“Game of Thrones”: entre el vértigo y el peso emocional

Presupuestos, falta de material original y una cuenta regresiva que marca que apenas restan ocho episodios han determinado el ritmo de la actual temporada de “Game of Thrones”, la anteúltima de la exitosa serie de HBO que esta noche emitirá su sexto episodio de siete.

La tendencia del show a moverse a un ritmo vertiginoso comenzó a revelarse de modo notorio en el cierre de la pasada temporada, cuando uno de sus personajes, Varys, atravesó de ida y de vuelta el mar que separaba los dos continentes del mundo fantástico diseñado por George R.R. Martin durante el mismo episodio.

¿Era un sireno? ¿Existían aviones en Poniente y nadie avisó? Los creadores de la serie televisiva, David Benioff y D.B. Weiss, respondieron entre risas las quejas de los seguidores afirmando que lo que vemos como acciones que llevan horas y ocurren en simultáneo con otras, pueden ser en realidad tramas que llevaron semanas, agrupadas convenientemente por la edición del programa para efecto dramático.

Pero las incoherencias continuaron en esta temporada, revelando que el problema en realidad es profundo, y atañe a las decisiones narrativas que está tomando la dupla creativa y no a problemas de edición confusa: en los cinco episodios que han transcurrido, Arya Stark ha recorrido medio continente, al igual que Jon Snow, que viajó de sur a norte y de norte a sur.

Y las incoherencias espacio-temporales son apenas detalles: la serie recorta estos viajes por practicidad, economizando los pocos minutos de programa que restan (apenas 120 esta temporada, más unos 600 la siguiente, según las primeras versiones de la longitud que tendrán los capítulos de la octava tanda) para conseguir cerrar satisfactoriamente todas las tramas abiertas de Poniente.

COMO MOSCAS

Esto tiene un efecto claro: si bien en “Game of Thrones” la muerte sorpresiva siempre fue una posibilidad cierta, ahora los personajes secundarios caen como moscas, cerrando de manera brutal y algo bruta la historia de personajes como (alerta de “spoilers”) la familia Tarly o las Serpientes de Arena. Como ya no son significativos para la guerra contra los Muertos, son utilizados meramente como herramientas para avanzar la trama (los Tarly, por caso, apenas una nota al pie en la narrativa de Daenerys y su lucha por encontrar equilibrio en el poder) mientras los escritores se “sacan de encima” historias de cara al final.

Las muertes veloces (a las que se sumarán varios personajes queridos, con seguridad, esta noche, durante la expedición al norte del Muro) no son reprochables en sí, y hasta han ofrecido momentos de excitación y gran debate este año; pero parecen más salidas de “The Walking Dead” que de la serie de HBO, más efectistas que provistas de peso emocional para la historia.

Martin pasa buena parte de sus libros en las situaciones cotidianas, no en los enfrentamientos bélicos, construyendo a sus personajes no como héroes de guerra sino como contradictorios personajes: esta propuesta del autor fue respetada en las primeras temporadas, que siguieron de manera más o menos fiel la historia de las novelas pero que captaron el tono creado por el autor, que pone énfasis en el costo humano de la guerra y la emoción detrás de las acciones.

Pero sin libros que seguir, con la cuenta regresiva amenazante sobre sus cabezas, un presupuesto que a pesar de ser millonario no alcanza para animar dragones y lobos y pagar a las figuras mejor remuneradas de la televisión, y sin material original para seguir tras haber superado las historias que narran las novelas publicadas (restan ver la luz dos, según los planes de Martin) los creadores se entregaron en este final al frenesí de la acción gigante que nunca fue la base del programa.

Ciertamente, han entregado en este sentido algunas de las batallas más espectaculares de la historia de la pantalla chica. Pero con tanto vértigo, estas historias bélicas han perdido el peso que tuvo, por ejemplo, la batalla en Desembarco del Rey hace cuatro temporadas, realizada con un presupuesto mucho menor pero que convirtió a Tyrion Lannister en héroe.

DESARROLLO DE PERSONAJES

Sin los largos (y peligrosos) paseos por Poniente que caracterizaron los primeros episodios, los personajes enfrentan menor desarrollo: sus dudas y sus motivaciones quedan explicadas a través del guión y no de la acción, como ocurrió, por ejemplo, en cada reencuentro de los Stark. Separados durante años, entregaron esta temporada uno de los momentos menos satisfactorios de la serie: seguro, es importante establecer en el corto plazo una potencial división en Invernalia entre los hermanos para generar el conflicto palaciego que determine el destino de Meñique, pero que las hermanas Stark se hayan desconfiado de entrada, sin vertir siquiera una lágrima, pareció demasiado bruto. Bran puede haber perdido sus sentimientos, pero ni la audiencia ni los creadores los han perdido.

El episodio quinto fue un notable ejemplo de cómo este vértigo perjudica el volumen emocional del programa: en el mismo capítulo se reencontraron Dany y Jorah, reaparció Gendry tras cuatro años y Tyrion y Jaime se vieron las caras.

Tres reencuentros para los que apenas hubo tiempo: dos asoman además como despedida, luego de que el show construyera una situación salida de un juego de rol o un videojuego tipo “Comandos” (ir a buscar un caminante al otro lado del Muro para convencer a los escépticos), a todas luces, para liquidar más elementos sobrantes en una misión suicida.

“Este tipo de reencuentros se convirtió en esta temporada acelerada en puntos de la historia que hay que tildar y seguir adelante. Parecen estratégicos en lugar de emocionales: el ritmo es cómicamente veloz, podría tener de fondo la canción de Benny Hill”, escribió Megan Farokhmanesh en el sitio especializado The Verge.

El hundimiento de Jaime Lannister en las profundidades de un lago tan poco hondo que, segundos antes, lo cabalgaba, corresponde a este tipo de decisiones para maximizan el efecto dramático (en este caso, el final del episodio) sin que interese tanto la coherencia: de hecho, el salvataje de Jaime en el siguiente episodio es tan simple que resulta hasta anticlimático.

Que la trama avance directa y al grano, claro, tiene también su sabor. Y sin dudas, el show ha ingresado ya en un terreno que, a diferencia de la novela, tendrá necesariamente a las batallas como protagonistas. Pero en el ingreso en este territorio final, el show ha perdido sus sutilezas: reencontrar el equilibrio entre la espectacularidad y la emoción, que los triunfos y tragedias del futuro tengan más peso, será crucial en los ocho episodios restantes para que la serie no se despida con un final automático.

“Este tipo de encuentros se convirtió en esta temporada acelerada en puntos de la historia que hay que tildar y seguir adelante. Parecen estratégicos en lugar de emocionales: el ritmo es cómicamente veloz, podría tener de fondo la canción de Benny Hill”, escribió Megan Farokhmanesh en el sitio especializado The Verge