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Opinión |EDITORIAL

Un valioso ejemplo de solidaridad por parte de alumnos platenses

22 de Agosto de 2017 | 01:38
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Afortunadamente son muchos los jóvenes que cotidianamente brindan ejemplos de solidaridad y respuestas válidas ante las distintas necesidades sociales que se presentan, en gestos que resultan ser especialmente ponderables cuando los destinatarios de esas actitudes son niños seriamente enfermos y algunos de ellos también desprotegidos por completo.

Este es el caso expuesto en los últimos tiempos por alumnos de cuarto año del secundario del colegio San Antonio, ubicado en diagonal 80 entre 118 y 119, que decidieron conformar un grupo al que denominaron “Sonrisas para todos”, que asisten en forma totalmente desinteresada a los pequeños internados en el Hospital de Niños.

Tal como se informó en este diario, no sólo visitan semanalmente a los pacientes que están internados en el Ludovica para llevarles regalos y golosinas, sino que además organizan rifas con las que compran insumos y equipamientos médicos para las salas y hasta llevaron adelante distintas campañas de concientización para promover la donación de sangre, plaquetas y médula ósea.

Los chicos dijeron que ahora van por más ya que, inspirados en el caso conmovedor del pequeño Benjamín que falleció hace poco, tras batallar heroicamente contra un tipo de leucemia, decidieron concientizar a todos los alumnos del colegio, de modo de colectar más juguetes y recursos, así como estructurar un régimen de visitas al Hospital para ir a pasar tiempo con los niños, divertirlos y ofrecerles ayuda espiritual y de todo tipo. Otra misión la cumplieron días atrás, cuando donaron dos saturómetros, dos balanzas digitales, una manta térmica y una cortadora de pelo Gama que compraron con el dinero recaudado en las diferentes movidas solidarias que organizaron.

Si bien las tendencias solidarias existieron siempre y se ven corporizadas en las diversas campañas que organizan numerosas entidades de bien público -así como en actitudes personales, casi siempre anónimas y notablemente generosas- estos impulsos humanitarios por parte de grupos juveniles se proyectan hacia la sociedad como mensajes de inapreciable valor.

Además, en épocas en las que algunos valores comunitarios parecieran estar en crisis y cuando, inexplicablemente, la sociedad se muestra más atenta a reconocer el interés individual, el egoísmo y las picardías, estos ejemplos brindados por chicos y chicas debieran ser especialmente valorados. Ellos demuestran que el amor al prójimo -por más indefenso y necesitado que se encuentre- contribuye de manera sustancial a paliar y resolver la infinidad de problemas que presenta una realidad cada vez más compleja.

Chicos y chicas de otras escuelas -como lo han destacado las crónicas de este diario- que en forma desinteresada van a barrer y limpiar espacios públicos para defender el medio ambiente, que recorren las playas despejándolas de residuos o que, como estos alumnos del colegio San Antonio -seguramente guiados por sus docentes- ofrecen su tiempo libre para acompañar a los pequeños enfermos, forman parte de una acción variada y generosa, que transcurre sin bombos ni platillos, en cumplimiento de óptimas convicciones y de arraigados sentimientos de amor a la vida y a la humanidad.

Sin perjuicio de reclamar que el Estado cumpla cabalmente con su cometido -tal como se lo hace desde aquí en forma habitual- estos ejemplos de solidaridad resultan alentadores, ya que confirman que la población se muestra atenta a todas las expresiones de sufrimiento o de carencias materiales o espirituales y concurre prestamente en su auxilio. Más allá de aquellas omisiones o deserciones del Estado, merece resaltarse que la actitud de estos chicos y chicas es la de no bajar los brazos o permanecer indiferentes, sino hacerse cargo de las necesidades de los demás y poner manos a la obra para dar respuestas.

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