menos ilustres que visitan el país se creen obligados a decir unos cuantos disparates acerca de cómo es el argentino”, escribe en “El Hogar”. Otros refutarán, entre ellos Ernesto Jauretche, el argumento paisajístico como definitorio de una identidad. Más ecléctico o sobrio, Roberto Giusti sostiene que Ortega, al ver la pampa, dice “lo mismo que nos hemos venido diciendo en familia con áspera franqueza desde los días de Sarmiento y Alberdi, por la voz de críticos tan severos como aquellos y más tarde de Paul Groussac, Agustín Alvarez, José María Ramos Mejía, Carlos Octavio Bunge, Juan Agustín García y no sé cuántos más”.

La vista del argentino en la llanura no se fija en nada que no sea un espejismo. En el argentino, todo vive de lejanías y desde lejanías, insiste el filósofo español. Casi nadie está donde está, sino por delante de sí mismo. “Pero esas promesas de la Pampa tan generosas, tan espontáneas, muchas veces no se cumplen... “

El argentino comienza a creer más en la imagen de la realidad, que en la realidad misma. Insolado en la pampa, el ser argentino se vuelve inauténtico. Se convierte en “un hombre a la defensiva”. Ortega dice que cuando dialoga con un argentino , éste trata de exhibir la calidad de persona que es: yo soy un profesor, un periodista de relieve, un escritor de nota. “En la relación normal, el argentino no se abandona; por el contrario, cuando el prójimo se acerca hermetiza más su alma y se dispone a la defensa…Esta actitud defensiva obliga al argentino a no vivir…”.

Medio siglo después que Ortega, el escritor y politólogo francés Guy Sorman dijo que le sorprendía la cantidad de veces en que los argentinos le preguntaban sobre cómo eran vistos por los de afuera. Y él respondió sonriente: “Todo el mundo quiere ser amado; pero los argentinos, un poquito más que lo usual, incluso, que los franceses…”.

DESDE EL INTERIOR

En las décadas del 40 y 50, un argentino nacido en el núcleo de la pampa, Vicente Barbieri, retoma el tema. Hay varios artículos rescatados por las profesoras Aurelia C. Garat y Ana María Lorenzo, en el libro titulado “Prosas dispersas de Vicente Barbieri” editado por el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNLP (1970). Esos artículos se llaman “La pampa”, “Misterio y fascinación de la pampa” y “La extensión era el mejor poema de la pampa”-

Nacido en la ciudad bonaerense de Alberti, fue Barbieri un habitante víctima de las penurias concretas –no sólo estéticas- de la pampa. Cuando joven vagabundeó hasta que necesitó trabajar para comer. Fue peón de cuadrilla del ferrocarril, cargador de bolsas, tipógrafo, maestro rural y después periodista. Aquí se citaron alguna vez estas palabras de quien llegaría a ser uno de los poetas más consagrados, hasta que el olvido –el aura de la pampa- lo devoró: “Lo más terrible para mí –recordará- eran las horas de trabajo sobre las lomas de la vías, el viento helado, con el pico en las manos. Tenía las palmas de las manos destrozadas”.

Hay quien hizo de la pampa, de su desierto –dijo Barbieri- “una especie de lugar mágico en el que no faltaban ni las ciudades de los Césares, cimentadas en la niebla de los delirios. Y hay quienes, de buena gana, habrían negado su existencia a no ser por esa presencia metafísica, con que se advierte, a la distancia, la existencia real de la pampa, con todos sus rumores, con sus seres ocultos y –ahora- sus caminos, ferrocarriles y extensiones doradas de espigas”.

Pero el tema de la pampa, agrega, “sigue en verdad sin explotar”. Las muestras dada por la novela y la poesía argentinas son escasas, pese que es un tema inagotable para el arte y la información. Barbieri postula que sea el cine argentino el que rescate a esa pampa: “De esa larga extensión, de esa honda soledad que es la pampa y que en muchos casos es difícil comprender y amar, de esa fuente de leyenda y de historia, se levantan figuras extraordinarias que el cine puede y debe hacer revivir prodigiosamente”. Barbieri, que la vivió desde dentro, se aparta de la idea de un territorio desértico: en su pampa hay hombres trabajadores, hay progreso que, sin embargo, el arte no atina a rescatar.

También se transcribió acá el comienzo de su Balada para el Río Salado, en donde Barbieri habita en forma esperanzada aquel paisaje tan complejo y esencial: “Era en la infancia, en juncos y rocío,/cuando lo vi pasar, arrodillado./Mojaba soles y castillos fríos/ en relatos de tiempo lloviznado./ ¡Ay!, ya sé que mi jugo enamorado/ fue de tiempo mejor, tiempo de ríos.// Y su sabor, amor de vieja andanza,/ doliendo sigue en tiempo transferido./ En hierro antiguo y pesadumbre avanza/por un correr callado y dolorido/ en grises campos y poniente ardido,/con mi ribera y puente de esperanza.// ¡Qué poniente mejor, qué resignados/ sus sauces de oración, líquida pena,/sus cirios, en la noche, con ahogados,/su fábula y pasión sobre la arena,/y su estrella magnífica y serena/ sobre luces de peces acerados”.

LA MIRADA EXTRANJERA

No fueron pocos los escritores extranjeros que se aproximaron a la tesis de Ortega. Se pueden sumar así testimonios de Savater, Pérez Reverte, Vargas Llosa, Neruda, Rubén Darío, Unamuno, el pampeano-francés Alfredo Ebelot, Ramón Gómez de la Serna, Augusto Roa Bastos, Bruce Chatwin y, entre otros, esencialmente, Antoine de Saint Exupery cuyas descripciones desde la cabina de su avión colaboraron como pocas para las pinturas de la pampa y de la Patagonia. No es entonces desmedido que el aeropuerto de San Antonio Oeste lleve el nombre del aviador francés.

¿Qué vio en nuestra tierra el autor de El Principito? Muchos de sus amigos argentinos le decían que en este suelo no había mitología, no existía historia, no había misterio. Y él escribió que desde el aire pudo descubrir sobre las vastas llanuras el animal antediluviano más enorme, hermoso y cambiante que existió nunca: “Son los rebaños”, aclaró. Los rebaños vistos de arriba dibujaban la silueta de un inmenso animal mitológico, que cambiaba de forma recorriendo distancias. La pampa pudorosa, a veces también se oculta

Saint Exupery volaba de noche, para llevar el correo a nuestro sur. Los aviones de “La Aeroposta” eran precarios, monomotores, casi sin instrumentos. Y el piloto en esa inmensidad nocturna corría el riesgo de confundir las pocas luces de la tierra con las estrellas. Había que tomar cuidado de no ir volando en picada hacia una catástrofe. Las distancias y la inmensidad hacían confundir vida y muerte.

Pero además, en esos vuelos nocturnos, Saint Exupery supo comprender el mensaje que le enviaban las luces de la pampa y de la Patagonia. No había que dejarse engañar por promesas, sino andar con rumbo seguro. Así lo escribió: “Tengo siempre frente a los ojos mi primera noche de vuelo en Argentina, una noche oscura donde sólo titilaban, como estrellas, las raras luces dispersas en la llanura. Cada una señalaba, en ese océano de tinieblas, el milagro de una conciencia… Hay que tratar de llegar, hay que tratar de comunicarse con alguna de esas luces que brillan a los lejos en los campos”.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

Multimedia

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $1870

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2880

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $1870.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla